Los relatos de las torturas y humillaciones en los “campos de filtración” rusos en Ucrania

Los supervivientes ofrecieron su testimonio en la sede de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Se estima que por esos centros han pasado ya decenas de miles de ucranianos desde el inicio de la invasión de Putin.

Internacionales 29/07/2022 Editor Editor
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Stanislav Miroshnychenko

Humillaciones, palizas, hambre constante, hacinamiento y ninguna asistencia médica. Estas son las experiencias que cuentan algunas de las víctimas de los denominados “campos de filtración” que Rusia ha montado en zonas ocupadas de Ucrania.

La pesadilla de Ihor Talalay, de 25 años, duró exactamente 88 días y comenzó el 19 de marzo porque a alguien en un control ruso -según relata- no le gustó su aspecto.

Este hombre procedente de Dnipro, al sureste de Ucrania, formaba parte de un grupo de voluntarios que ayudaba a escapar a civiles del asedio ruso de Mariúpol.

Cuando su caravana de coches salía con los refugiados tuvieron que pasar varios controles y un militar ruso retuvo a Talalay. Ahí mismo llegó un primer interrogatorio en el que trataron de buscarle algún vínculo con el ejército ucraniano.

En estos controles, los militares rusos obligan a desnudarse, buscan tatuajes o marcas en la piel, como moretones, que puedan indicar el uso de armas. Además revisan los móviles para encontrar cualquier símbolo nacional o nacionalista ucraniano.

“Comenzaron a golpearme para obtener las respuestas que esperaban de mí. Así estuvieron alrededor de una hora, golpeándome una y otra vez”, cuenta Talalay.

El joven es uno de dos supervivientes de los campos de filtración rusos que ofrecieron su testimonio esta semana en un acto organizado por Ucrania en la sede de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Viena.

Además, participaron dos familiares de Serhii Tabachuk, internado en uno de estos campos y del que llevan meses sin tener noticias.

Tres niveles

Los cuatro forman parte de un estudio de la ONG ucraniana “Media Initiative for Human Right” (MIHR), que ha documentado la existencia de al menos 18 de estos campos de filtración y estima que por esos centros han pasado ya decenas de miles de ucranianos desde el inicio de la invasión rusa hace cinco meses.

Stanislav Miroshnychenko, un miembro de esa ONG, explica que el proceso de filtración tiene tres etapas diferentes, que van aumentando gradualmente la violencia, desde interrogar y recopilar datos personales a torturar.

Si se “aprueba” el primer interrogatorio se obtiene un papel sellado con la firma del oficial supervisor, de lo contrario se inicia un cautiverio lleno de violencia y presiones.

Miroshnychenko destaca el carácter sistemático de todo el proceso.

La primera etapa tiene lugar en un control de seguridad, donde se revisa documentación y pertenencias, y en caso de sospechar del interrogado se le envía a un primer campo donde se le presiona más física y mentalmente.

En caso de no superar ese segundo grado se le traslada a otro centro de detención o directamente a una colonia penitenciaria, donde los maltratos y las torturas son constantes, incluyendo asesinatos extrajudiciales.

Las autoridades ucranianas han denunciado la detención, el secuestro y la tortura de líderes locales, periodistas, activistas y, en general, de cualquier persona que no sea leal a las ideas del Kremlin y de sus repúblicas títeres.

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