La sequía se suma a la grave crisis humanitaria causada por la guerra fratricida entre las fuerzas del Gobierno y rebeldes de Tigray y que afectan a más de seis millones de personas, alerta la ONU.
Esta decisión marca un punto de quiebre en el conflicto que mantienen los insurgentes con el gobierno de Etiopía.
Los rebeldes de Tigray retomaron Lalibela, localidad al norte de Etiopía que alberga un sitio patrimonio de la Unesco, once días después de que el gobierno anunciara que había arrebatado su control a los milicianos.
El conflicto se está intensificando mientras los rebeldes se acercan a la capital, Addis Abeba. Los manifestantes también mostraron carteles criticando la decisión de EE.UU. de retirar beneficios comerciales al país.
El conflicto en la región etíope del Tigré está marcado por una "brutalidad extrema" y todos los actores involucrados pueden haber cometido "crímenes contra la humanidad", según informe de la ONU.
Las ejecuciones tuvieron lugar durante la madrugada luego que los insurgentes llegaran a la región de Amhara.
La ONU había alertado sobre el riesgo de una "catástrofe inminente" en la conflictiva región de Tigré, donde cientos de miles de personas estarían al borde de la hambruna.