El derecho a comer todos los días

En «La ideología alemana» Marx afirma: «que los hombres han de poder vivir para «poder hacer la historia» (y) para vivir se necesita, en primer lugar, beber, comer, disponer de una vivienda… El primer hecho histórico es, pues, la producción de los medios que permiten satisfacer estas necesidades».

Editorial 30/04/2024 TABANO SC
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En línea con lo anterior, esta nota se propone retomar el tema del comer como necesidad básica del ser humano, destacando ahora que se trata de un derecho a satisfacer todos los días. Hecho básico que puede quedar oscurecido si se lo da por sobreentendido con un concepto «construido» como es el de «pobreza».

Se trata de un derecho a satisfacer por los gobernantes de turno, los que deben agregar a sus medidas relativas a lo político e ideológico, que establecen reglas para la convivencia civilizada de los ciudadanos, otras políticas referidas a lo estructural, creadoras de las condiciones para que se produzcan los bienes y servicios que satisfagan las necesidades materiales de todos y cada uno de los ciudadanos (garantizando, además, una distribución equitativa de los mismos).

Una mirada rápida de lo ocurrido en nuestra Concordia desde la recuperación de la democracia, indica que si bien las instituciones han funcionado , asegurando el cumplimiento de los derechos y garantías de todos los ciudadanos; poco se ha hecho para crear las condiciones relativas a la producción y distribución de bienes materiales, lo que ha redundado en falta de empleo genuino y de salarios dignos, lo que ha llevado a que la mayoría de argentinos estén por debajo de la línea de pobreza e indigencia. Lo que se manifiesta en carencias concretas como educación, salud y vivienda deficientes, y más dramáticamente, en que esa mayoría no pueda ejercer el derecho elemental a comer todos los días. 

Se ignora la necesidad insustituible de crear una riqueza que equitativamente distribuida permita terminar con el hambre y al exorbitarse derechos se reducen las posibilidades de crear nuevas fuentes de trabajo.

Por otro lado, el Estado, como pilar fundamental de defensa de los derechos de todos, no debería ser quien tome como variable de ajuste de la economía a sus propios trabajadores. No reside allí la panacea que cure de los males a la economía argentina y resulta repugnante que se levanten mensajes en redes sociales que se feliciten por atacar el déficit fiscal mediante el hambre de nuestra gente.

En Entre Ríos esta fue la receta que puso en marcha el gobernador Moine y que fracasó estrepitosamente, en Concordia, por ventura, los gobiernos municipales de los últimos años, con sus claros y oscuros, no se fagocitaron con los trabajadores, permitiendo una cierta paz social en medio de la pobreza imperante.

Hicieron lo que pudieron con la teoría de la frazada corta, siempre queda una parte del cuerpo afuera, pero nadie ni el más acérrimo enemigo político podrá decir que se echaron trabajadores para enderezar las finanzas públicas. Todos necesitamos comer, beber y vivir lo más confortablemente posible, no sirviéndonos del Estado pero éste, es quien debe guiar, promover y facilitar que todos estemos con la panza llena y el corazón contento y esto se logra, con ideas que no son el montaje de una superestructura parasitaria sino en pocas y especializadas mentes en organizar, ordenar y guiar por el camino correcto.

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