El orgullo de la Justicia

Ya va ser un año; para quienes están dentro, los días pasan rápidos, para quien están fuera todo es una eternidad; pero el trago amargo que se experimenta es mutuo para ambos bandos.

Correo del Lector 11/10/2023 Editor Editor
C DEL L

Es penoso estar bajo una justicia injusta, sin misericordia y consideraciones, juzgado bajos sus propias cuestiones y en provecho de sus funciones; vendiendo caviar y champagne cuando adquirieron vino barato y pan. Buscan solo complacer a una sociedad demandante, más quien les va cuestionar, pues ellos tienen el poder y la decisión de que hacer, dentro un léxico jurídico que la gente no ha de entender. Juraron ante DIOS defender la justicia, pero lo justo no es de ellos, tampoco pidas misericordia porque es la que acompaña a la verdad, y si lo justo no anda la misericordia no se convalidara, eso ya es maldad. No voy contra la justicia, sino con la forma de proceder, son orgullosos en sus verdades, aún no entiendo que tienen que perder, si ellos deben ahondar en investigar y actuar como debe ser.

“¡Cuán enriquecido eres cuando anhelas la justicia! Porque todo a tu alrededor será fructífero. ¡Cuán satisfecho te sientes cuando muestras terna misericordia! Porque esa terna misericordia te será mostrada a ti también”. (Mateo 5:6-7)

Soy LARROSA, José Luis; argentino, jubilado de 70 años de edad, oriundo de Villaguay; poseo cierta discapacidad a razón de una pierna faltante, pero eso no me impide moverme en busca de lo justo; tan así, que en mis acciones llegue a quebrarme la otra pierna, pero tampoco me impidió que me quedé quieto, mientras esté vivo peleare por una justicia justa (valga la redundancia).

En septiembre del año pasado, mi hijo LARROSA, Mariano; es detenido en la ciudad de Concepción del Uruguay por integrar supuestamente una banda de narcotraficantes, conformando con ello una asociación ilícita con otros dos funcionarios policiales de la misma fuerza, a la cual este pertenece (POLICÍA DE ENTRE RÍOS). Dicha situación como padre me cayó como balde agua fría, pero no quería ser uno más de la sociedad en comprar aquello que le vendía con gran algarabía -CAE GRAN ORGANIZACIÓN DELICTIVA-; por ello, decidí involucrarme y me encontré con un proceso investigativo completamente viciado, en donde las ideas de justicia no se aplicaban a mi hijo y sus dos compañeros; directamente los condenaban con una perspectiva totalmente maliciosa y especulativa sin cuotas de consideración; desestimando toda prueba a su favor con retardos y contestaciones absurdas que cualquier letrado se daría cuenta la falta de ajuste a derecho existente; no solo eso, sino también la notable parcialidad con acciones mas que obvias y completamente antijurídica.

“El que va tras la justicia y el amor halla vida, justicia y honra.” (Proverbios 21:21)

Mis fundamentos son obvios ante cualquier ojo razonable con una mínima cuota de conocimiento jurídico; pues en todos afloran las cuestiones que antes planteará y que violan un sinfín de garantías procesales, penales y constitucionales.

A los tres por igual lo juzgan por asociación ilícita; pero el hecho es para que la misma exista debe ser una asociación organizada y estable con un objeto ilícito, es decir su fin es el de cometer delitos. Este debe ser su objeto esencial. Y entre sus miembros debe existir unidad de acuerdos y pluralidad en el contento delictivo. En concreto, era imposible que existiera una asociación, porque no cuenta con requisitos mínimos que la definen. NINGUNO de los tres conocían a los otros miembros de la organización; y en diálogo con los que se encuentran en libertad nunca hicieron mención de estos tres; es más, el funcionario de concordia detenido no conocía a los otros dos colegas, y mi hijo con su par de Concepción del Uruguay desde antes de la pandemia no entabla diálogo.

Estos tres funcionarios desconocían de la organización, pero para los investigadores policiales eran miembros estrechos de la misma, y esa supuesta conclusión fue informada de manera cizañera, dolosas y maliciosa a los jueces; sin una seria y justa investigación, sin trabajo de campo, sino desde el escritorio y como su mente especulaba; sin embargo para los miembros de prefectura naval -que llevaba un seguimiento paralelo- AFIRMARON Y RATIFICARON EN SEDE JUDICIAL QUE LOS TRES POLICIAS NO TIENEN NADA QUE VER CON LA ORGANIZACIÓN INVESTIGADA. Los policías tomaron sus comunicaciones y las inflaron de una manera tal, que la sociedad termino comprando un burda imitación de mala calidad. ¡Aún no entiendo cómo existen personas con tanta maldad, y tan solo por una jerarquía! Todos tienen argumentos bien firmes, pero no hay interés en sus dichos. ¿Qué pasa? ¿Qué ocultan? Si hasta el más ignorante con son solo leer la causa se dan cuenta de sus verdades. En concreto, todas las llamadas de estos tres, fueron interpretadas con malas intenciones, fuera de un contexto real, sin un mínimo propósito de ahondar en la investigación y si estas estaban relacionadas o no a la organización.

“Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca, sino lo que
sale de ella.” (Mateo 15:11 NVI)

Dentro de toda injusticia siempre existe una ironía obvia que reflota sin que la busquen; y este hecho es un claro ejemplo de eso. Aquel pudiente y estrafalario empresario, con cuotas de narcisismo, y enfermo al consumo de estupefacientes (de público conocimiento), y a quien lo sindican como jefe de banda; siempre se vanagloriaba de los contactos policiales y políticos que poseía; y no era para menos, porque toda la sociedad sabe de las relaciones que este poseía con altos jefes de la cúpula policial, que van desde el sub jefe policía provincia hasta los propios investigadores de la causa -pueden corroborarlo en la misma web-.

Si, como dije, los que manejaban la investigación pertenecían al círculo cerrado de este hombre y su relación, más allá de la amistad, sobrepasaba cuestiones a los cuales los tres perejiles detenidos no tenían ni una pizca de acceso; y esto lo afirma el mismo sospechoso que toma esta situación como una traición hacia él de parte de aquellos que consideraba sus amigos, que ellos más que nadie sabían lo que era y reafirma que los tres privados de su libertad no tenían nada que ver con su vida íntima.

Lo otro irónico es que los detenidos conocieron al supuesto jefe de banda por los propios investigadores, jefes policiales y allegados a estos; y los más irónico de todo, lo aberrante y la cuestión de cualquier atropello a una investigación seria, son las acciones que estos seudos perseguidores de la justicia realizaron en todo el proceso de la causa; la de manipularla a su gusto y placer.

Y es que a través del mismo sospechoso en que siempre aducía que le parecía extraño que no existan llamadas de los altos jefes e investigadores cuando estos si se hallaba en su círculo íntimo; comenzamos a investigar por nuestra cuenta y descubrimos que existían más conversaciones de los investigadores que de los propios detenidos; y todas fueron retiradas del circuito jurídico legal, es decir solo transcribían las que creían necesarias y las de ellos y otros jefes las eximían de las actas; pero… ¿Por qué? Si estaban tranquilo de sus acciones porque las sacaban del proceso jurídico cuando debían dar fe certera de todas sus actos. Es algo que aún no entendemos pero especulamos a su manera: El juzgado federal le asigna el seguimiento de su amigo, estos para salvaguardar sus intereses aceptan la investigación ocultando la relación al juez. Luego en provecho de que la justicia se basa en lo que los investigadores informan, sin revisar los que le envían por los atareados trabajos que poseen; ocultan sus llamadas y las retiran de las transcripciones. Y para justificar los conocidos contactos policiales que esté poseía, redireccionan la causa hacía estos tres ingenuos, con informes falsos, especulaciones e inducciones obvias.

“Yo no busco mi propia gloria; pero hay uno que la busca y él es el juez”. (Juan
8:50 NVI)

No podía creer todas las atrocidades que se manejaba en este proceso judicial, por eso las defensas puntualizaron sus presentaciones con el vicio existente, de las relaciones y las distintas violaciones en materia penal, procesal y constitucional; paralelamente, yo no me quería quedar con una mera presentación; por eso, decidí radicar una formal denuncia (aún así con la negativa de mí hijo y sus colegas) explayando todo lo que investigado hasta el momento y solicitando lo que faltaba investigar. De igual manera, ambos protocolos fueron sutilmente ignorados; en el caso de lo presentado por las defensas, más allá del retardo innecesario que promovían, emitían contestaciones absurdas e incoherentes a cualquier ajuste de derecho; con palafraseos repetitivos típico de una doctrina superior; y si apelaban a la siguiente instancia estos contestaban de la misma manera que el magistrado anterior. ¿Entonces? ¿Qué da que pensar? Es obvio el poco interés de la justicia de ajustarse al proceso, la poca empatía y la consideración, y el provecho de algunos (los investigadores) de tomar estas actitudes de los magistrados para acusar injustamente a tres individuos, y peo aún así ocultar y dilatar sus maniobras; y al paso que vamos, con estas dilataciones el tiempo va llevando todo aquello que ocultaron.

En el caso de la denuncia, podría escribir una nueva Ilíada que la llamaría LA ODISEA DE JOSE; y con las tantas idas y venidas comprendí el desinterés de tomar en cuenta mí denuncia; y aún espero respuestas -un derecho propio como denunciante- sobre el estado de la misma. Yo me preguntó: ¿Qué tienen que perder los jueces? ¿Ocultan algo? ¿Deben tapar algo?, es algo que aún no comprendo; primero me sorprendía como los investigadores engañaban a los jueces, me compadecí ante semejante atropello a una autoridad como un juez; pero luego al ver las respuestas de lo presentado desestime toda compasión a su envestidura, porque daba que pensar que apoyaba a los investigadores en sus actos; solo lo bendije y se lo entregué a DIOS.

Cuando fui a denunciar, viajé a Concepción del Uruguay desde mi ciudad; allí me dijeron que la podía recibir a la denuncia por el hecho de que allí se lleva la causa; me mandaron a fiscalía y allí con argumentos contrarios me dijeron que debían tomarla a la denuncia de igual manera; volví al juzgado nuevamente y fue tanta la espera y el cansancio que decidí irme. Me presenté en la fiscalía de Paraná, pero ya con una denuncia escrita y estos sin ningún drama me la recibieron argumentando que sería tratada en Concepción del Uruguay por corresponder al ámbito de jusrisccion. Pasaron los días y me comunico con la fiscalía y me argumentaron que la denuncia había sido derivada a Concepción del Uruguay, voy hacia el juzgado de allí, como así a la fiscalía y nadie tenía dicha denuncia; no sabía que pensar, y es que por eso llamo a la fiscalía general y me reafirmaron que la denuncia estaba allí. Retomo reclamando la denuncia y resulta que juez más allá de demorarla la remitió a la fiscalía general designándose una fiscalía de Paraná que trataría la denuncia. Me constituyó en Paraná con una nueva ampliación de denuncia y nuevas pruebas, y me encuentro que el fiscal federal general había ordenado la remisión y tratamiento de la causa en Concepción del Uruguay; igualmente me recibieron la denuncia pero el seguimiento debía hacerlo en el juzgado en que ni importancia me dieron. Volví a Concepción del Uruguay, recurrí a la fiscalía y allí nos dijeron que estaba bajo la órbita de la secretaría de Derechos Humanos, hecho por el cual me constituyó allí y como hasta la fecha no me dieron respuesta. Cada vez que llamo o me cortan o no me dan respuestas, y lo irónico es que esta secretaría la maneja el juez que detuvo a mi hijo y sus colegas. ¿Entonces qué podemos esperar?

En fin, soy hombre de fe, y creo en el cambio de consideraciones en la personas, por eso estimo a la gracia para que el Juez tenga en cuenta todos los planteos que se han hecho, que se considere las pruebas, que se ajusten a derecho, promuevan la investigación a la denuncia; y que considere la domiciliaria para los funcionarios detenidos; el puede proveerla ya que tiene los medios para que se cumpla; hasta que termine el formal proceso.

GRACIAS Y DIOS LOS BENDIGA.

José Luis Larrosa

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