El fenómeno de Milei y la bukelización de la política

Opinión 15/08/2023 Por Editor
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El estupor, a veces, no es hijo de la sorpresa, sino de la negación: una realidad aciaga puede estallar ante los ojos, pero son estos los que deben disponerse a mirar. El terremoto político que sacude desde antenoche a la Argentina, dado por la resonante victoria de Javier Milei en las PASO y, de modo subsidiario, por el triunfo de Patricia Bullrich en la interna fratricida de Juntos por el Cambio, abren una era de acechanzas para el país, en la que estarán en juego, en el corto plazo, la posibilidad de una dislocación económico-financiera severa, y en el largo, la convivencia social, la gobernabilidad y hasta el modo en que entendemos desde hace 40 años la idea de democracia.

Sí: los indicios estaban allí: una crisis económica interminable, con inflación en alza, ingresos en baja y un estancamiento productivo que data de, al menos, diez años; un empinamiento de la pobreza que hace que la sociedad no se reconozca cuando se mira al espejo; la sensación de una decadencia interminable, con un deterioro progresivo de las condiciones de vida, y, para mucha gente, un sentimiento de degradación moral y de pérdida de jerarquías. El aislamiento de la pandemia catalizó esos sentimientos y los efectos demostración llegados de Europa, Estados Unidos y hasta Brasil hicieron el resto: una derecha radical, diferente de todas las conocidas, se instaló definitivamente en el escenario político nacional.

Un diálogo de sordos

Vox populi, vox Dei; ¿cómo juzgar un pronunciamiento popular tan claro como el de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias? No se trata de juzgar, desde ya, sino de entender.

La caída de siete puntos porcentuales de la participación respecto de las PASO de 2019 –las más comparables–,la peor derrota sufrida jamás por el peronismo y el colapso del gran proyecto de poder del Círculo Rojo –el de Horacio Rodríguez Larreta– son elementos de un castigo que alude, pero también excede al gobierno de Alberto Fernández. El escarmiento no fue a una gestión fallida, sino al menos a dos… si no más. Por eso la oposición tradicional no pudo medrar en la actual crisis y su desempeño se ubicó más de tres puntos por debajo del de hace cuatro años, que ya le había anticipado una derrota. El golpe se le asestó a un sistema.

El enojo encontró un vehículo excelente en ese economista extravagante, que les dedica sus triunfos a sus perros clonados, que canta, que grita y que denuesta a los "zurdos asquerosos" y a "la casta" con los términos más violentos que encuentra. Uno que demoniza a un Estado que, para mucha gente, desde hace tiempo es más un obstáculo que un factor de igualación. La furia es tal que buena parte de la gente que lo votó se está entregando a su verdugo.

Nadie se alza con un 30% de los votos sin penetrar profundamente en la base de la sociedad, más cuando las capas de ingresos más altos prefieren, en general, a Juntos por el Cambio. Para comprobar eso basta con observar la amplitud geográfica del triunfo de Milei y el desempeño impactante que tuvo en bolsones empobrecidos del conurbano bonaerense.

Sin embargo, ¿todos los que lo votaron realmente escucharon qué les decía?

En esa base social, mucha gente vive de ayudas del Estado que el minarquista pretende demoler. Se cuentan también empresarios y empresarias pymes que serían barridos por la idea que el candidato tiene de la libertad de mercado –una que incluso encuentra legítimos a los grandes monopolios– y de la apertura comercial. Hay, también, trabajadores y trabajadoras que encontrarían más y no menos precarización en el tipo de reformas que aplicarían un eventual gobierno de La Libertad Avanza (LLA). Por último, la dolarización que postula es una promesa de mayor deterioro de los ingresos. 

Un ejemplo por excelencia de lo anterior es lo que sucedió en la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, una de las 16 en las que se impuso. Ese territorio depende en gran medida de un régimen de promoción industrial que lo ha convertido en una ensambladora hipersubsidiada de productos electrónicos, esquema que Milei desmontaría en caso de llegar al poder el 10 de diciembre. La frustración infinita les puso un tapón de cera a los oídos

La Argentina de Milei

En una Argentina gobernada por Milei no habría lugar para la política de memoria, verdad y justicia.

Los militares condenados por violaciones a los derechos humanos serían reivindicados y las fuerzas policiales –nunca debidamente reformadas– tendrían las manos libres para hacer "justicia" sin Justicia.

El libertarismo nativo gusta del artículo 14 de la Constitución, pero tiene problemas con el 14 bis, que consagra los derechos laborales, y con el 18, base del garantismo penal liberal.

Tampoco habría espacio para los derechos de las diversidades de género, la educación sexual integral, las reivindicaciones feministas y el aborto legal.

La convivencia se haría difícil porque bastaría con ser "zurdo", "progre" o "peronista" para sufrir una fuerte descalificación desde la cúpula del Estado. El kirchnerismo –sus simpatizantes– debería ser barrido y cualquier reivindicación sindical o sectorial correría peligro.

La economía se dolarizaría a una paridad inicial de miedo, los ingresos se derretirían más de lo que ya están, el Banco Central desaparecería y la banca dejaría de tener regulaciones.

La educación y la salud se privatizarían, lo mismo que el sistema previsional. El Estado se retiraría en enorme medida de la vida social, pero con una excepción: su poder represivo se reforzaría.

El fantasma de la ingobernabilidad

Al festejar su triunfo, Milei se jactó antenoche de que, con esos guarismos, en octubre obtendría más de 30 diputaciones y ocho senadurías; poca cosa para el programa que se propone aplicar, uno que, ya advirtió, podría saltarse al Congreso en base al expediente de las consultas populares.

Cabe recordar que las mismas, para ser vinculantes, tienen que ser convocadas por el mismo Congreso en el que el minarquista no tendría bases de apoyo. ¿Qué distancia mediaría de allí al decreto y a la imposición de facto? ¿Resistiría la sociedad semejante cosa?

La amenaza a la gobernabilidad es la principal razón por la que el Círculo Rojo empresarial le teme a Milei. Mientras se difundían anoche los resultados, inversores financieros del exterior realizaban consultas nerviosas  y aquellos vinculados a proyectos productivos como los de Vaca Muerta fatigaban los contactos con sus responsables locales.

Macri al rescate

Tal como quedó delineado el escenario, Milei y Bullrich no deberían tener, a pesar de sus puntos de contacto programáticos, otro destino que la competencia. Sin embargo, Mauricio Macri sugirió en la red social X una cooperación legislativa. "Sumando los resultados de Javier Milei y los nuestros, es enorme esta mayoría de argentinos que planteamos un cambio profundo como no existió en décadas", calculó.

¿Hay chances de algún tipo de acuerdo? ¿Antes o después de octubre? ¿Sobre qué bases, dada la pretensión del libertario y la halcona de liderar el proceso hacia una nueva Argentina?

La derrota de las palomas de Juntos por el Cambio fue tan rotunda que hasta hizo parecer que Macri fue uno de los ganadores de la jornada. Nada de eso. ¿No es Milei, acaso, un producto tanto del fracaso del gobierno de Fernández y CFK como del suyo propio? 

El derrotadísimo y lívido Rodríguez Larreta no tiene hoy capacidad de reacción alguna, pero cabe preguntarse hasta qué punto la UCR es capaz de acompañar cualquier cosa. Si para el jefe de Gobierno porteño y el grueso del radicalismo Milei era hasta ayer nomás un límite infranqueable, ¿cómo pensar que podrían ser parte de la alianza que plantea el envalentonado Macri?

Vuelve en este punto la idea de un pacto democrático, uno que reaccione no solo frente a Milei, sino también ante una eventual confluencia –¿cuándo?– con la también derechista radical Bullrich, que deberá intentar disfrazarse de moderada con enorme esfuerzo. Con todo, el autor de este newsletter no se hace ilusiones al respecto. Los sectores que han lucrado hasta la náusea con el yeite de la grieta no solo se han debilitado mutuamente, sino también a la propia democracia. Poca lucidez cabe esperar de ellos.

Se seguirá, entonces, comparando modelos, rechazando al "neoliberalismo" y proclamando el derecho de los pibes y las pibas a recibir notebooks para educarse. Tan severo es lo que se viene que acaso nada de eso sea ya lo central.

Si Bullrich venció al aparato, Milei se dispone a derrotar al sistema. El sistema, sin embargo, es un boxeador groggy.

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