El amargo camino de Ucrania para integrarse a Europa y la envidia que viene de los Balcanes

El país invadido por Putin se convirtió en candidato a ingresar en la Unión Europea, un audaz paso geopolítico que Kiev y Bruselas saludaron como un “momento histórico”. Pero llegar a la membresía plena le puede llevar diez años y un enorme sacrificio a su población.

Internacionales 26/06/2022 Editor Editor
Volodimir

Tras la muerte de al menos 30.000 ucranianos, el sufrimiento de millones y diez años de convulsión social y política, la Unión Europea vuelve a aceptar a Ucrania como candidata a integrar su sociedad.

Ahora, la movida llega como un enorme espaldarazo en un momento de la guerra en la que las fuerzas rusas avanzan en la región industrial del Donbás. Es la señal que tanto se esperaba en Kiev y que los burócratas de Bruselas se negaron a dar a pesar de la amenaza rusa. Llega con un sabor amargo y también como una bocanada de esperanza. Habrá infinidad de negociaciones, idas y vueltas, para que se concrete el sueño europeísta de los ucranianos.

Pero si todo va bien, en un año la guerra podría haber acabado y Ucrania no sólo estaría muy bien encaminada para convertirse en el estado 28 de la unión sino que sería el Rubicón de Occidente que Vladimir Putin no pudo cruzar.

El 30 de marzo de 2012 el entonces presidente ucraniano pro-ruso, Víktor Yanukóvich, acordó con la UE un estatuto de asociación. La presión de Putin fue insostenible. El ruso estaba convencido de que estaba comprometida la seguridad de su país y que Ucrania debía seguir siendo parte de su esfera de influencia.

El 21 de noviembre de 2013, el gobierno ucraniano le anunció a la UE que ya no quería ser parte de ese conglomerado. Estalló la furia de los ucranianos que se concentraron de a miles en la histórica plaza del Maidán. Se produjo la revolución del Eurmaidan. Fueron tres meses de manifestaciones, acampadas y una brutal represión. El 22 de febrero, Yanukóvich, se escapó a Rusia.

Cayó el gobierno y fueron a nuevas elecciones bajo un régimen parlamentario. Pero el país estaba profundamente dividido: un 40% apoyaba la integración europea, pero otro 40% creía que se debía firmar una asociación aduanera con Moscú. Y ambas opciones tenían una división geográfica. El este y el sur ruso parlante y el enorme oeste inclinado hacia la unidad continental.

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