Desde el frente de batalla

Este diario del juicio será el fascículo diez del libro “La CODESAL un proyecto de desarrollo e integración” que salió este lunes a circulación con 216 páginas y que agotó su primera edición en pocas horas.

Editorial 27/09/2023 TABANO SC
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Ya está en prensa digital la segunda, quien quiera comprarlo puede concurrir a Concejal Veiga 777 (8 a 16) y llevarse los primeros 9 fascículos en tapa dura al precio de 5 mil pesitos, necesarios para pagar el costo de la impresión.

Ingresamos bajo lluvia y apenas subidos los casi cien escalones para acceder al hall de la Sala Penal nos encontramos con un aglomeramiento de personas que son citadas a las 8 de la mañana para una audiencia que comenzó a las 9.

Mientras nos sentamos en la larga mesa de los cinco imputados y nuestros tres abogados defensores, tenemos que ,enfrente, se ha agregado un nuevo fiscal y ahora son tres que conversan animadamente y despreocupadamente entre ellos, mientras, tras la puerta, los que van a declarar, no están tan tranquilos, la mayoría ha tenido que dejar sus tareas habituales para venir a recordar situaciones vividas hace diez años atrás.

La semana pasada, el fiscal Arias, haciendo uso de las atribuciones de su cargo, citó por medio de la policía y bajo apercibimiento de ser conducidos por la fuerza pública a su oficina para recordar a cada uno de sus 57 testigos, lo que habían declarado previamente en 2018, así que esta presencia en tribunales de hoy, es continuidad de otra previa. La defensa no tiene las mismas armas, no puede citar a sus testigos por la fuerza pública para “refrescarles” la memoria. Es más, desde el estrado, se nos advierte que no podemos hablar con los testigos, antes que se sienten frente al micrófono, que es correcto, todos debemos tener los mismos “derechos”.

Contar, cada testimonio, excede el espacio disponible en esta columna, por lo que solo me voy a referir al de una persona que en menos de media hora desbarató y deshizo en mil pedazos la “teoría del caso” sostenida por el fiscal Arias. Se trató de una administrativa que recibía los ingresos de las recaudaciones en los distintos puntos administrados por la CODESAL y los volcaba en planillas, pagando con ellos los gastos de combustibles, lubricantes, repuestos y el pago de las retribuciones por contratos de obras y servicios, pagados en forma semanal y otros mensuales, esta pequeña administración de cuatro personas, eran las “arcas” de la CODESAL, el lugar donde funcionaba la Tesorería, que obviamente no era mi bolsillo.

Aclaró, la testigo que esa recaudación “nunca alcanzaba” para sostener el Organismo y reconoció frente a los jueces, que recibía dinero de mi bolsillo, para cubrir las diferencias. Arias y su socio en la IPP, mi ex amigo Aníbal, insistieron siempre que “sustraje” el dinero que se cobraba en Termas y lo que pagaban los consumidores de la coca y el sándwich. Como en el caso de la ambulancia en que la Policía “inventó” un certificado trucho del RNPA para secuestrarla, los fiscales, sabían que no había sustraído nada, pero siguieron tratando de encontrar algún flanco para joderme y por eso, el fiscal, se negó a hacer una Pericia Contable, me negó el derecho a que un profesional peritara toda esa documentación que ahora deben revisar los jueces sin conocimientos técnicos en ciencias económicas. Arias, quiere ser juez anticorrupción, entonces redobla su apuesta, necesita que me condenen aunque al revés de no haber cometido ningún delito, fui el sostenedor de la CODESAL. Si hay justicia, seré absuelto y si no, les contaré como sigue la vida de un condenado.

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