EL AURA DE JORGE

Jorge Luis Ciuccio era uno de esos entrañables hermanos de corazón, un ser diáfano, sonriente, una voz amiga y una mano “pa’lo que guste paisano”
Por eso mismo, anduvo ayudando a los Bomberos Voluntarios, a los Inmigrantes, a los pobres y a nosotros, sus amigos, que ni siquiera teníamos que pedirle una gauchada, la hacía nomás, por puro gusto de ayudar y sin esperar nada a cambio.
Y no éramos amigos de juntarnos, ni siquiera de hablar de política, ni del partido de fútbol, pero la hermandad no requiere de todas esas cosas.
La esencia de la hermandad cimentada en la verdadera amistad reside en relaciones emocionales positivas es que, compartimos ni más ni menos que la vida y en esa ruta que nos toca transitar por “los caminos de la vida” como diría Vicentico, nos toca por ahí, encontrar a hermanos de corazón que como con Jorge nos entrega todo su ser en una sonrisa franca.
La última vez que estuve en la AFIP, lo busqué por donde estaba su escritorio y no quise preguntar a nadie y me fui, perduraba en mi su figura, como si siguiera estando allí y se acercaba con la mano extendida. Nunca pensé que estuviera escribiendo sobre él -meses después- cuando ya traspasó lo terrenal y se encuentra en la otra dimensión, la de los buenos y los justos.
Sí, Jorge Luis Ciuccio se fue sin decirnos nada. Ni siquiera llamó para avisarnos que estaba enfermo, tal vez, por ser como era, no habrá querido molestar y prefirió irse así de pronto y en silencio.
Nos deja eso sí, un vacío muy grande, un hueco en el corazón que será difícil de llenar porque Jorge no tiene reemplazo, era único.
¿Qué diría si leyera estas líneas?
“Dejáte de joder, que la vida sigue, aprovéchala, vive.”
No, nos queda otra, que si así fuera, seguir en el camino y tal vez, en algún recodo de las vueltas de la vida, volver a encontrar un hermano del corazón que supla la ausencia de Jorge.
Decía ayer Pedro, que estas personas son únicas e irremplazables y que no hemos trasladado a los jóvenes ese espíritu que tenía Jorge Luis Ciuccio, puede ser, pero creo que estos seres no se hacen sino que nacen iluminados con esa luz de su propio aura que como radiación luminosa se extiende hacia todo su ser, algunos la perciben, otros no.
No quiero decir, que Jorge haya sido un ser de otro planeta, al contrario, era tan humano como cualquiera y por eso mismo se fue a la otra dimensión y sin avisar.
Alejado de todo dolor, vagando por las praderas del señor, Jorge la debe estar pasando bomba aunque a nosotros nos dejó acongojados no por él, sino por nosotros que se nos fue un hermano.