Editorial: El crimen de Jesica Bravo y la justicia que llega tarde

La muerte de Jesica Noemí Bravo no solo sacudió a Concordia por su brutalidad, sino que expuso, una vez más, el rostro más crudo de un sistema judicial que parece funcionar únicamente cuando el hecho ya está consumado. El martes, en el barrio Llamarada, una joven fue asesinada dentro de su propia casa. Hoy, su familia llora frente a Tribunales, exigiendo respuestas que debieron llegar mucho antes.

Opinión12/09/2025TABANO SCTABANO SC
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Lucas Sampietro, tío de Jesica, lo dijo con la voz quebrada por el dolor: “Mi sobrina está cumpliendo años y yo tuve que enterrarla”. Pero también lo dijo con la indignación de quien sabe que esto pudo haberse evitado. Su hermana —la madre de Jesica— había realizado cinco denuncias previas contra la presunta agresora. Cinco alertas que fueron ignoradas. Cinco oportunidades que tuvo la Justicia para intervenir. Y no lo hizo.

FAMILIAR

La escena frente al Palacio de Tribunales fue desgarradora. Gritos, llanto, pancartas. Pero también fue una interpelación directa a un sistema que parece más preocupado por los plazos procesales que por la prevención de la violencia. ¿Qué sentido tiene una Justicia que actúa cuando ya hay una víctima fatal? ¿De qué sirve un Estado que no escucha los llamados desesperados de quienes viven bajo amenaza?

La causa judicial recién comienza. Se habla de seis adultos detenidos y una menor como presunta autora del crimen. Se espera la imputación formal. Se espera que alguien dé la cara. Pero la familia de Jesica no espera más. Porque ya esperó demasiado. Porque ya enterró a su hija. Porque ya gritó en vano.

Y mientras los expedientes se acumulan y los funcionarios se escudan en tecnicismos, la comunidad se pregunta: ¿cuántas Jesicas más deben morir para que la Justicia actúe a tiempo? ¿Cuántas denuncias deben archivarse antes de que se considere que hay riesgo real? ¿Cuántas familias deben encadenarse frente a Tribunales para que alguien se digne a atenderlos?

La muerte de Jesica Bravo no es solo un hecho policial. Es un fracaso institucional. Es el resultado de una cadena de omisiones que hoy se intenta maquillar con declaraciones y promesas. Pero la herida está abierta. Y no se cierra con formalismos.

La Justicia que llega tarde no es justicia. Es burocracia. Es indiferencia. Es abandono. Y en Concordia, como en tantos rincones del país, esa indiferencia ya tiene nombre, rostro y fecha: Jesica Noemí Bravo, asesinada el 9 de septiembre de 2025, mientras el Estado miraba para otro lado.

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