El principio de la Ley: “Polos opuestos se atraen, polos iguales, se repelen”

Si para cuando, la Presidenta del Superior Tribunal de Justicia, lea estas líneas Cristian Jesús, esta bajo tierra, sería una consecuencia directa de que sus pesares terminaron de la peor manera.

Editorial 19/10/2023 TABANO SC
Tribunales

El hombre, intentó suicidarse, le cosieron las heridas y salió a la calle, dirigiéndose donde él creyó que tendría alguna solución: el Palacio de Tribunales de Concordia, nombrado por el director de esta Hoja como “la Caldera del Diablo”.

¿ Es un lugar adecuado para ir a reclamar que lo deriven a Federal porque está enfermo ?. Evidentemente no, el lugar está superpoblado de pesares, se respira en el aire un ambiente caldeado de dolor y como antesala de la cárcel, es el purgatorio de sus pabellones, paso previo al infierno.

La retina observa mujeres con hijos llorando, muchachos harapientos esposados, algunos presos porque se robaron una lata de picadillo, muchos haciendo cola en la oficina de la fiscalía, pidiendo solución a problemas difíciles de arreglar a través de funcionarios que solo quieren cumplir con su función: el fiscal acusando por delitos, el juez juzgando por esos delitos, la oficina de gestión de audiencia, gestionando encuentros entre fiscales, defensa y jueces. No hay aquí lugar para el bienestar social de los desposeídos, ni siquiera para aquellos que, además, perdieron la cordura.

Claro, si un fiscal, escuchara a Cristian, tal vez se le ocurriría una medida “in extremis”, acusarlo de atentar contra su propia vida y ordenar el traslado a Federal para que se proteja su integridad física, pero esta situación no parece ser la que Cristian encontró ayer en Tribunales y no se sabe dónde se encuentra ahora, ni donde dormirá esta noche.

La justicia no tiene, ni seguramente tendrá, un departamento, oficial o una persona que se ocupe de otra cosa que la Ley del Talión “ojo por ojo y diente por diente”, aunque adecuada a la modernidad, el que saca un ojo, irá a dar con sus huesos al infierno de la cárcel, esa inexistente oficina, que sería en lugar de “la justicia va a los barrios”, “la justicia se ocupa de los humanos”, interesándose en solucionar problemas de los centenares que concurren diariamente a Tribunales gestionando como solucionarlos poniendo como norte el derecho pro homine y los derechos humanos, discutidos y zarandeados en audiencias pero para la aplicación en otros ámbitos.

La justicia aplica a los justiciables pero ella tiene los ojos tapados. Nadie levantará de los sillones para ir a verlo a Cristian llorar en la vereda de Tribunales, ni al hombre que con un cartel en sus manos procura encontrar a su hijo, “esa no es nuestra función” y es así, no porque sean insensibles sino porque consideran que no deben hacerlo y no están obligados, ni siquiera motivados a hacerlo.

Lo extraño es que Cristian para ir a Tribunales pasó por la catedral de Concordia y no se le ocurrió ir a hablar con un cura, cruzó por la Municipalidad y no pensó que debe haber una oficina de Bienestar Social que podría ayudarlo y venía desde el hospital Heras, donde funciona la Sala 8, de Salud Mental, donde podrían atenderlo y derivarlo a Federal.

Se cumplió la Ley de Coulomb: “los polos opuestos se atraen”, Cristian equivocó de puerta, al ir a pedir ayuda a un lugar que funciona de otro modo y para otra cosa. Sin saberlo, se estaba metiendo en la boca del León, gracias a que todos estaban ocupados y a nadie le interesó su caso, no lo pusieron preso por atentar contra su vida.

Los derechos constitucionales se aplican, cuando se violan, los derechos humanos cuando se denuncian y se revisan en textos no en las venas cosidas del brazo de Cristian, ejemplo cruel del derecho humano más elemental y básico: el de la vida, comprometida y en peligro.

Cristian avisó, como la pobre mujer que se prendió fuego en Tribunales., un caso parecido, con final anunciado.

 

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