Dolor en Entre Ríos por la muerte de Tape Chaná

Se trata del "payador de sangre charrúa", como se definía. Era de Uruguay, pero entrerriano por elección. Falleció a los 63 años.

Sociedad16/10/2023EditorEditor
tape chaná

El artista, payador y jinete Tape Chaná, oriental de origen pero de Entre Ríos por decisión de vida, falleció en la tarde de este domingo 15 de octubre. El artista popular, “payador de sangre charrúa”, como se definía, habría cumplido 64 años en diciembre.

Nacido como Wilker Hugo Izaguirre Sandoval, el popular artista entrerriano “Tape Chaná”, había llegado al mundo el 28 de diciembre de 1959, en Mercedes, en la República Oriental del Uruguay.

Afincado en Entre Ríos desde muy joven, vivía en San Justo (departamento Uruguay) y era uno de los más reconocidos cultores de ese invencible género que es la payada, el arte de improvisar en versos, generalmente en décimas, del cual Izaguirre era uno de los referentes en nuestra región.

Hijo de una familia trabajadora en donde era uno de nueve hermanos, el Tape Chaná “cruzó el charco” y se vino para este lado en 1973, hace exactamente medio siglo. Su papá era un militante gremial y del Frente Amplio, y cada tanto “allanaban nuestra casa, llevaban preso a mi padre, mamá lloraba, no nos decían nada”, contó en una entrevista.

“Papá trabajaba en la PAMER” (una fábrica de cartón corrugado del Uruguay) “y era un defensor de los obreros, era gremialista, una vez llegó muy lastimado, le habían pegado por haberse prestado o llamado a una huelga, habrá sido 1965. Yo me fui para la Argentina en el ’73”.

El origen del payador y legado artiguista

En su libro imprescindible La canción del mundo entrerriano, relata Guille Lugrin lo que alguna vez “nos contara nuestro amigo el Tape Chaná en un Encuentro De Costa a Costa. En esa oportunidad de 2014, nos relató que, siendo un niño, en su Banda Oriental natal, estaba jugando en un árbol, descalzo de siesta en verano, cuando vio pasar una marcha de caballos y jinetes y, sin más, siguió los atavíos propios del paisano hasta un campo donde había una jineteada. Lo hicieron amigo, le dieron de comer al llegar la noche y cuando sus padres preocupados pudieron hallarlo, estaba dormido sobre un cuero de oveja. Años después, ya de este lado del río Uruguay, el gurisito se hizo un reconocido payador. Como si fuera un legado artiguista: oriental de nacimiento, entrerriano por adopción y vida”.

Siendo gurí aprendió a tocar la guitarra y estudió folclore con María Luisa Acevedo, quien tenía un grupo folclórico donde “aprendí a bailar y tocar la guitarra”. El Tape mezcló empleos de niño-peón, de mandadero en una fábrica de repuestos cuando todavía iba a la escuela. Cuenta que “estaba en planilla, cobraba mi sueldo y se lo llevaba a mamá, jamás nunca vi un peso. Agarraba el sobre que me daban, llevaba un papel que mamá o papá firmaba, y el dinero para mamá, el primer sueldo que cobré me acuerdo que le compré una remera para cada uno de mis hermanos”.

El jinete

También comenzó a trabajar como jinete y así fue que, de manera totalmente fluida, comenzó a mixturar jineteada y payada. Fue en ese ámbito donde conoció a Tito Tailada, que en Cardona “me invitó para ir a Argentina, y me vine con él a San Antonio de Areco, él tenía una tropilla de petisos pony, él los domaba y yo los galopeaba como era chiquito y medio camperón, me fui a San Antonio de Areco, mis viejos aprobaron y me vine”.

Entre idas y venidas, el Tape Chaná se quedó para siempre en la Argentina. A los 17 años ya tenía su casa, y conoció a la que fue su esposa hasta hoy. “Fue en la casa de un tropillero, nos enamoramos ahí, muy gurisitos, yo 17 o 18 años había terminado mi casa y a los 21 me casé y desde entonces tengo la compañera de toda la vida y dos hijos, Pitingo y Nahuel, y una nieta”, contaba en entrevista.

En una entrevista para el sitio del Festival de Diamante, el Tape contaba que participó desde el año 1978, “en aquellos tiempos como jinete y después como cantor también”. En 1982 se cruzaron fuerte los caminos del jinete con los del payador: “Ese año tuve la oportunidad de trabajar en El Mangrullo con Rafael Bueno y José Silvio Curbelo, el más grande de los payadores de América y del mundo. Y ahí empecé a ir mechando jineteada con canto y guitarra”. Ese mismo año salió campeón en Diamante en un caballo de Viganoni, “El Pisa Fuerte”. No fue la única vez, el Tape obtuvo varios premios con caballos de distintas tropillas, y así “se me fue metiendo, ganando en el alma el festival diamantino”.

El camino del payador

Hace pocos años, en diálogo con Juan Izaguirre en Radio Total, definía el Tape: “En el canto del payador reside la Patria Grande”, justamente en una conmemoración del Día del Payador.

En esa ocasión manifestó su satisfacción por el surgimiento de nuevos payadores:

“Las nuevas historias de los payadores le han dado otro tinte a este canto viejo con voces nuevas”. Contó que los jóvenes payadores se instruyen y estudian para conocer nuestras raíces y así poder payar e improvisar acompañados de su guitarra.

El Tape dominaba esa vieja y extraordinaria arte que combina las palabras, la repentización y la música y era un referente indiscutido en el género.

Era autor de numerosas canciones, de la cual quizás la más valorada y recordada es “Un día en el pajonal”, donde el Tape describió, en buena medida, su propia vivencia y compuso así una de esas canciones que entran en el corazón y la mente del pueblo. La chamarrita “Un día en el pajonal” ha sido grabada incluso por otros artistas (como Catherine Vergnes, entre otros) y hasta hay un tutorial en YouTube para aprender a tocarla.

La despedida

En San Justo, lugar donde residía hace años con su familia, el Tape luchaba desde hace tiempo contra el cáncer. La periodista Andrea Pacinelli contó que su estado se había agravado en los últimos días, pero permaneció con los cuidados y amor de su familia y amigos.

“Se fue el autor de letras hermosas, el payador, el animador de jineteadas, de destrezas, el cantor del pueblo, el hombre trabajador, el cultor de tradiciones. Se fue un grande..... Hasta siempre Tape”, así lo despidió Andrea con palabras muy sentidas.

Por su parte la payadora Liliana Salvat lo despidió en las redes con estas palabras: “Cómo duele escribir esto: Así te voy a guardar en mi corazón hermano querido! ¡Gracias por todos los buenos momentos que nos regalaste! Se fue un ser maravilloso”.

El músico Rolando Pitter —integrante de Los Concepcioneros— dijo: “Realmente es una gran pérdida. El Tape fue un artista con todas las letras, un payador de lo mejor. Supo estar en los más grandes escenarios de jineteadas. Se fue un gran amigo y mejor persona. Lo recordaremos por siempre. Mis condolencias a la familia”.

La profesora María de los Angeles Ponce de León resaltó al despedirlo: “Nunca dejaré de agradecer todo el apoyo que me diste siempre en todos los eventos escolares. Gracias Tape querido. Hasta que nos volvamos a encontrar, allá donde la música, payada, danzas y relatos, no tienen hora ni día. Allá querido Tape, allá brindaremos y nos volveremos a encontrar”.

Un alma abierta y generosa

En las redes sociales, sus amistades, sus colegas payadores y jinetes, sus seguidores y admiradores, no dejaron de destacar la integra persona que fue el Tape.

Recientemente, además, había mostrado su apertura de pensamiento, cuando aceptó la propuesta de la Feria de la Palabra y realizó un “duelo” con un cultor uruguayense del hip-hop, un encuentro muy bien recibido por el público, y donde además ambos artistas quedaron fascinados con la actividad. (El Miércoles Digital)

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