
“No es el más benigno, pero tampoco el más agresivo”, dijo el médico del expresidente.
El presidente de Estados Unidos anuncia otro paquete de casi 470 millones de euros de ayuda militar a Ucrania.
Internacionales21/02/2023Estados Unidos ha ofrecido este lunes el mayor símbolo de adhesión política a Ucrania desde que se inició la guerra. En una visita arriesgada e histórica a la capital del país, Kiev, el presidente estadounidense, Joe Biden, se ha reunido con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, a solo cuatro días de que se cumpla el primer aniversario de la invasión lanzada por Vladímir Putin. La visita por sorpresa se produce cuando el Kremlin ya ha empezado su nueva ofensiva en distintos puntos de Donbás —una región siempre caliente y sangrienta— y el Ejecutivo ucranio ha advertido de que Putin está preparando otro bombardeo a gran escala con misiles, que coincidirá con el aniversario del conflicto.
La llegada de Biden, rodeada de medidas extremas de seguridad, es el símbolo tangible no solo de que Ucrania está anclada ya en Occidente; también de que la Administración demócrata sigue manteniendo su sostén a Kiev, mientras son cada vez más sólidas las evidencias de que Moscú se está preparando para una guerra larga con el objetivo de agotar a los ucranios y a sus aliados. Ese riesgo de fatiga no deja de aumentar a medida que los fondos y las armas se consumen en Ucrania a gran velocidad. De momento, Biden ha anunciado en Kiev un nuevo paquete de 500 millones de dólares (cerca de 470 millones de euros) en ayuda militar. La Casa Blanca avisó al Kremlin del viaje de Biden con unas horas de antelación, han confirmado fuentes oficiales de Washington. Este gesto de comunicar por seguridad el desplazamiento a las autoridades de Rusia suele llevarse a cabo cuando delegaciones importantes se desplazan a territorio ucranio.
“[Rusia] pensó que Ucrania era débil y que Occidente estaba dividido”, ha dicho Biden en sus redes sociales. “Pensó que podría sobrevivir a nosotros, pero estaba completamente equivocada”, ha añadido el presidente estadounidense, quien ha asegurado que el compromiso de EE UU con “la democracia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania” es inquebrantable. En un breve discurso, Biden ha elogiado el coraje de Ucrania durante la guerra, ha asegurado que apoyará al país todo el tiempo que sea necesario y ha prometido más munición para los sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad. “Sabía que volvería [a Kiev]”, ha remarcado Biden, que tiene una larga y compleja relación con Ucrania desde su época como vicepresidente de la Administración de Barack Obama.
Como ya hizo durante la inédita cumbre UE-Ucrania hace 10 días, cuando los líderes de las instituciones europeas visitaron Kiev, Rusia no ha permitido que la delegación de alto nivel estadounidense deje de sentir la guerra. Durante la mañana, fría pero soleada, con cielos azules, como casi cada día han sonado las alertas antiaéreas en muchos puntos del país; también en la imponente capital ucrania, con el centro blindado por las medidas de seguridad y donde los atascos han paralizado la circulación. Este lunes se cumplen también nueve años de la conocida como mañana sangrienta, cuando, durante la revolución anticorrupción y europeísta del Maidán en Ucrania, decenas de personas murieron por cargas policiales.
Con el sonido de la alerta antiaérea de fondo —debido a un avión de combate que despegó desde Bielorrusia, según los medios ucranios—, Biden y Zelenski han visitado juntos la catedral de San Miguel de las Cúpulas Doradas y han caminado unos metros por el centro de Kiev. Escoltados por militares, se han acercado al Muro del Recuerdo, donde se encuentran los retratos de homenaje a miles de militares ucranios muertos en combate desde que Rusia lanzó la invasión ilegal de la península de Crimea y alimentó la guerra de Donbás, en el este del país, en 2014.
Antes, a primera hora de la mañana y justo al llegar, Zelenski ha recibido a Biden en el palacio presidencial de Mariinksi, donde han mantenido una serie de reuniones bilaterales. Primero ellos dos; después con las delegaciones extendidas. Las conversaciones, ha dicho el líder ucranio, que definió la visita como “la más importante en las relaciones entre EE UU y Ucrania”, han sido “muy fructíferas”. La reunión, dijo, tendría “seguramente un reflejo en el campo de batalla”. En una de las lujosas y artísticas salas del palacio Mariinski, construido por la emperatriz rusa Elizaveta Petrovna en 1744, Biden ha recordado los temores de hace casi un año, cuando muchos pensaban que Putin tomaría la capital rápidamente. “Un año después se mantiene”, ha dicho el dirigente estadounidense. “Ucrania está de pie. La democracia se mantiene. Los estadounidenses están con vosotros y el mundo está con vosotros”, ha añadido con solemnidad Biden, que ha advertido de que aunque la guerra de Putin “está fracasando”, quedan “días, semanas y años muy difíciles”. Biden dejó Kiev menos de seis horas después de su llegada, no sin antes haber tenido también tiempo de reunirse con la representación diplomática de EE UU en el país.
Las calles de Kiev eran un inmenso embudo de tráfico desde primeras horas de la mañana. Los atascos no eran los habituales de cualquier lunes, pese a que la capital ha ido recuperando el pulso en los últimos meses. Algo raro pasaba, entendían los ciudadanos, ante las calles repletas de vehículos que apenas avanzaban. A lo largo de la avenida de la Victoria y en otras arterias importantes de la urbe había parejas de policías apostadas en cada cruce. Andrii, un taxista local, no creía, sin embargo, que fuera posible que Biden hubiera llegado a Kiev o que tuviera pensado hacerlo. “Es imposible”, zanjó en una conversación con el reportero de EL PAÍS en medio de uno de esos embotellamientos. Sus ojos se abrieron como platos en cuanto saltó la noticia. “Pues ha venido...”, comentó con una sonrisa, tratando de superar su incredulidad.
La visita de Biden se produce un día antes del esperado discurso sobre el estado de la nación de Vladímir Putin, que se pronostica todavía más beligerante y furioso que de costumbre. El mandatario estadounidense, que ha viajado en tren desde la frontera polaca durante unas 10 horas después de un vuelo transatlántico, era uno de los pocos líderes occidentales que aún no había viajado a Ucrania durante la guerra. El presidente estadounidense tiene prevista una visita a Polonia mañana martes para reunirse con su homólogo polaco, Andrzej Duda, y los líderes del llamado grupo de Bucarest (nueve de los aliados de la OTAN del flanco oriental). Una visita —la segunda a Polonia desde el inicio de la invasión— justo cuando el debate sobre los fondos y las armas para Ucrania vuelve a activarse. Algunos republicanos amenazan con recortar la financiación y con la perspectiva de las elecciones presidenciales el año que viene, la guerra de Rusia en Ucrania será una parte sustancial de la campaña en EE UU.
De entre todos los aliados occidentales, Washington es el que más apoyo armamentístico ha proporcionado al ejército ucranio. Estados Unidos ha comprometido unos 30.000 millones de dólares en asistencia de seguridad para Ucrania y, en las últimas semanas, ha acordado proporcionar varios de sus modernos tanques Abrams 1, que se unirán a los Leopard 2 alemanes que Berlín y varios países europeos proporcionarán mediante una coalición para ese envío que está tardando en arrancar. Mientras, Zelenski reclama armas de largo alcance y cazas militares.
La entrega de aviones puede ser uno de los temas que la Administración ucrania haya tratado con Biden, pero hasta hace unos días su envío no estaba sobre la mesa. Lo que más urge a Ucrania es recibir munición y lograr poner en marcha la logística de los tanques. Mientras, el estadounidense ha prometido otros 470 millones de euros para Ucrania que incluirán municiones de artillería, sistemas antiblindaje y radares de vigilancia aérea. “Más adelante, esta misma semana, anunciaremos sanciones adicionales contra las élites y las empresas que intentan evadir las sanciones y respaldar la maquinaria de guerra rusa”, ha avanzado Biden.
“No es el más benigno, pero tampoco el más agresivo”, dijo el médico del expresidente.
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