El misterioso cura ‘antivacunas’ de Concordia

El pasado martes 26 de octubre ocurrió una situación peculiar en la sede de la Dirección Departamental de Educación de Concordia: dos personas se presentaron y dejaron un escrito, sin firma ni introducción. Una de las personas era un sacerdote concordiense que desarrolló casi toda su vida sacerdotal en España.

Concordia 24/11/2021 Editor Editor
Sacerdote

El escrito contenía una serie de notas cortadas y pegadas de la web, sin contextualización, en lo que se suponía un manifiesto en contra de la vacunación anti Covid-19 que desarrolla el Ministerio de Salud entre la población infantil.

“Simplemente fue una charla donde expresaron su pensamiento y yo les compartí mis fundamentos”, esbozó  Fabián Vallejos, director departamental de Educación de Concordia. "Ellos manifiestan que, según una serie de extractos de artículos y notas de internet, los efectos secundarios de las vacunas serían graves”.

Vallejos dijo que se presentaron dos personas, una docente y un sacerdote, “simplemente como autoconvocados”, y “se los recibió y escuchó como a cualquier persona”. Igualmente, el funcionario subrayó que “para ser vacunados, los padres de los alumnos deben presentar un manifiesto de voluntad”, ya que solo se va a vacunar a los menores cuyos padres expliciten que quieren recibir su dosis.

El sacerdote se llama Mariano Martín de San Félix, es concordiense pero desarrolló casi toda su actividad sacerdotal en España. Su último destino, en 2010, fue en la parroquia San José, en Villaviciosa, un pequeño poblado de Asturias que está bajo la jurisdicción de la diócesis de Córdoba. Allí permaneció hasta 2017. Se formó como religioso en el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo, de Paraná, pero completó sus estudios en San Rafael, Mendoza, en el Instituto del Verbo Encarnado (IVE), la orden religiosa que fundó el sacerdote Carlos Buela, a quien el Vaticano le abrió una investigación por denuncias de abusos sexuales y que en 2016 mandó a enclaustrarlo a un monasterio en Francia.

¿Por qué un seminarista que comienza su formación en Paraná terminaría recalando en Mendoza, y allí se ordena?

La revuelta en el Seminario de Paraná

A la muerte del arzobispo Adolfo Servando Tortolo, que gobernó la Iglesia de Paraná entre 1962 y 1983, asumió el mando Estanislao Esteban Karlic, que se quedaría entre 1983 y 2003. Una de las primeras medidas que tomó Karlic cuando asumió el mando fue intervenir el Seminario Arquidiocesano Nuestra Señora del Cenáculo.

Los cambios se conocieron en el invierno de 1985. El lunes 22 de julio de ese año el todavía arzobispo coadjutor Estanislao Karlic –actuaba por delegación de facultades de Tortolo, ya entonces muy enfermo– firmó la resolución a través de la cual descabezó al equipo de formadores de los seminaristas.

El texto de la resolución, aunque muy moderado, endilgaba a la institución haber quedado atrapada en el tiempo, no haberse renovado, y haber desdeñado los cambios que trajo consigo el Concilio Vaticano II, primero, y después, el pronunciamiento del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que se reunió en Puebla, México, en 1979.

Karlic argumentó que los cambios fijados se inscribían, precisamente, en el “año eclesial de celebración de los 20 años del Concilio Vaticano II, cuyo magisterio debe ser profundamente asumido por la vida del Seminario”. Y recordó que “las líneas clave del Documento de Puebla abren un camino de comunión y participación que sólo será realidad cuando el Seminario viva según el espíritu de este documento del magisterio latinoamericano, siendo el momento de insertar vigorosamente a nuestro Seminario en la línea eclesial de las recientes normas para la formación sacerdotal en los Seminarios de la República Argentina, habiendo oído repetidas veces al Señor Obispo Auxiliar y al Colegio de Consultores”.

Así, Silvestre Cecilio Paul fue apartado del cargo de rector, y en su reemplazo se designó a Agustín Kaul, quien duró en ese lugar tan sólo un año: lo sucedió Luis Jacob, entre 1986 y 1992. Y en 1992 accede al puesto de rector del Seminario de Paraná el actual arzobispo, Juan Alberto Puiggari.

El paso de Ezcurra por el Seminario de Paraná dejó marcas: integró el equipo de formadores, y llegó a ocupar el cargo de vicerrector. Pero también estuvo muy cerca de Tortolo, de quien fue su protegido, durante trece años.

¿Dos días después de conocidos los cambios en el equipo de formadores del Seminario, el edificio, ubicado en la zona del Brete, sobre avenida Don Bosco, apareció con pintadas ofensivas hacia miembros de la Iglesia local, en especial hacia Karlic.

El miércoles 24 de julio de 1985, El Diario, de Paraná, se ocupó del asunto. Le dio especial desarrollo dentro de los temas locales, y tituló así: “Modificaciones en el Equipo de Superiores del Seminario. Pintadas ofensivas contra Monseñor Estanislao E. Karlic”.

Luego de dar cuenta de los movimientos, la crónica señala. “En cuanto a las pintadas –con aerosol– todo indica que fueron realizadas en la madrugada del lunes último, antes de la reunión de monseñor Karlic con el Presbiterio. No tienen firma e incluyen palabras ofensivas para el Arzobispo, sacerdotes y movimientos eclesiales”.

Claro, los movimientos de piezas trajeron aparejada una consecuencia: la diáspora de sacerdotes y seminaristas. La mayoría recaló en la diócesis de San Rafael, Mendoza, cobijados por el obispo León Kruk, adonde en forma contemporánea había comenzado a germinar el Verbo Encarnado. Su fundador, Carlos Buela.

De él, de Carlos Buela, escribió el periodista Ricardo Ragendorfer

“Nacido hacía 79 años en Parque Patricios, a ese sujeto prematuramente calvo y rollizo se lo recuerda en el Seminario porteño de Devoto –donde inició su formación eclesiástica– por ser fanático de Huracán y también a raíz de la enorme admiración que le profesaba al cura Julio Melville, considerado nada menos que el mentor del grupo fascista Tacuara.

“Ya entonces tuvo la audacia de enviar misivas a todos los obispos para expresar su visión integrista, criticando a muchos por no dar misa en latín.

“Su reclamo idiomático alcanzó al arzobispo de Buenos Aires, Antonio Caggiano –un ser nada progresista– quien lo expulsó del ese Seminario.

“Entonces fue admitido en el de San Martín por el ex obispo de aquella diócesis, Manuel Menéndez, cuya ideología lo situaba a la derecha de Atila.

“Luego, ya ordenado sacerdote, hizo sus primeras tareas pastorales en la parroquia Nuestra Señora del Rosario, de Villa Progreso.

“Fue entonces cuando monseñor Tortolo se fijó en él. Su siguiente escala fue el Seminario de Paraná. Había dado un gran salto en su carrera.

“Allí se topó con su viejo amigo, Alberto Ezcurra, el fundador y ex líder de Tacuara, quien en esos días ya abrazaba el sacerdocio.

“Juntos, bajo el ala de Tórtolo, formaron en allí una dupla memorable.

“A partir del 24 de marzo de 1976, éste lo nombró capellán ayudante del Colegio Militar. También cumplió la misma función en Bahía Blanca, donde asistía al capellán del V Cuerpo del Ejército, Aldo Vara, célebre por simular auxilio espiritual a los cautivos para arrancarles datos de inteligencia.

«Tal vez Buela lo haya secundado en ello, pero al respecto no existen denuncias en su contra.

«En 1984, al concluir la dictadura, Tórtolo fue reemplazado en Paraná por el obispo Estanislao Karlik. Y Buela encontró nuevos horizontes en San Rafael; allí,  creó su propio grupo, una congregación ultraconservadora con el propósito de negar los preceptos del Concilio Vaticano II. Así nació el IVE».

En ese ambiente, en el Verbo Encarnado, se formó el cura Mariano de San Félix.   

De San Félix

De vuelta en concordia, el cura De San Félix hace una vida de laico, aunque sigue vistiendo sotanas. No pertenece al obispado de Concordia: vive con su mamá, en un departamento, dijo una fuente consultada por Entre Ríos Ahora. «Vino a acompañar a la mamá, que creo que está enferma. Estuvo muchos años en España. No se formó acá en Concordia, sino en el Seminario de Paraná. Después, se fue a otro seminario, en San Rafael, Mendoza, el del Verbo Encarnado», explicó.

Luego de que presentara el escrito en Educación contrario a la vacunación antiCovid a niños, el obispo Luis Armando Collazuol, prefirió el silencio y no opinar del asunto. (ENTRE RIOS AHORA)

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