

La constante afectación de las funciones básicas del Estado, la puesta entre paréntesis de los mecanismos institucionales, el desprecio por la división de poderes y la constante incitación al odio y a la violencia contra quienes piensan distinto, generar un caldo de cultivo para que, como en otras épocas, los profesionales de la antidemocracia arremetan contra el periodismo serio y responsable.
Lamentablemente, quien se ha puesto al frente de esta cruzada contra el derecho a la información y a la expresión es el propio titular del Poder Ejecutivo Nacional, quien parece no haber entendido que una victoria circunstancial en una segunda vuelta electoral (después de haber perdido la primera) no le otorga patente de corso para hacer lo que le venga en gana y pisotear las instituciones.
La destrucción del sistema público de medios, una de las garantías imperfectas (pero garantía al fin) para el ejercicio de la prensa al margen del monopolio del mercado, es uno de los más tristes legados que dejará, más temprano o más tarde, esta Administración Nacional que, hasta ahora, sólo se ha dedicado a destruir y no ha logrado en seis meses construir absolutamente nada.
Por otro lado, la agresión y descalificación permanente a quienes sostienen o expresan ideas diferentes a las del partido gobernante ponen a la Argentina al mismo nivel que cualquiera de los Estados totalitarios de los cuales el Presidente suele renegar. A la par, la actitud servil de un esquema favorecido por los recursos públicos y por el favor del poder no hace sino dar una vuelta más al torniquete que se cierne sobre la libertad de expresión y de información en nuestro país.
Nunca, en la historia de la democracia reciente, hemos vivido una situación así.
Serán cuatro u ocho años dolororos. Muchos quedarán por el camino, lamentablemente. Pero esta noche oscura quedará atrás. Recién entonces podremos mirarnos nuevamente a los ojos unos a otros y decir qué hemos hecho o dejado de hacer mientras las tinieblas opacaban la vida y las libertades de los argentinos. Algunos podremos estar orgullosos, otros huirán de la luz de la verdad y la razón a esconder su vergüenza. (APFDigital)


El hilo se corta por lo más delgado y los despidos de los cuatro jinetes del apocalipsis: Cecco,Azcué,Hein y Frigerio.
Cecco ¿ está “seco” ? Azcué, recalcula y mientras tanto despide municipales, Hein, despide el 30 % de los asesores de los diputados. Frigerio no escucha ni responde a los estatales que baten palmas en la Casa Gris y las calles de Paraná.

Lea este sesudo análisis publicado en PAGINA POLITICA no tiene desperdicio y desnuda lo que todo estamos viendo de un gobierno provincial que está en...Alemania.

El editorialista abandonó la corrección de la pluma de estilo, ingresó a la descalificación por "boludos", un término no habitual en sus textos, como si la violencia verbal que viene de arriba pudiera replicarse desde abajo, aunque dijo que esto no era cierto pues no es una respuesta a los exabruptos de los mandamás, sino una opinión que no encontró otro calificativo para las acciones desplegadas por quienes nos mandan. Habrá que leer y si alguno se anima, opinar sobre un editorial picante.

Los concejales no sesionan porque “no hay temas que tratar”. Ni oficialistas ni opositores encienden una chispa que, al menos, derrita el hielo invernal con una tormenta de ideas y proyecte algo de calor y rumbo.

El candidato a diputado nacional del Partido Justicialista, Guillermo Michel, plantea que la provincia atraviesa una situación de “desgobierno” y que el gobernador Rogelio Frigerio tiene la legitimidad de la elección, pero que le falta construir la legitimidad desde la gestión. “No alcanza con ganar la elección, necesita demostrar que puede gobernar y gestionar la provincia”, manifiesta.