Maldito Campo El Abasto: ¿Será Roque la última muerte que lamentar?

Son cada vez más frecuentes las noticias sobre la basura y la pobreza como común denominador en las desgracias y la miseria en que muchos seres humanos terminan. Siendo todos, como sociedad, en mayor o menor medida, por acción u omisión, responsables de que ello suceda.

Concordia 14/08/2022 Editor Editor
Ramón Zaragoza (2)
Roque Nicolás tenía 24 años.

Los gritos de Roque Nicolás Zaragoza siendo tragado por la pala compactadora de un camión recolector municipal, junto al grito de sus compañeros clamando, durante este sábado aún suena y sonará por mucho tiempo en las mentes de quienes fueron testigos del triste hecho donde la desesperación de llegar hasta lo más bajo solo la conocen aquellos que el estómago retuerce de dolor la dignidad del ser humano por hambre.

En la edición en papel de diario EL SOL de este domingo, publicábamos que un punto relevante que los testigos no dejan de repetir es que en el momento del desgraciado hecho no se encontraría ningún empleado municipal ni la guardia urbana, los cuales deberían estar presentes para guiar a los choferes de los camiones recolectores en la maniobra y, así, evitar que personas entren al lugar, o peor aún, que ingresen y se agolpen mientras el camión realiza las maniobras de descarga.

La única persona que se encontraba en ese momento era un efectivo policial que fue quien le brindó  las primeras atenciones a Roque y llamó al Comando Radioeléctrico para que enviaran una ambulancia.

Murió producto de la desigualdad social y la pobreza

Roque trató de llegar primero a los residuos que transporta el camión para seleccionar lo mejor antes de que sus compañeros le ganen de mano. Y en el intento se le fue la vida.

Eso “mejor” a lo que se hace referencia más arriba es lo que podría servir para aplacar su necesidad y la de su familia. Se trata de parte de los residuos que la gente tira y que es reaprovechada por recolectores informales que se agolpan a la llegada de los camiones compactadores de residuos.

Para impedir que sucedan hechos como estos, que no es el primero en el Campo El Abasto, la Municipalidad de Concordia adoptó diversos operativos, a cargo de la Guardia Urbana, para coordinar el volcado sin que se produjeran accidentes.

De por sí la situación es inhumana porque hay que situarse en el lugar donde abundan moscas, el olor nauseabundo propio de residuos de todo tipo y origen y donde los recolectores deben hurgar en la basura. El que ocurra algo así sin que podamos hacer algo para solucionarlo nos interpela gravemente, nos avergüenza profundamente y nos hace reconocer nuestra propia incapacidad.

Podríamos escribir sobre los poderosos que están ocupados haciendo obras, de las cuales una de ellas es el mismo Campo El Abasto, y otras realizaciones verdaderamente impactantes para el futuro de la ciudad y cuyo tiempo, por tales emprendimientos, está reducido a establecer contactos, convenios y demás cuestiones. Sin embargo también podemos escribir sobre nosotros mismos como hombres y mujeres que sin estar en el poder asistimos a la muerte, naturalizandola como una consecuencia de la pobreza y terminamos anestesiados por la indiferencia o exclamando “pobre” con un dejo de tristeza.

¿Podemos hacer algo más? Seguramente que sí, pero debe haber pocos voluntarios que se animen a bajar a esta sucursal del infierno que, por otra parte, tiene sus propios códigos y reglamentos no escritos donde cualquier extraño será visto como una intromisión en asuntos que para ellos “no deben interesarnos”.

Como todo lo que no podemos arreglar humanamente, imploraremos a Dios para que se ocupe de Roque y su familia y los demás “Roques” de los cuales podremos estar escribiendo el día de mañana, por otra desgracia.

Memoria

El viernes de 21 de septiembre de 2012, Maximiliano de 16 años estaba en el Campo El Abasto junto a su papá Ángel buscando basura, cuando removieron un tacho metálico con contenido inflamable que quemó gravemente a ambos y Maxi perdió la vida tras presentar el 90% de su cuerpo quemado.

El 6 de diciembre de 2018, ocurrió un accidente -que afortunadamente no se transformó en desgracia- cuando un niño de 7 años estaba en la zona del volcadero, apoyó la mano izquierda en el rodado y la pala le apretó el dedo índice de la mano amputándole una falange.

La noche del jueves 18 de julio del 2019, Jésica Maidana de 11 años (sobrina de Roque) y sus hermanitos esperaban el camión de residuos para recolectar los desechos. La nena se paró en el tanque de combustible del camión y la caja golpeó su cabeza, ella cayó y una de las ruedas la aplastó. Murió de forma instantánea.

Corrían los últimos días del mes de abril de 2020 cuando Ariel Martínez de 30 años, y en situación de calle, se durmió en un contenedor de residuos y posteriormente murió producto de la compresión que hace el camión de residuos para luego descargar la basura en el Campo El Abasto. 


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