Policiales Por: Editor 26/03/2023

“El Peruano”, uno de los capos más temidos de Rosario, gana más de 200 mil dólares por mes

Cómo es el circuito de la cocaína y el negocio de la organización que Julio Rodríguez Granthon dirige desde prisión.

Julio Rodríguez Granthon, “El Peruano”.

Con 28 años, en 2021, Julio Rodríguez Granthon, “El Peruano”, uno de los traficantes más poderosos de Rosario, fue condenado a 12 años de prisión por narco. Había sido detenido en junio de 2019: su nombre resonó en el operativo “Coronas Blancas” de la PFA y en la trama del homicidio del pastor evangélico y ex concejal Eduardo Trasante. El nombre de Rodríguez Granthon volvió a escucharse tras la balacera en la que murió Maximiliano Jerez, el chico de 12 años asesinado por la espalda en el barrio Los Pumitas de Empalme Granero. Lo vinculan a “Los Salteños”, la banda que habría sido el objetivo de los tiros.

Como a la mayoría de los capos de Rosario, la sentencia ni la prisión detuvieron su actividad. Fue trasladado al penal de Ezeiza tras estar alojado en el penal santafesino de Piñero, donde un comando de presos liberó a ocho detenidos en agosto de 2021. Desde Ezeiza, “El Peruano” -con celular en mano- continúa al frente de su organización, que abastece a vendedores propios, en zonas de influencia y a otras bandas en el territorio más violento de la Argentina.

¿Cuál es la ganancia que persiguen los jefes y que desata una ola de crímenes en los barrios? Fuentes del caso indicaron a Infobae que Rodríguez Granthon, ex piloto civil, puede llegar a generar entre 200 y 300 mil dólares por mes.

¿Cómo es ese circuito? De acuerdo a los investigadores, tanto “El Peruano”, como Esteban Alvarado y Los Monos adquieren el kilo “ori” (original, que tiene cuña) entre 4000 y 4500 dólares. Esa cocaína -que proviene de Perú o Bolivia-, a su vez, la venden a sus distribuidores.

En el caso de “El Peruano”, tiene un costo de entre 4900 y 5300 dólares. La variante en el costo está vinculada a la cercanía del comprador con el capo, lo que vulgarmente se denomina “precio amigo”.

Finalmente, el promedio de venta en la calle es de 7 mil pesos la dosis. El “modelo de negocios” difiere al de Buenos Aires. En Rosario, el distribuidor, generalmente, tiene una zona y es integrante de la misma organizador.

Si Rodríguez Granthon compra 200 kilos, los reparte entre los “clientes” (así es como ellos mismos denominan a sus distribuidores). Éstos a su vez tienen varios puntos de comercialización en una determinada zona, donde estiran la droga y preparan las dosis.

“El Peruano”, al igual que Alvarado y otros “grandes”, no vende fraccionado. Tampoco acopia, como lo hacen los grupos narco que envían cocaína a Europa. Apenas reciben el cargamento, lo distribuyen.

De esta manera, “gana mil dólares por cada ladrillo que vende, a cobrar en 40 días”, indicaron las fuentes. Se estima que tienen una ganancia de entre 200 y 300 mil dólares por mes.

Los detectives revelaron que, durante 2022, la organización de Granthon vendía 200 kilos cada 30 o 40 días, que recibía de un proveedor más grande que lo traía de Perú o Bolivia. Ese cargamento, lo repartía entre sus distribuidores, a quienes les cobraba a los 40 días. Cuando recibía ese dinero, pagaba lo que había comprado.

El sistema tiene varios deudores que se demoran en los pagos. Algunos “clientes” pueden llegar a deberle 50 mil dólares, según se desprende de las investigaciones en torno al capo. “Le van pagando y a veces le pagan con lo nuevo que les llega”, indican.

En cuanto a la venta, detallan que Granthon “administra zonas”. “Hay barrios que son de él”, dicen sobre los sectores en los que él solo provee la droga a miembros de su organización y bandas menos poderosas: se trata del barrio 7 de Septiembre, Stella Maris, Triángulo, Villa Banana, zonas de Villa Gobernador Gálvez, entre otros en lo que controla hasta el comercio al menudeo.

Por otro lado, Granthon no se ocupa directamente de los bunkers, aseguran las fuentes, ya que tiene jefes intermedios. Por ejemplo, “si alguien entra al 7 de Septiembre y quiere vender tiene que hablar con el que está a cargo de esa zona y tiene que vender la droga que provee “El Peruano”.

“Si viene alguien y se pone a vender con la droga de otro proveedor ahí es cuando se arma la balacera, cuando lo sacan a los tiros”, precisan. “A veces la gente se le planta o cambia de bando, es todo muy volátil. No es una organización estable”, agregan.

Por último, los investigadores sostienen que Granthon podría también proveer de cocaína a bandas de Santa Fe o Venado Tuerto.

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