Editorial Por: Editor 02/06/2022

Por hambre o deporte

Si bien el dicho “una golondrina no hace verano”, aplica al caso del hombre apresado por tratar de hurtar fiambres de un supermercado de Concordia, se debería encender una luz de alarma amarilla en cuanto al hambre y el presunto estado de necesidad con que habría actuado esta persona.

Para establecer si estamos en un caso de necesidad por hambre o del manotón de un rapiñero que vio una oportunidad y se alzó con los fiambres metiéndoselos dentro de la ropa interior, habría que verificar si tiene antecedentes penales y cuál es su situación socioeconómica, es decir, si tiene trabajo y puede alimentarse él y su familia.

El gobierno ha estado realizando esfuerzos significativos para que no ocurran hechos como éstos entregando dinero de las arcas públicas para que los desocupados tengan posibilidades de comer o por lo menos, no morirse de hambre, con los planes del IFE y sucesivos planes sociales que van en ese mismo sentido.

Igualmente, hay personas que no han podido acceder y a otros no les alcanza el subsidio y, además, se encuentra en estado de vulnerabilidad social por falta de trabajo, cuando eso ocurre, vemos como hay gente que se zambulle dentro de los contenedores en busca de restos de comida y si bien esa situación nos interpela sobre las políticas económicas siempre es mejor, aunque duela, procurarse alimentación sin robar.

Existe, aunque resulte increíble, carentes que cometen algún delito menor para ser llevados detenidos y acceder a las comidas que les dan en la Alcaidía o en la cárcel pública, donde además son atendidos en su salud y tienen un lugar donde dormir aunque sea la última posibilidad de sobrevivir porque el hombre nació para vivir en libertad, el ambiente que se respira en los lugares de reclusión es de crueldad infinita y violatorios de los más elementales derechos humanos, el hombre se bestializa y en ese lugar aprende a ser más malo que bueno y no hay plan de resocialización que funcione.

Claro que leer esto puede parecer una exageración y he venido repitiendo lo que dijo hace unas decenas de años atrás un juez que visitaba una cárcel “habría que estar aquí unas semanas, tratados como presos comunes para ver lo que sufre esta gente”, lo decía en el marco de una  “visita a la cárcel” obligada para jueces de ejecución de penas que, cada tanto, se dan una vuelta por la unidad penal, para verificar si se cumplen los requisitos del régimen carcelario sin más aspiración que cumplir con el deber impuesto pero que no quieren ahondar en el cumplimiento de los requisitos establecidos por los pactos internacionales de derechos humanos porque siempre estamos atados a “la crisis de la situación actual”.

El hecho de ayer, puede ser la ventana que se abre a otros que pueden tener repercusión pública y de los cuales Concordia siempre es la punta del iceberg de lo que luego se multiplica por la geografía de la Patria.

Atendamos la emergencia con la vista puesta en lo que puede venir después de verificar hechos como esto que son de alerta temprana, antes que tengamos que sufrir males mayores.

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