Editorial Por: Editor 21/06/2021

Cleptoparasitismo de Las Hienas

El parasitismo por robo tiene sentido en personas que no son afectos de gastar energías y, por esto mismo, su abdomen se hincha y se agrandan sus posaderas, tanto, que algunos se los conoce como “culo de plomo” o “la chancha”.

         Ambos necesitan de la hiena hembra que -como se sabe- tiene “pene”: un colgajo que imita a la perfección el aparato genital masculino. Incluso lucen un escroto falso, todo igual que sus compañeros machos. 

         Las hienas son carroñeras -machos y hembras- pero el cacareo (manada) es dirigida por una hembra, que en esa especie son el sexo dominante, y cuyo seudopene es eréctil -a diferencia de algunos machos- que, al igual que los humanos, pueden contraer el síndrome XXYY y perderse el pitillo entre las grasas. De tal engendro la manada no es dirigida por la Koala, sinónimo que no le hace honor a la hiena reina.

         Como toda reina, su séquito de hienas está a su disposición por su condición de hermafrodita y la de las hienas “carnes de cañón” porque sus condiciones de enfermos no tienen capacidad de liderar nada, están sujetos a lo que mande la reina, a través de quejidos, grititos, gruñidos, sonidos bajos, alaridos, risas y gemidos, orienta a la manada sobre cuáles son sus necesidades del momento.

         Las hienas machos, sobre todo los más obesos, son los primeros que saltan de sus madrigueras para atacar a la “presa” que les señaló la líder del “cacareo”, conjunto de animales que, en otras especies, se llamaría manada y que está signada por este nombre que se refiere a la risa de la hiena hembra, estridente y quebrada.

         Elegida la presa y ejecutado el “garroneo”, los machos irán por su recompensa, pero el falso pene y los escasos desarrollos de sus atributos por el Síndrome XXYY los harán llegar al clímax entre sus piernas mientras la hiena reina lanza una estridente risa entre sus afilados dientes, con la aprobación del macho consorte, uno de sus tres verdaderos copulantes.

         Las hienas, utilizan el cleptoparasitismo porque no tienen capacidad de crear nada, atacan y “garronean” parasitariamente a la presa que le indicó la reina hermafrodita y como no tienen capacidad de pensar, analizar y decidir por sí, están dispuestos hasta a comerse sus propias crías para satisfacer a la Reina… y su gula.

         Hemingway, escribía en “Verdes colinas de África” “[…] la hiena, hermafrodita, devoradora de los muertos y de sí misma, la que sigue el rastro de las hembras que paren, la que desjarreta, capaz de comerte la cara por la noche mientras duermes, la triste aulladora…”

         Cualquier similitud con la raza humana, es exclusivamente de la inteligencia propia del lector, como también la de apuntar a una manada de cuasi eunucos que se encolumnan detrás de una reina hiena lo que queda al dicho que “la realidad supera a la ficción”.

@diarioelsolconcordia

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