Dudas sobre los anunciados acuerdos de libre comercio de Uruguay y Ecuador con China

Los tratados, que ambos países prevén firmar, resonaron por América Latina. Sin embargo, algunos creen que son mucho ruido y pocas nueces.

Internacionales 17/10/2021 Editor Editor
CHINA Y AMÉRICA LATINA

Recientes anuncios de Uruguay y Ecuador de que prevén firmar, y pronto, tratados de libre comercio (TLC) con China resonaron por América Latina; sin embargo, algunos creen que son mucho ruido y pocas nueces, por varios motivos, sobre todo políticos.

Eso no quita que sea innegable el auge de los lazos económicos entre China y América Latina. Pero no es menos cierto que éstos se ven limitados por los frecuentes vaivenes políticos de la región y la prioridad que da China a su relación con Estados Unidos.

Por el lado del comercio, China es un socio principal latinoamericano, con crecientes importaciones de materias primas y exportaciones de manufacturas; del lado de la inversión, es una enorme fuente de capital para la región.

Según estadísticas oficiales, el intercambio comercial de China con América Latina totalizó 203.000 millones de dólares en la primera mitad del año, un 45,6% más que el mismo período de 2020.

Se calcula que la participación china en el comercio de América Latina alcanzará entre un 15% y un 24% del total regional de aquí a 2035. Hace 20 años, era el 2%. Además, América Latina es el segundo destino de la inversión china en el exterior.

En los primeros cinco meses del año, la inversión directa de China en América Latina fue de 10.380 millones de dólares, un 40% más que el mismo período de 2020, de acuerdo al Gobierno chino.

Estados Unidos, no obstante, sigue siendo el principal socio económico de la región, muchísimo más que China. Su comercio con América Latina ronda los 900.000 millones de dólares, y sus inversiones los 250.000 millones.

La disputa comercial Washington-Beijing y las negociaciones que ambos mantienen por ella son bien conocidas, al igual que la agresiva campaña de presión de Estados Unidos sobre América Latina para que no avance en su relación económica con China.

Sin embargo, esa es solo la batalla visible de una "guerra" más amplia y soterrada en la que el comercio es relativamente insignificante, dijo el profesor e investigador Gustavo Girardo, uno de los más reputados especialistas en China de Argentina.

"China discute con Estados Unidos espacios de hegemonía en los segmentos donde realmente se concentra el poder y el valor: la alta tecnología, la estandarización del 5G, la inteligencia artificial y el famoso Internet de las cosas", dijo Girardo.

"Esa es la disputa; ahí los números son infinitamente mayores a los del comercio, infinitamente mayores, y China no quiere acumular más problemas con Estados Unidos de los que ya tiene", prosiguió.

"Si el avance (comercial chino) en Latinoamérica fuera obstáculo para China en sus negociaciones con Estados Unidos, China no avanzará, justamente para preservar la relación que para ella es la más importante: con Estados Unidos", agregó.

China tiene TLC con solo tres países latinoamericanos: Chile, Perú y Costa Rica; Estados Unidos, con más de una decena.

La relación entre China y Ecuador floreció como nunca en las Presidencias de Rafael Correa, cuando Beijing invirtió millones en proyectos de extracción de petróleo y minerales cuyo impacto medioambiental es hoy muy cuestionado.

A Correa siguió Lenín Moreno, que cedió a las presiones de Washington sobre China y retornó al alineamiento con Estados Unidos. Lo mismo se esperaba de su sucesor conservador Guillermo Lasso, pero por ahora parece querer tener una pie en cada bota.

Hace dos meses, Lasso sorprendió al anunciar que esperaba comenzar negociaciones técnicas con China sobre un TLC, y hasta dijo que se podría firmar en marzo de 2022.

Días después, el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, con quien la derecha volvió al poder en su país tras 15 años de gobiernos progresistas, afirmó que China había aceptado iniciar estudios de factibilidad de un TLC con Uruguay.

En el Mercosur, la intención de Uruguay es rechazada por Argentina, que insiste en que cualquier tratado debe incluir a los demás países del bloque, que también integran Brasil y Paraguay.

Pero Paraguay y Brasil se han mostrado más en sintonía con Uruguay, ahondando las deferencias en el Mercosur y dejando a Argentina en una posición de debilidad relativa.

"El Mercosur no ha podido definir qué quiere hacer con China porque básicamente ninguna de sus economías ha decidido algo concreto y consistente sobre esto más allá de los partidos políticos que las gobiernen", dijo Girardo.

"En el caso de Lacalle Pou, se está aprovechando de las dificultades que tiene Argentina para articular una política exterior que no sea totalmente contradictoria de un Gobierno al otro", señaló.

Algo parecido pasa con Brasil, que se acercó a China durante el Gobierno de Lula da Silva y que ahora tiene como presidente a Jair Bolsonaro.

"Bolsonaro es impredecible... Un día insulta a China y al siguiente lo aplaude... Es muy difícil que China no te vea como un gran homogéneo de países con Gobiernos totalmente cambiantes", agregó Girardo.

"Para un TLC entre Ecuador y China deberían pasar aún muchos años. Todavía no hay nada para firmar, tampoco por parte de Uruguay, porque, entre otras cosas, no hay equipos técnicos capaces para hacerlo en Ecuador y mucho menos en Uruguay", sostuvo.

"Lo de Lasso es humo que se tira para ver qué tipo de repercusión tiene a nivel local", dijo.

Y "Uruguay no puede tener un TLC con China por el acuerdo fundacional del Mercosur, que le impide hacer cosas por su cuenta", señaló Girardo.

"Pero también existen los acuerdos de complementación económica (ACE), que tienen fisuras que le permitirían a Uruguay hacer algún tipo de acuerdo que no necesariamente tiene que ser un TLC, y ese es el fantasma que agita Lacalle Pou", agregó.

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