Entre Ríos: el peronismo a la deriva y el silencioso rol de Gustavo Bordet en su fragmentación

Tras dos décadas de hegemonía política, el peronismo entrerriano sufrió una dura derrota en las elecciones de 2023. La caída no fue casual. Diversos sectores coinciden en que el liderazgo del exgobernador Gustavo Bordet jugó un papel central en la fragmentación interna, la desmovilización de la militancia y la desconexión con las bases sociales.

Política04/06/2025EDITOR1EDITOR1
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I. La caída del bastión peronista


Desde 2003, Entre Ríos fue un territorio sólido del peronismo. Gobernada por figuras como Jorge Busti, Sergio Urribarri y luego Gustavo Bordet, la provincia mantuvo una línea de continuidad política, incluso en contextos de alternancia nacional.

Sin embargo, en octubre de 2023, el panorama cambió radicalmente: el candidato oficialista Adán Bahl fue derrotado por Rogelio Frigerio, referente de Juntos por el Cambio. Con apenas un 39% de los votos frente al 41% del opositor, el PJ entrerriano perdía la gobernación por primera vez en 20 años.

II. Un partido sin alma: la era Bordet en su rol como actor silencioso pero determinante del proceso de vaciamiento del PJ provincial.


Las causas de la derrota exceden lo electoral. Bajo la conducción de Gustavo Bordet (2015–2023), el PJ fue despojándose progresivamente de su identidad combativa. Se consolidó un modelo de conducción verticalista, sin discusión interna, sin renovación de cuadros ni convocatorias a elecciones partidarias. Cabe destacar que el PJ entrerriano no celebraba internas desde 1995.

"Bordet cerró el partido. Lo convirtió en un club de gestión. Todo se manejaba desde Casa de Gobierno, sin territorio ni escucha", afirma un exlegislador justicialista que pidió reserva de su nombre.
Durante sus dos mandatos, Bordet gobernó con un bajo perfil, evitando confrontaciones y priorizando la relación con sectores empresarios y el poder judicial. Esta estrategia, aunque eficaz para la gobernabilidad, fue vista por muchos dentro del peronismo como una claudicación ideológica.

III. La persecución silenciosa a los propios
Uno de los aspectos más sensibles que revelan fuentes consultadas es la existencia de un clima de disciplina forzada dentro del peronismo. Dirigentes que manifestaban opiniones disidentes o promovían líneas autónomas fueron aislados, privados de recursos o desplazados de espacios institucionales.

"En muchos casos, los castigos no eran explícitos. Simplemente te dejaban afuera del reparto de poder, te bajaban candidaturas o no te giraban fondos si eras intendente opositor al modelo", asegura un dirigente sindical de Paraná.
Aunque no hay denuncias judiciales, esta dinámica fue un secreto a voces durante la gestión Bordet. Las estructuras de control y obediencia dentro del PJ fueron funcionales a mantener el statu quo, pero a costa de debilitar toda capacidad de debate interno.

IV. El costo de evitar el conflicto
Otra crítica reiterada hacia Bordet es su inacción política ante el avance de las derechas. Mientras Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza crecían en la provincia con un discurso de ruptura, el exgobernador optó por mantener un perfil técnico, casi gerencial, sin disputar narrativas ni defender con convicción las banderas históricas del justicialismo.

El resultado fue una desmovilización generalizada. En las elecciones de 2023, el peronismo no logró entusiasmar a su base tradicional. Sin narrativa, sin campaña territorial y con una boleta "armada desde arriba", como señalan varios intendentes, la derrota fue inevitable.

V. Una estructura vacía y una conducción ausente
Tras la derrota, el PJ provincial quedó en estado de orfandad. La presidencia del partido pasó a manos de José Cáceres, exvicegobernador, quien intenta reactivar el aparato con pocas ideas y menos oxigeno que el que hay en la luna. No obstante, el vacío de poder es evidente: no hay liderazgos emergentes con peso ni propuestas programáticas claras.

Mientras tanto, Bordet mantiene silencio desde su banca de diputados nacional por Entre Rios y por milagro. Alejado de la reconstrucción partidaria, aparece ocasionalmente en el quorum  o en cercanía con referentes nacionales del kirchnerismo, pero sin asumir públicamente ningún tipo de autocrítica.

VI. ¿puede el PJ resurgir sin ruptura?
La crisis del peronismo entrerriano no es solo consecuencia de un cambio de época o del desgaste natural del poder. Es también, y fundamentalmente, el resultado de una forma de conducir: cerrada, silenciosa, verticalista. Gustavo Bordet encarnó ese modelo. Lejos de fortalecer al PJ, lo encapsuló.

Hoy, la dirigencia peronista tiene ante sí una disyuntiva: reconstruir con las mismas reglas o animarse a una ruptura generacional, política y cultural. Lo que está en juego no es solo una elección, sino la supervivencia del peronismo como fuerza viva en la provincia.

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