Predecir la sequía con IA: el proyecto de tres jóvenes argentinos en el que se fijó la NASA

La herramienta usa imágenes satelitales para identificar el vínculo entre el uso del suelo y la falta de agua potable y mitigar riesgos climáticos

Ciencia & Tecnología 06/10/2024TABANO SCTABANO SC
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Un puente es expuesto tras 30 años bajo el agua durante una sequía, en el embalse Paso Severino en Florida (Uruguay), en julio de 2023

Largos períodos de sequía que sacuden a comunidades enteras cuyo acceso al agua se ve limitado, olas de calor cada vez más extremas y extendidas de sur a norte e inundaciones que arrasan pueblos enteros producto del desborde de ríos y arroyos y obligan a miles de personas a ser evacuadas. Enfocados en la crisis hídrica que sacude a la región, un grupo de jóvenes argentinos desarrolló una serie de proyectos para mitigar un problema que amenaza con crecer año a año. Meses atrás fueron distinguidos por la NASA, en una convocatoria que tuvo como objetivo el diseño de iniciativas para hacerle frente al cambio climático, la inseguridad alimentaria e hídrica a partir de soluciones creativas.

“Soy lo menos parecido a un científico”, bromea Alfonso Aguilera (30 años, Buenos Aires), programador y desarrollador de tecnologías con impacto social. Junto al geólogo especializado en ecohidrología y estudios de cuencas Iván Barbero y la licenciada en Ciencias Ambientales María Azul Schvartzman fueron distinguidos en el concurso Pale Blue Dot Visualition de la NASA entre 1.591 trabajos presentados a nivel mundial. Premiaron el proyecto sobre mitigación de riesgos climáticos, a través del desarrollo de una herramienta que, por medio de imágenes satelitales y herramientas de inteligencia artificial, permite identificar el vínculo entre el uso del suelo y el acceso o la ausencia de agua potable urbana.

Una sequía histórica

Aguilera, Barbero y Schvartzman tomaron como referencia la bajante histórica de la cuenca del Río Santa Lucía, en Uruguay, que abastece de agua potable a Montevideo y otras zonas aledañas. En 2023, los habitantes de la capital uruguaya sufrieron las consecuencias de la sequía y por la escasez de un recurso fundamental para la vida humana. A pesar de que el país se encuentra sobre una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, el Gobierno uruguayo se vio obligado a comprar agua embotellada y distribuirla especialmente a los sectores más vulnerables, ya que la poca que salía de los grifos tenía un sabor salado, producto de la variedad de minerales en la región.

La crisis hídrica que se extendió entre abril y agosto de 2023 no sólo se debió a la ausencia de lluvias, sino también a la falta de obras de infraestructura necesarias y que durante décadas fueron relegadas, lo que se sumó al uso desmedido con fines productivos, especialmente forestal, pero también de soja y ganado. América Futura publicó meses atrás que la sequía causó pérdidas superiores a los 1.880 millones de dólares y tuvo más de 1,7 millones de afectados.

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El río Santa Lucía durante una sequía en el embalse Paso Severino en Florida, Uruguay, en julio de 2023.

“Seleccionamos el caso de Uruguay porque tuvo problemas hídricos muy recientes y es algo que se repite en grandes ciudades de América Latina. Como ya había información disponible sobre esa zona, contábamos con imágenes para utilizar en nuestro trabajo”, explica Aguilera, que se esperanza con que el proyecto, que aún está en desarrollo y en plena búsqueda de fondos para que sea escalable a otras ciudades y países con dificultades de infraestructura. Mediante el uso de imágenes satelitales observaron cómo fueron los cambios que se produjeron en el suelo, en especial el crecimiento de las áreas urbanas.

Además, no descarta que pueda ser utilizado para evaluar el riesgo hídrico al que podría estar sometido una comunidad producto de la actividad minera o la exploración petrolera, dos actividades que consumen millones de litros de agua y que en la Argentina se desarrollan en zonas especialmente áridas.

El proyecto, que obtuvo la mención honorífica, utiliza imágenes de satélites y de Google Earth Engine. El objetivo fue desarrollar un modelo teórico que pueda mitigar riesgos hídricos. La iniciativa utilizó un Modelo Digital de Elevación del Shuttle Radar Topography Mission para delinear las cuencas de abastecimiento de agua, pero también del satélite de la NASA Landsat 8.

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Mapas satelitales que identifican el uso de suelo así como el acceso o la ausencia de agua potable urbana en la cuenca del Río Santa Lucía, en Uruguay.

Aguilera explica que se trata de un modelo teórico que busca predecir crisis hídricas en base a datos, imágenes satelitales y uso de los suelos y con esa información interpretar qué tipo de actividad se realiza en la zona y evaluar ciertos riesgos hídricos, desde una sequía hasta una inundación. “Es un modelo teórico, ahora queremos hacer el piloto”, se entusiasma Aguilera en una entrevista con América Futura.

Para eso, el equipo integrado por Aguilera, Barbero y Schvartzman requiere de financiamiento. Hasta ahora, han realizado una serie de postulaciones con fondos internacionales, con el objetivo de obtener recursos económicos. “Esto tiene algunos usos que pueden ser comerciales, hay posibilidades de hallar modelos que le puedan servir a empresas de la industria de la agronomía”, explica, y aclara que existe un gran potencial en investigaciones basadas al uso de imágenes satelitales e inteligencia artificial para realizar usos más eficientes del agua y los cultivos. “Eso termina teniendo un impacto positivo en las comunidades locales”, dice.

De acuerdo con la distinción, la herramienta otorga un recurso práctico para el monitoreo permanente y por el enfoque podría allanar el camino a la toma de decisiones sobre la gestión de los recursos hídricos con información más precisa, lo que facilitaría el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas asociados al agua limpia.

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Dos amigas toman mate frente a Laguna de Navarro, durante la sequía de marzo de 2023, en Buenos Aires, Argentina.

Aguilera valora la distinción de la NASA, aunque define el proyecto de mitigación de riesgos climáticos desarrollado como “algo más acotado” que una investigación. “Creo que despertó interés porque está orientado a una implementación concreta. Muchas veces existe una distancia entre la investigación y la implementación, y acá buscamos achicar eso –expresa Aguilera–. Hoy hay modelos de inteligencia artificial que permiten analizar grandes cantidades de datos y procesarlos, lo que otorga un gran potencial para nuevos descubrimientos”.

 

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