Editorial Por: Editor 15/05/2022

Levántate y anda

Nadie debe dudar ni un segundo que si hay un problema no se arregla echando nafta al fuego sino dialogando con serenidad, sobre todo cuando de fuentes de trabajo se trata.

Las líneas de colectivos están sometidas a una tensión permanente que va incrementándose por la falta de gasoil, el encarecimiento de repuestos e insumos y los reclamos de los trabajadores que siempre pretenden más y en el marco en que se está desenvolviendo la crisis del transporte, es difícil cubrir todo con lo que se recauda, aparte mucha gente hasta a dejado de tomar el colectivo y camina por falta de dinero.

Por otro lado, no puede fijar el precio de sus servicios, están en una discusión casi permanente con el concejo deliberante para que les reconozcan los incrementos en los costos y cuando se autoriza un aumento ya queda atrasado en el marco inflacionario en que vivimos, de tal forma en que la paralización momentánea de la línea 9 no tiene un solo padre, es un proceso de acumulación de problemas.

Hay también algunos pícaros que nunca faltan que son los que azuza a “hacer kilombo” y arrastran a otros a subirse al colectivo de la desocupación con tal de ver si pueden hacer quebrar a la empresa y dentro de cuatro o cinco años, obtener el magro resultado de la venta en subasta de los escombros de los colectivos que durante estos años serán -como siempre ocurre- robados y extraídas sus piezas, ruedas y ventanillas, quedando los escombros para pagar las deudas, incobrables por cierto.

La línea 9, fue y puede seguir siendo si no se la deja caer, épica, de la mano del “Chiquito” Timón, un tipo del que se puede decir de todo pero nadie puede dudar de su gran corazón y que puso los colectivos al servicio de toda causa noble sin otro interés que hacer el bien.

No sé si actualmente “Chiquito” está a cargo de la empresa, o quien la maneja pero sí tengo la seguridad de que la línea 9 necesita ayuda y habría que devolverle su desinterés, el amor y la disposición que siempre lo animó al “Chiquito” con la gente más humilde con la misma moneda o una  más grande como un fraternal abrazo y antes que caiga, después todo se pone más difícil y no habrá quien resucite a Lázaro.

Hay una extensa barriada que necesita de los servicios de la Línea 9, los choferes, mecánicos y demás necesitan trabajar y los colectivos están ahí disponibles para salir a cubrir las frecuencias. 

Si todos aflojan las tensiones y se conversa se puede llegar a una solución en la cual no debe ser ajeno el Estado, debe extender una mano para que un medio centenar de personas no quede sin trabajo. Acá, lo que se necesita es buena voluntad, ganas de solucionar las cosas y no de encarajinarlas.

Esto requiere de humildad, bajarse del pingo, pensar con la cabeza fría y no creyendo el cuento de los agoreros, no podemos dejar caer la línea 9, es el emblema del esfuerzo, el tesón, la garra y la fraternidad, pongamos todos nuestro granito de arena y hagamos factible que vuelva a correr por las calles de nuestra Concordia.

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