
El Vaticano blindó la Capilla Sixtina para el cónclave: bloqueadores de señal, escudos anti-drones y tecnología contra láseres espía
Una red de vigilancia extrema, exploraciones electrónicas y alianzas internacionales buscan garantizar confidencialidad absoluta en la elección del próximo pontífice. Desde el siglo XIII, el Cónclave ha funcionado bajo un principio inviolable: el secreto absoluto de los procedimientos y deliberaciones entre los cardenales. Durante siglos, eso se garantizaba mediante clausura física, juramentos y control humano. Pero en la actualidad, el verdadero riesgo ya no entra por la puerta, sino que se infiltra a través de las ondas electromagnéticas, una cámara oculta en una lapicera o una señal interceptada a kilómetros de distancia.