
En la última jornada de testimoniales del jury que se sustancia contra la suspendida jueza de Familia de Diamante, Josefina Etienot, testificó una de las denunciantes
En la última jornada de testimoniales en el jury que se realiza contra la suspendida jueza de Familia de Diamante, Josefina Etienot, por dos denuncias por presuntos hechos de violencia laboral y por mal desempeño de sus funciones, declararon testigos que reafirmaron los hechos que motivaron ambas denuncias. Entre los testigos estuvo una de las denunciantes y empleados del Juzgado y de los Equipos Técnicos Interdisciplinarios (ETI).
Judiciales30/05/2025

Un dato que resaltó la importancia de la jornada y lo que está en juego en el proceso de naturaleza política, consistió en que alrededor de 15 profesionales de los ETI de Paraná presenciaron con atención las declaraciones de una de las denunciantes -la otra lo hizo en la jornada del martes- y de las psicólogas, psiquiatras y trabajadoras sociales que se desempeñaban en el Juzgado de la Ciudad Blanca, alguna de las cuales fueron blanco de la violencia de la jueza. Otra vez, los relatos denotaron la angustia y el estrés que aún hoy, a dos años de los hechos, el caso les sigue ocasionando.
Testigos que declararon en el jury a Josefina Etienot dijeron no conocer el caso pero hablaron bien de la jueza
Los relatos, desde el interior del Juzgado, dejaron sin sustento los diluidos testimonios de abogadas feministas, funcionarios y ex funcionarios del Ministerio Público Fiscal (MPF) y abogados particulares de aquella jurisdicción, que en la jornada del miércoles 28 reconocieron que no conocían los pormenores de las denuncias pero no obstante dejaron frases como “con la llegada de la jueza el juzgado comenzó a andar mejor” o “no vi situaciones de violencia” o “no escuché gritos”.
Josefina Etienot volvió a pegar el faltazo y se ahorró escuchar testimonios que la complicaron
La denunciantes, psiquiatra del ETI, dio un resumen de los violentos momentos que dijo padecer con Etienot, recordó, con angustia y episodios de llanto contenido, que la jueza la citaba para cuestionar las prácticas del ETI; sus informes, de los que no pocos de los 30 testigos de las tres jornadas señalaron que no eran vinculantes para la resolución de la jueza; las decisiones para separar el ETI del resto del Juzgado, como las de no permitirles el paso por las oficinas, el uso del baño y del dispenser de agua, que hasta aquel momento era compartido por todos.
La testigo y denunciante sostuvo que la jueza montaba en ira y comenzaba una tarea de demolición de la persona con frases hirientes y descalificadoras proferidas a los gritos. Incluso llegó a manifestar que hubo un momento en que temía plantearle los puntos de vista del equipo por la desaforada reacción de la magistrada. Así, señaló que uno los episodios que fue detonante de la denuncia por mal desempeño fue a partir de un abordaje que la testigo y su equipo consideraron equivocado y contrario a las buenas prácticas.
La denunciante refirió que aquel caso “desreguló absolutamente” a la jueza, que “la sacó”, la agredió diciéndole que “barbaridades, se levantaba, sentaba, agitaba una agenda” y le dijo al ETI que “trabajan como el orto”, que “tenía poder para hacernos mierda” y que las iba a denunciar ante el MPF “por desobediencia”. Así, se decidió hacer la denuncia contra la jueza por el trato “deshumanizante” que quedó plasmado cuando, en medio de un grave episodio que sufrió una niña que iba a ser separada de su madre, le espetó “no sé por qué no la medican”.
Una psiquiatra que fue coordinadora de los ETI locales realizó un relato similar al de la denunciante, dijo que trabaja desde hace 18 años allí, sostuvo que el maltrato “fue progresivo” y añadió que “el hostigamiento fue a través de otras personas también”. La profesional comentó que en el Juzgado “se preguntaban quién será la próxima depositaria de su violencia”.
La testigo refutó la mirada complaciente de los testigos de la jornada del miércoles al sostener que “con otras juezas la situación era distinta, hubo un acercamiento con las tres anteriores, en 18 años la relación con el ETI no fue así”. También fue contundente cuando recordó que “nunca vi a mis compañeras así”, “angustiadas las dos, desvalorizadas profesional y personalmente” y terminó de desacreditar los testigos de la defensa al afirmar que “esta situación se vivía internamente y hasta que no se hizo la denuncia no salió a la luz”. La testigo habló de “un tsumani de agresiones” y destacó que “la situación cambió cuando se fue pero accionaba con terceras personas”.
Dos trabajadoras sociales realizaron relatos similares respecto de la violencia verbal, gestual e institucional de la jueza. Recordaron, con relatos también cargados de angustia que lo que comenzó con “esperanza” se transformó en “una incertidumbre, cuando llegaba nos poníamos mal” y añadieron que “cada reunión era tediosa, duraban cuatro horas en las que no nos dejaba atender a la gente que iba al Juzgado, no se sabía qué iba a suceder ni el humor de la doctora, podía venir enojada y despacharse por cualquier cosa. No sabíamos por dónde venía el castigo o la represión”. También señalaron que “el temor era quién seguía, cuál era el próximo blanco”.
Otra testigo refirió que una defensora pública que se allanó a las demandas de la magistrada porque era amiga de Etienot, “trabajaban en conjunto” sostuvo, el marido entró a trabajar en el Juzgado. También sostuvo que hubo un período en el que estaban en “estado de alerta porque no sabíamos con qué iba a salir”. Hubo consenso en los relatos respecto a la que la jueza llegó y empezó una tarea de separar al ETI del resto del Juzgado, y que lo hizo mediante un “hostigamiento” sistemático.
Una integrante del Juzgado refirió que Etienot le trasmitía que se estaba trabajando mal, que había gente que elegía ponerse en el lugar de víctima, en referencia a los informes del ETI sobre casos de violencia familiar y que la mandaba a ella a la casa de la familia en conflicto para que la “visite” y la mandó a “estudiar”. También refirió que un ordenanza al que la jueza le cambió el horario de trabajo y entraba a las 7 y salía a las 14, le contó que escuchaba, cuando ya no quedaba nadie en el Juzgado, los gritos destemplados de la magistrada. Añadió que Etienot no daba lugar al diálogo profesional.
La abogada contó que la propia Etienot que pidió que “la cuidara” porque había “situaciones que la sacaban de su zona de autocuidado” y su psiquiatra le dijo que “tenía que tener a una persona a su lado y me tenía a mí”. En ese rol involuntario, recordó que en una ocasión le pidió que la acompañara al edificio central de Tribunales de Diamante y en la calle le recriminó que no la cuidaba y le echó la culpa de todo. “Una situación que no podía entender”, recordó la testigo que añadió que Etienot se exaltaba y después le reconocía que “había cuestiones que no podía manejar, pero la culpa siempre era de los otros y que la llevaban a ponerse así”.
También manifestó que aquel día se la tomó con ella y le recriminó que estaba buscando que la echen, que todo el tiempo la molestaba “con las estadísticas, si a mí me pasa algo vos sos la responsable, querés que ruede mi cabeza”. (APFDigital)


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