"Nunca alguien como él", el funeral también siguió en las cárceles.

Su nombre volvió a ser aclamado entre las celdas de Regina Coeli.

Como cuando hace poco más de una semana Francisco, en una silla de ruedas con rostro doliente y voz débil, había encontrado la fuerza para saludar a esos mismos presos el pasado Jueves Santo.

El encuentro en esa prisión, un lugar simbólico del sufrimiento, fue su última visita fuera de los muros del Vaticano. Y en estas horas de Brescia a Rebibbia, en muchas instituciones los presos han seguido el funeral del Papa a través de televisores en las zonas comunes, preparadas para permitir que todos puedan participar en la ceremonia a la que asiste todo el mundo. "Cada vez que entro en un lugar como este, me pregunto: ¿por qué ellos y no yo?", dijo Francisco hace diez días al salir de Regina Coeli, una frase que ya se ha convertido en parte de su testamento espiritual y que explica su apertura al mundo de las cárceles.

En Roma, algunos presos han solicitado y obtenido permisos especiales o familiares, precisamente para participar en el funeral en la Plaza de San Pedro, tras la opinión positiva del tribunal de vigilancia.