EL FUTURO MINISTRO DE JUSTICIA ES HIJO DE CONCORDIENSES

El futuro ministro de Justicia, es hijo del Dr. Mariano Cúneo Libarona, fallecido en Buenos Aires a los 102 años, quien ejerció en los tribunales de Concordia, luego se afincó en Buenos Aires, donde nació su hijo Mariano y siguió su carrera como fiscal de Camara por 25 años y luego vocal de un Tribunal colegiado en lo Penal.

Política20/11/2023TABANO SCTABANO SC
mariano
Mariano Cúneo Libarona, futuro ministro de justicia y con ascendiente de dos generaciones de Concordienses.

Los abuelos paternos del futuro ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, nacieron en Concordia, Mariano Felipe Cúneo Salazar, nació el 30 de enero de 1885 y quien sería su esposa María Cecilia Libarona Brian, el 4 de abril de 1899, casándose en la Catedral de Concordia, el 17 de agosto de 1912.

De esa unión, nacieron Angel Cúneo Libarona, Mariano Cúneo Libarona, María Cecilia Cúneo Libarona y Lucinda Cúneo Libarona, padre y tíos del futuro ministro de justicia de la Nación.

Mariano Cúneo Libarona, padre, se casó con María del Carmen Ramatti de cuya unión nacería Mariano Cúneo Liberona  Ramatti.

Mariano Cúneo Libarona (padre) estudió en Santa Fe, donde se recibió de abogado, ejerciendo la magistratura en Concordia como juez en materia penal

FoMariano Cúneo Libarona juez concordiaFoto del Dr. Mariano Cúneo Libarona, como juez penal de Concordia

Luego se afincó en Buenos Aires, donde fue fiscal de instrucción, juez y vocal de un Tribunal colegiado en materia penal.Fundó la “Sociedad de Abogados Penalistas” en 1993 , fue Secretario general de la “Sociedad Argentina de Criminología”, presidió el “Centro de Estudios de Derecho Procesal” por diez años y en Buenos Aires nacieron sus otros tres hijos: Rafael, Matías y Cristian, fruto de su unión con Ana María Davel Lezica Fort “Popi”, todos abogados que junto a Mariano, poseen el estudio jurídico en la Avenida del Libertador al 600 de la Capital Federal y conocido como “Estudio Cúneo Libarona”.

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Mariano Cúneo Libarona: Desde niño ya era abogado. 

A los 17 años tuvo que salir a “buscar su futuro”. Hizo su carrera en tiempo récord – empezó a estudiar en 1979 y se recibió en 1983 – “por amor a la justicia y necesidad”, según él mismo narra, pero nunca dejó de estudiar, porque “abogados hay montones, pero Doctores hay pocos”, destaca. La preparación, el sacrificio y la ambición por aprender, crecer y ascender, y también la honestidad, hicieron que su estudio sea uno de los más reconocidos. Sin embargo, asume que hoy quiere divertirse en la profesión. “Los goles son los triunfos en los expedientes, y yo ya metí muchos goles, hoy quiero divertirme y disfrutar la profesión”, sostiene. 

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Según él, “la gran degradación que hubo en el país es moral, no hay cumplimiento de la palabra”. Por eso, insiste en que el trabajo y la educación son las dos únicas cosas que permitirán que Argentina salga adelante. Y aporta su granito de arena en este sentido: además del amor por el Derecho, la docencia es otra de sus pasiones. En esta nota, se anima a hablar de todo: su trayectoria, política, corrupción, la necesaria intervención de las mujeres en el Derecho, las nuevas formas de ejercer la profesión, Maradona, la serie en la que está participando y mucho más. 

¿Crees que venir de familia de abogados te permitió entender a temprana edad la ciencia del Derecho?

Creo que lo mío fue una cuestión de amor y necesidad. Amor porque me divirtió siempre el Derecho, desde espermatozoide ya era Abogado, por la tradición familiar. Y necesidad porque era un chico que vivía con limitaciones en un barrio de la ciudad y llegábamos al día 15 del mes, abría la heladera y me encontraba con dos salchichas y un Paty. Yo a los 17 años, cuando termine el colegio, tuve que empezar a buscar mi futuro. Empecé vendiendo remeras que traía de Brasil, después cuadros y luego entré en Tribunales. El sueldo de Tribunales en ese entonces para mi era fantástico. Me tuve que sacrificar mucho para darle a mi familia solidez económica y darme algún tipo de lujo. ¿Por qué me fue bien en la facultad? Era muy estudioso, era mi prioridad y lo único que me interesaba. Era otra época. Lo único que hacía era jugar al rugby y estudiar. Me sacrifiqué muchísimo porque quería formarme, crecer y ascender. Cada ascenso en tribunales te permitía llevar causas más complejas, aprendías más y ganabas más que era fundamental para mí. Creo que debo haber sido el secretario más joven de la historia porque tenía 22 años, me recibí y enseguida me nombraron. Yo veo hoy a los chicos de 22 años y digo: a esa edad metía a gente presa, ordenaba secuestros de objetos y tomaba decisiones relevantes. Me acuerdo un día que usurparon el Sindicato La Fraternidad en la Avenida Córdoba y yo me fui una noche a hablar con los sindicalistas. O un motín en la cárcel de Caseros que me metí en “la villa”, el tenebroso pabellón 1, a hablar con los presos y uno me sacó una Gillette. Yo tomaba resoluciones difíciles y era muy chico. Eso tal vez me hizo perder la posibilidad de tener otras cosas que hacían mis amigos, como ir a un boliche. Pero fui muy feliz en la época de Tribunales hasta mis 29 o 30 años. Tuve jueces y colaboradores extraordinarios.

¿Por qué te fuiste?

Por varias razones. Era espantoso el sueldo, no llegaba a fin de mes. Estaba casado, había nacido Marianito y con mucho esfuerzo ahorrábamos 100 dólares con mi mujer. Para mudarnos de dos ambientes a tres ambientes necesitábamos 5000 dólares, es decir 50 meses. Era muy malo el sueldo del Poder Judicial en aquellos años. Y la segunda razón, la más importante, fue que asumió Menem y trajo un montón de gente de la calle. Los que estábamos haciendo carrera judicial no fuimos designados porque nombraban gente que era pariente de un ministro, de un diputado, asesores, y a los que veníamos con antigüedad no nos ascendían. Mandé una carta y me fui. Reconozco que tuve una oferta del mejor estudio de ese momento y me fui a ese estudio. Yo era feliz en Tribunales, pero es como una novia ingrata porque la queres y no te da muchas cosas, solo te da felicidades, pero es un sacrificio tremendo.

¿Fue difícil el traspaso?

Terrible. Los fines de semana iba y miraba el Palacio de Justicia porque lo extrañaba. Durante muchos años lo extrañé y a mis amigos de ahí. Era un ámbito que dominaba perfecto y en la profesión estás más solo. 

Yo me fui a estudiar a España en 2001, solo. Estuve unos meses en la Universidad de Salamanca y después en Madrid. Años después nos anotamos con un grupo de amigos en la Universidad Austral e hicimos tres años. Después yo quise seguir y con otro grupo de amigos nos fuimos a El Salvador e hice dos años más. Ahí terminé con el Doctorado y con la tesis final y creo que fui el único que terminé porque los otros se fueron quedando. Es muchísimo seguir estudiando cinco años más después de que terminaste la carrera. Yo quería hacerlo porque era un homenaje a mi papá que decía “abogados hay montones, pero Doctores hay pocos”. En mi profesión tenés que estar permanentemente estudiando porque todo va cambiando, va evolucionando el Derecho. Tenés que conocer la doctrina actual y los criterios jurisprudenciales de los tribunales.

¿Qué te apasiona del Derecho Penal?

Como estudiante es la novia perfecta, todos se enamoran del Derecho Penal. Yo les cuento casos a los alumnos y se quedan impactados y les divierte, a todos les encanta, se discuten cosas: la teoría del delito, el fin de la pena, la pena de muerte, el juicio por jurados, etc. Son temas que incidieron tanto que tenes millones de películas vinculadas al Derecho Penal. Toda la comunidad habla de eso, opinan los periodistas y se lanzan a hablar de Derecho como si supiesen. Es un tema de atracción general. Por eso ahora estoy trabajando en una serie que toca precisamente un caso judicial y estoy conversando otro proyecto sobre un juicio oral y una persona injustamente imputada.

¿Nos podés adelantar algo?

Ya lo van a ver. Cuando firme el contrato les cuento. Son dos casos judiciales reales. Una de las series se va a filmar parte acá y otra parte en España e Italia. La otra es toda acá. Va a ser divertido.

Si tuvieras que nombrar a tu principal mentor jurídico ¿a quién nombrarías?

Tuve varios, principalmente mi padre que fue todo un ejemplo. Cuando entré a Tribunales tuve un gran juez que fue Eduardo Gerome, con un buen equipo. Después tuve otro gran juez que fue Rodolfo Ricotta Demby y empleados excelentes. En el ámbito tribunalicio tuve como padrino a Miguel Angel Caminos. Fueron jueces buenísimos y era otra justicia en los años 70/80. Cuando me fui a la profesión tuve a dos genios: Alfredo Iribarren en lo práctico y Julio Maier desde el aspecto teórico, aunque trabajé poco con él. Después tuve un gran socio que fue Hugo J. Pinto. Siempre estuve rodeado de muy buena gente. Ahora tengo un socio que es maravilloso que es Augusto Garrido. Yo compartí mucho Derecho con muchos amigos, estudiamos juntos. Con Augusto fuimos a estudiar a Estados Unidos, Alemania, después fuimos a Barcelona. Tengo toda la vida rodeada de referentes, no tengo uno solo. Zaffaroni fue profesor mío y aprendí mucho también, pero no sigo ese modelo, soy más del modelo de la ilustración, Montesquieu, Beccaría en Europa y a Jefferson, Adams en Estados Unidos, otra historia.

Como profesor titular de diferentes Universidades ¿qué experiencia podrías destacar? ¿Por qué decidiste volcarte a la docencia?

A mí la docencia me encantó siempre. Con 23 años ya era profesor en la UBA que fue mi primera facultad. A los pocos años me designaron profesor adjunto de Derecho Penal en la UBA, que era muy difícil. Después fui profesor en las universidades de El Salvador, Belgrano y el Museo Social. Después dejé la facultad en 1996 porque me cansó, veía que los estudiantes no se entusiasmaban tanto. Muchos años después, Finocchiaro, el anterior Ministro de Educación, que fue alumno mío en la UBA, y lo habían nombrado Decano en la Universidad de La Matanza me llamó y me dijo que me quería de profesor titular. Era una facultad nueva, impresionante en su dirección y estructura y con alumnos de bajos recursos. Eso me entusiasmó mucho porque iban a jugarse el futuro, era gente que iba a estudiar en serio. 

Estudiaste inglés en Nueva York ¿cómo usaste esas herramientas a lo largo de tu carrera y qué te llevó a querer ahondar en los idiomas?

Fui al colegio El Salvador, que es un colegio jesuita y muy bueno, en Callao entre Lavalle y Tucumán, entre los directivos estaba precisamente Jorge Bergoglio. Era fantástico en historia, religión, deporte y amistades, pero en inglés era flojo. Yo pensé que nunca iba a tener que usar el inglés en mi profesión y no le di atención. Con el tiempo, me di cuenta que me tocó litigar en Suiza, Estados Unidos y Francia, tuve mucha suerte de tener juicios afuera. Entonces me puse a estudiar inglés y francés. A mi edad cuesta mucho aprender porque no tengo la misma memoria que antes, pero hay que estudiar siempre.

Sos un eterno estudiante.

Me interesa la historia y trato de estudiar en inglés. Ahora estoy estudiando los Fathers, que son los primeros presidentes que crearon Estados Unidos y sentaron las garantías constitucionales. No hay bibliografía buena en español por lo que estoy leyendo en inglés. Me entretiene y aprendo.

¿Cómo se conforma el Estudio Jurídico Cúneo Libarona? ¿Cómo distribuyen el trabajo? ¿Es Estudio Jurídico o empresa?

Ya es una empresa. Lo que nació conmigo y un socio en el año 90 evolucionó en este tiempo, hoy firmo recibos de sueldo y son más de 20 empleados. Hay muchos abogados, mis hermanos que crecieron muchísimo, otros abogados de distintas edades. Está dividido igual que en Tribunales, como si fuese un juzgado, juez, secretario, oficiales y chicos. En los últimos años se me dio por los más jóvenes, entonces hay más de 3 o 4 chicos de menos de 30 años, entre ellos mi hija menor, que se están formando. En el futuro quiero hacer un cambio y traer abogados más grandes y con más experiencia y seguir incorporando mujeres. Las mujeres en el derecho penal fue un tema discutido por varios de la oficina, no por mí, pero me parece importante incorporarlas por su perfil e idoneidad.

“ABOGADOS HAY MONTONES, PERO DOCTORES HAY POCOS”. EN MI PROFESIÓN TENÉS QUE ESTAR PERMANENTEMENTE ESTUDIANDO PORQUE TODO VA CAMBIANDO, VA EVOLUCIONANDO EL DERECHO. TENÉS QUE CONOCER LA DOCTRINA ACTUAL Y LOS CRITERIOS JURISPRUDENCIALES DE LOS TRIBUNALES”

¿Por qué mujeres? ¿Qué aportan?

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Hay casos que necesitan mujeres y la visión de ellas es muy buena para mí. Tuve empleadas en Tribunales que son reconocidas profesoras y alguna trabaja en la actualidad en la Corte y distintos juzgados, escriben muy bien y son buenísimas funcionarias judiciales. Siempre hubo un tabú de que el Derecho Penal no era para mujeres y es mentira, son buenísimas. Se decía “No puede una mujer estar tomando declaración a un preso” y no es verdad, pueden hacerlo perfectamente. Siempre hubo resistencia, pero la vencí y tengo bastante ampliado el espectro en ese sentido.

El Derecho Penal tiene una esencia muy machista.

Muy machista. En los años 70/80 que trabajaba en Tribunales había una o dos juezas nada más, no se aceptaban mujeres. En el año 1919 cuando se creó el Palacio de Justicia no se hizo baño de mujeres, nadie pensó que iba a haber mujeres abogadas, hay un baño aislado en el edificio. Hoy mis hijas estudian Derecho y está perfecto que lo hagan. Hoy hay juezas buenísimas. No te hablo del género, yo hablo de la idoneidad de la mujer para desempeñar el cargo. Trabajan perfecto, son honestas, son más prolijas que los hombres y no tienen esa informalidad que tenemos los hombres. 

De a poco el Derecho Penal va mutando y abriendo espacios.

Muchísimo. Hoy existe otro Derecho Penal. Hoy viene Sebastian Soler que se murió en los 80´, le contas cómo son los estándares de valoración de la prueba en los delitos de violencia de género, que hay un delito que se llama lavado de dinero, entre otros, las Comisiones Internacionales, los juicios de lesa humanidad y te dice ¿de qué me estás hablando? Es otro Derecho. Julio Maier se jubiló cuando no entendía más nada. Yo a veces pienso que debería hacer lo mismo. En esta pandemia tuve cosas que subir escaneado ¿qué es escanear? ¿Cómo te mando la firma digitalizada? El expediente está digitalizado ¿de qué me estás hablando? Yo lo quiero en papel y subrayar con resaltador y escribir al costado. Hay otras técnicas y otro estilo. Hoy tomamos una declaración por zoom y estoy seguro que a la testigo le estaban soplando, hice un escándalo en un caso en el que oía cómo le dictaban. Hay todo un Derecho nuevo, técnicas de investigación nuevas y hay que estar preparados. Reconozco que a mí me cuesta muchísimo pero tengo buenos asistentes y mis hijos, que son unos héroes de esta pandemia, con mucha paciencia, me enseñaron lo que pudieron.

Viene una nueva era digital, pero hay que tener cuidado con las garantías.

Exacto. Siempre doy un ejemplo en las clases de posgrado, nadie puede acceder a un teléfono Iphone si no tenes la clave y la clave te la tiene que dar el imputado, pero ¿cómo haces para que un imputado que no puede auto incriminarse te dé la clave? Acá en Argentina somos campeones para eludir las garantías, en este ejemplo cibernético, se acude a cualquier técnica para justificar la obtención de la prueba. 

¿Cuál es el límite?

Hay un límite y el límite siempre es el Derecho, hay que respetar la Constitución. De eso se trata. En ocasiones pienso que hoy por hoy no existen más las nulidades, ni las prescripciones, se hace y dice de todo para no otorgarlas. Ha cambiado todo, creo que para mal. A mí me encantaba el viejo Derecho Penal, con el que me formé, después evolucionó y se crearon los delitos de peligro, de comisión por omisión con posición de garante discutibles, agravados por un resultado que es fortuito, de asociación, todo desnaturalizando los derechos de los resultados. El Derecho Penal es otro hoy.

Sabemos que trabajas con tus hermanos ¿es posible no mezclar temas de trabajo en la mesa familiar?

Es imposible, es un opio. Aprovechamos para charlar muchas cosas, no sólo de Derecho, sino administrativas. Todas nuestras comidas son aburridas por eso. Cuando estaba papá eran más embole todavía porque se entretenía con eso. Hasta las mujeres opinaban de Derecho porque se habían formado escuchando nuestras conversaciones. Es muy difícil que dejemos de lado nuestra formación. Por suerte, salvo Juana, la más grande de Matías y por ahí Vicky, mi hija menor, el resto apuntaron totalmente a otro lado. Creo que producto de que vieron mucho sacrificio, demasiada responsabilidad o no les gusta el personaje que tocó defender. Tengo un hijo que es Psicólogo, otro que es chef que ahora está en la tele, Agustina es madre y Vicky sigue Derecho y trabaja conmigo. 

“HAY CASOS QUE NECESITAN MUJERES Y LA VISIÓN DE ELLAS ES MUY BUENA PARA MÍ”

En tus tiempos libres ¿qué te gusta hacer que no tenga un vínculo directo con la abogacía?

Yo me maté haciendo deportes, me divirtió mucho. Rugby, fútbol, squash, ciclismo y encima lo hice muy intenso porque hasta fui a correr en forma amateur el Tour de France. El deporte fue mi otra faceta junto con el cine, siempre fui fanático. Hoy me gusta mucho charlar con mi familia y amigos, los afectos, es lo que más disfruto. Las series también me divierten mucho, la lectura de otros temas no jurídicos como historia. Y viajo mucho porque me encanta conocer otros lugares y culturas y me ayuda a pensar. Ya no hago tanto deporte porque tengo las piernas destruidas, tengo rodillas de platino y estoy todo operado asi que no puedo, sólo practico bicicleta y golf. Me gusta comer afuera y charlar, me gustan los cafecitos. Yo voy a los cafecitos a tomar un café y leer algo, pero advierto que hoy pasan muchos pibes a manguearte. Hay mucha gente producto de la pobreza. Con lo que estoy remarcando permanentemente en televisión y en la facultad son dos palabras: educación y trabajo. Son las dos soluciones únicas que tiene nuestro país, que la persona se forme y pueda crecer. ¿Cómo acabas con la pobreza y la delincuencia? Con trabajo. ¿Por qué Europa no tiene tanto problema con los delincuentes? Porque tienen trabajo y lo cuidan. Acá, al no haber ni educación ni trabajo, el país está cada vez peor y cada uno hace lo que puede.

¿Pensaste alguna vez en ingresar a la política?

No sirvo, no me adaptaría a los sistemas argentinos porque son de obediencia, de corrupción, de prebendas políticas y yo no funciono así, debemos ser garantes de la constitución, está todo ahí. Yo tengo la facultad con casi 600 alumnos, posgrado de Derecho y Derecho Penal con casi 100 alumnos más, tengo un colegio con tres niveles en Avellaneda donde tengo 500 alumnos y ahí me desarrollo bien y con libertad y pongo mi granito de arena. El salto a la política es difícil y no estoy para eso, creo que no serviría. Aparte me pelearía con todos. No hay nadie que me guste, no soy peronista, no soy kirchnerista, no soy macrista. No encuentro muchos políticos que me terminen de atrapar, por ahí alguna persona individual que me merezca respeto. Al presidente Alberto Fernandez lo conocía bien de cuando éramos jóvenes, desde Tribunales, largué con una ilusión enorme, no por el peronismo sino por él, y ha transcurrido más de un año y no siento que mis expectativas se hayan concretado. Al ex presidente Macri lo conozco desde que éramos chicos, tenía una ilusión tremenda y no resultó lo que esperábamos. De todas maneras sigo confiando en el país y en el futuro. Uno se muere cuando se acaban sus sueños.

¿Por qué crees que los gobiernos han fracasado?

Porque el sistema es perverso, está todo mal ordenado y habría que hacerlo de nuevo. El mayor problema que tenemos en Argentina es moral, el 80% de los argentinos no cumplen su palabra y están dentro de un sistema que es nefasto. En la política había gente como Illia que murió en la pobreza y hoy se mueren todos millonarios. La gran degradación que hubo en Argentina es moral, no se cumple la palabra, se soslayan las leyes y el orden general. Mientras no tengamos una revolución moral, esfuerzo y unión no vamos a tener una Argentina exitosa. ¿Cuánta gente conoces vos que sea sacrificada, honesta, solidaria, perseverante, que haga algo por los demás? Hay argentinos buenísimos, pero no están en la política y no son conocidos. 

¿Crees que empeoró en los últimos años?

Sí, los índices lo demuestran: pobreza, falta de trabajo, conflictos sociales, corrupción, inflación, falta de cultura de trabajo, desapego a las normas, incremento delictivo, etc. y lo que viene puede ser peor. Los chicos de 30 años hoy no tienen el sacrificio que tenía mi camada de gente grande. 

“NO ENCUENTRO MUCHOS POLÍTICOS QUE ME TERMINEN DE ATRAPAR. AL PRESIDENTE ALBERTO FERNANDEZ LO CONOCÍA BIEN DE CUANDO ÉRAMOS JÓVENES, DESDE TRIBUNALES, YA HA TRANSCURRIDO MÁS DE UN AÑO Y NO SIENTO QUE MIS EXPECTATIVAS SE HAYAN CONCRETADO. AL EX PRESIDENTE MACRI LO CONOZCO DESDE QUE ÉRAMOS CHICOS, TENÍA UNA ILUSIÓN TREMENDA Y NO RESULTÓ LO QUE ESPERÁBAMOS. DE TODAS MANERAS SIGO CONFIANDO EN EL PAÍS Y EN EL FUTURO. UNO SE MUERE CUANDO SE ACABAN SUS SUEÑOS”

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El Concordiense, Mariano Cúneo Libarona, en un acto de homenaje en sus últimos años de vida.

¿Y el factor suerte?

La suerte incide, pero la tenes que buscar, tenes que estar en el lugar correcto y estar al lado de la persona indicada. Si vos te quedás esperando que te bendigan, es dificilísimo. Para mi es todo muchísimo sacrificio y si te sacrificás a la larga llegás. El tercer requisito para nuestra profesión es ser honesto, que es lo que les transmito a los chicos que entran a mi oficina. Si sos honesto le sacás ventaja a todo el mundo ¿por qué? porque tu cliente confía en vos. Nuestro gran secreto o mi gran secreto siempre fue sacrificio, honestidad y preparación. La honestidad a mí me ha dado que todos los días me suene el teléfono, enorme cantidad de clientes producto de que la gente sabe quién soy y no los voy a trampear. Producto de que trabajé, trabajé y trabajé, me fue bien. Cuando me fui a la profesión solo, con mi socio de aquel entonces teníamos una oficinita que era la mitad de este living y fuimos creciendo. Todo es sacrificio, estudio, pensar, hablar y debatir.

La honestidad en el Derecho Penal es muy importante.

Es muy importante que confíen en vos y te crean. Yo hago una denuncia y la gente sabe que sino no la hago. Es decir, que confié en vos el cliente, los jueces, los fiscales, todos.

¿Hay algún delito que no defiendas?

Ahora mil. Cuando estaba solo, tenía 30 años, tenía que pagar los colegios, los alquileres, tuvimos piratas del asfalto en Quilmes que defendimos que no eran agradables. Cuando me iba formando y necesitaba plata, tenía casos que no me hubiera gustado tener. Hoy, ya mas grande, por suerte puedo elegir. 

¿Cuál es tu especialidad?

Lo que más tengo son defraudaciones, estafas, casos de corrupción, de evasión tributaria y ese tipo de delitos. No me tocaron delitos de violencia, no me especialicé en homicidios ni en cosas por el estilo. Alguna vez, por atrevido o interés, me metí en barrabravas porque quería conocer ese medio y me metí a defender barrabravas. Cuando lo conocí y vinieron más, dije: hasta acá llegué. En otro momento no conocía el delito de mala praxis médica, no había tenido. Me metí en un caso, aprendí, vi como era el tema de la medicina, terminó y no volví. Después, delitos sexuales, me han tocado alguno y dije ¿cómo es esto? El género, que nunca había tenido un caso de género. Ahora estoy aprendiendo eso. Sirve para aprender, para ver cómo son otros delitos y en definitiva, para descubrir cómo actúan los seres humanos. No tengo muchos presos porque no me han tocado delitos de cárcel, tengo un preso. Pero bueno, es la vida que te va llevando, a otros los llevó para otro lado. Nada está escrito ni existen fórmulas sacramentales.

Con tu trayectoria y experiencia, ya estás en posición de elegir, ¿qué es lo que te interesa?

Hoy no me interesa la plata, sino divertirme trabajando dignamente en la profesión. Quiero divertirme. Yo termino un juicio oral y disfruto muchísimo. Si me preguntas “¿qué me gustaría el día de mañana?”, dedicarme nada más que a los juicios orales, no tener mil asuntos sino ser especialistas en juicios orales que es cuando se ve si el abogado sabe o no sabe y se dirime el futuro de la persona. Es cirugía mayor. La vida me dio montones de cosas patrimoniales, no es lo más importante, todo lo material pasa y va y viene, me interesan los afectos, divertirme, los amigos, mi familia. El asunto por la plata o la fama no me interesa. Lo que no logro es poder escindir la preocupación del caso con mi vida. Yo duermo mal porque tengo responsabilidades. Me llevo el problema del cliente a mis espaldas, el cliente me deja a mí. 

Eso habla bien de vos.

No sé, a veces me hace mal. Un amigo mío abogado de muchos años me dijo “tenes que aflojar, no podes estar todo el tiempo con los casos, delegá”. Yo no puedo aflojar ni delegar mucho, tengo que estar presente e involucrarme en el caso y con el cliente.

Tenes una trayectoria muy relacionada con el costado judicial del fútbol ¿cómo abriste ese camino y por qué?

Se me dio en la vida, la vida me fue llevando. El primero más importante fue Maradona, fui abogado de él por 10 años, por Coppola. Después empezaron a venir. Vino Martin Palermo, tuve consultas de Messi, Lavezzi, vinieron muchos jugadores. Fueron viniendo y siempre me divirtió el tema del fútbol. Ahora estoy un poco perdido de quienes son los jugadores, pero en su momento salía con Maradona a comer y me divertía, o iba a España a visitar a Messi con mis hijos y me encantaba. Ahora no sé quiénes son.

“EL MAYOR PROBLEMA QUE TENEMOS EN ARGENTINA ES MORAL, EL 80% DE LOS ARGENTINOS NO CUMPLEN SU PALABRA Y ESTÁN DENTRO DE UN SISTEMA QUE ES NEFASTO”

OIF

¿Cómo te pegó la muerte de Diego?

Mal, le tenía mucho cariño. No habíamos terminado bien con Diego por el divorcio que hubo entre él y Coppola, y hacía como 10 años que no lo veía, pero me afectó mucho porque no era un tipo grande, apenas un poco más grande que yo. Lo veía tan deteriorado que me dio mucha pena, tenía más para dar y creo que se entregó. Hay un momento en que la gente ya está grande, no tiene tanto afecto que es lo que te hace vivir. Creo que es lo que le pasó a Diego. 

Después de toda la experiencia y trayectoria que tenes ¿qué te queda pendiente en la vida?

Me gustaría tener más tiempo para hacer más cosas. Yo siempre le pongo puntaje a las cosas y siempre fui un 8 en toda mi vida, me fue muy bien, tuve mucho sacrificio y suerte. ¿Qué me queda hacer en la vida? No sé. Me gustaría compartir más con mi familia y afectos. Tengo varios libros que estoy escribiendo al mismo tiempo y me gustaría tratar de terminar. Tengo uno que empecé a escribir en la pandemia y lo tengo bastante avanzado, necesitaría tener dos semanas tranquilo, que es sobre la crisis del Derecho Penal. Me encanta mi rol de educador y finalmente quisiera tener tiempo para hacer ese tipo de cosas y poder dormir un poco más.

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