La misteriosa muerte de Mariano Moreno, prócer y fundador del primer diario de la Argentina independentista

¿Enfermedad o envenenamiento? ¿Fatalidad o conspiración? La trágica desaparición del secretario de la Primera Junta y fundador de "La Gazeta de Buenos-Ayres", cuyo primer número apareció un 7 de junio, fecha que luego fue elegida como el Día del Periodista.

Interés General07/06/2023EditorEditor
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El polémico secretario de la Primera Junta de Gobierno, Mariano Moreno, murió en alta mar, el 4 de marzo de 1811 hace 212 años. Ya no integraba el gobierno patrio, pues había renunciado luego de la escandalosa votación del 18 de diciembre de 1810, en la que se resolvió, contra la voluntad de Moreno, incorporar a los diputados de las Provincias, dando origen así a la llamada Junta Grande.

¿Por qué se conmemora hoy el Día del Periodista y de la Periodista?

El primer periódico nacional de la etapa independentista de la Argentina fue la Gazeta de Buenos Ayres, fundada por Mariano Moreno el 7 de junio de 1810.

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En 1938 durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas, celebrado en la provincia de Córdoba, se estableció esa fecha para celebrar el Día del Periodista y de la Periodista.

“Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía”, sostenía el abogado, periodista, político, y partícipe de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno.

En las primeras ediciones, Mariano Moreno se preguntaba en una de sus editoriales en La Gazeta:

“¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península? Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal”.

Había transcurrido siete días desde el memorable 25 de Mayo de 1810. El primero de junio la Junta dictó el decreto que disponía: “salga a la luz un nuevo periódico semanal con el título de Gazeta de Buenos Aires”. Así se hizo y el 7 de junio ya estaba en la calle.

La Gazeta de Buenos Ayres nació para ser un órgano de difusión de las ideas de la Primera Junta de Gobierno. Fue un periódico impreso en Buenos Aires hasta 1821, y en él escribieron personalidades destacadas como Manuel Belgrano y Juan José Castelli.

La hipótesis del asesinato: "La gran conspiración"

La teoría más difundida sostiene que Moreno fue asesinado por sus enemigos. Afirma que agentes de Cornelio Saavedra habrían contratado el pasaje en la fragata inglesa Fame; o que espías saavedristas, dirigidos por Pedro Medrano, se habrían asegurado de que embarcase en la Fame, en Ensenada.

Para darle un tono más conspirativo, se sostiene que la Junta Grande, conducida por Saavedra y por el deán Gregorio Funes, suscribió, el 9 de febrero de 1812 (pocos días después del embarque de Moreno), con el comerciante norteamericano David Curtis de Forest un contrato de provisión de armas para los ejércitos patrios. En el art. 5º de dicho contrato se preveía que "para poner en ejecución el convenio deberá Mr. Curtis ponerse antes de acuerdo con el enviado de esta Junta a la Corte de Londres, señor doctor Mariano Moreno, cuya aprobación será requisito necesario para que los comprometimientos de Mr. Curtis obtengan los de esta Junta". El art. 11º del convenio establecía: "Si el señor doctor don Mariano Moreno hubiere fallecido, o por algún accidente imprevisto no se hallare en Inglaterra, deberá entenderse Mr. Curtis con don Aniceto Padilla en los mismos términos que lo habría hecho con el doctor Moreno". Una cláusula vista como de capciosa naturaleza profética, al prever la muerte de Moreno.

Manuel Aniceto Padilla había sido comisionado por la Primera Junta a Londres, desde Setiembre de 1810, para adquirir armamento. Allí se contactó con el legendario general francés Charles-François du Périer Dumouriez, vencedor de Valmy (1792), el primer gran triunfo de la Revolución Francesa contra la Primera Coalición. Más tarde, Dumouriez, ante el riesgo de ser decapitado por los jacobinos, abjuró de la República y se pasó al bando borbónico. En 1804 se refugió en Inglaterra; sirvió como consejero del Ministerio de Guerra británico y se relacionó con la industria de armamentos. Como Inglaterra no podía vender armas directamente a la Junta para no resentir su alianza con España en la lucha contra Napoleón, Dumouriez haría los contactos y las armas se venderían a un particular norteamericano (Curtis) quien las llevaría al Plata.

El 31 de Julio de 1811, muerto Moreno y habiendo arribado a Londres sus secretarios, Manuel Moreno y Tomás Guido, éstos advirtieron que las armas adquiridas por Padilla estaban sobrevaluadas y lo acusaron de "sacar partido de las presentes circunstancias, y (de) recibir de la corte de Inglaterra una pensión de 300 libras en calidad de espía", calificándolo además de "bribón, miserable parásito e intrigante". También descalificaron a Curtis y a Dumouriez, inculpándolos de "espionaje y quebrantadores de la fe pública". Esto hace suponer a algunos que, en previsión de que Moreno tomara conocimiento de este tráfico de armas y se opusiera a convalidar sobreprecios, estos traficantes conspiraron, en combinación con el saavedrismo, para borrar del mapa al ex secretario de la Primera Junta.

Para reforzar esta tesis, agregan que el Cabildo saavedrista de Buenos Aires había expresado, en su oportunidad que "la lectura de la reimpresión del Contrato social de Rousseau ordenada por el doctor Moreno no sólo no es útil sino más bien perjudicial", sosteniendo "superflua la compra de 200 ejemplares de la obra"; archivando de este modo definitivamente el proyecto morenista de difundir la obra rousseauniana en el Plata.

A ello agregan que, el 2 de febrero de 1811, Guadalupe Cuenca, la mujer de Moreno, recibió en su casa un paquete sellado con un abanico, un velo y mitones de luto, con un anónimo: "Mi estimada señora: Como sé que va usted a ser viuda, me tomo la confianza de remitirle estos artículos que pronto corresponderán a su estado".

Tiempo después, la Asamblea del Año XIII constituyó una comisión para investigar a los Gobiernos Patrios. En la causa de la muerte de Moreno, Pedro Jiménez, que había sido oficial de la Secretaría de Guerra cuando el fallecido prócer era su titular, contó que le sugirió a éste que se refugiara en algún lugar seguro porque "corrían voces de que se lo quería asesinar". Otros declararon que Moreno habría renunciado a la Junta por temor a que se lo matase. El testigo Juan Madera declaró haber oído en Oruro (Alto Perú) al padre Azcurra decir, sobre Moreno: "Ya está embarcado y va a morir". Finalmente, el otro argumento que da sustento a esta tesis es que la fragata Fame sí habría retornado a Buenos Aires, pero jamás lo hizo su capitán, George Stephenson, lo que revelaría su participación en la trama del asesinato.

La refutación de la tesis conspirativa

Son varios los argumentos esgrimidos contra la tesis antes expuesta. Cornelio Saavedra no era un hombre sanguinario, ni vengativo. La única sentencia de muerte que firmó (y a regañadientes) fue la de Santiago de Liniers. No era su estilo matar adversarios. Ya había triunfado políticamente sobre Moreno, y se lo había sacado de encima, cuando éste renunció voluntariamente a la Junta y pidió ser enviado a Londres. No tenía sentido matarlo. Es falso que Saavedra o sus agentes hubieran contratado el pasaje de Moreno en la Fame.

Fue el mismo Mariano quien decidió embarcarse en esa fragata, y rechazó los ofrecimientos de su amigo Robert Ramsay, comandante de la goleta de guerra británica Mistletoe, de conducirlo en esta nave, más ágil y mejor protegida, hacia Río de Janeiro, y desde allí hacia Londres. Ramsay desembarcó a Moreno en el puerto de Ensenada, para trasbordar a la fragata mercantil Fame. A bordo lo esperaban sus secretarios: su hermano Manuel y Tomás Guido. No obstante ello, Ramsay lo escoltó hasta que la Fame salió del Río de la Plata y rumbeó por el Atlántico, hacia Río.

El hecho de que espías saavedristas hubieran observado su partida sólo significa que se aseguraron que Moreno no hubiera cambiado de opinión. La misma Junta Grande le había pedido a Ramsay proteger a Moreno de un abordaje realista. De haber querido matarlo, era más fácil dejarlo a merced de la escuadra de Montevideo.

La estrafalaria idea del tráfico de armas

Moreno no viajó a Londres a comprar armas, sino a gestionar respaldo para la Revolución. En el camino, la Junta Grande le encomendó que supervisara la compra de armas. De haber sido Moreno un obstáculo para este negocio, ni siquiera lo hubieran designado para tal fin, toda vez que la Junta ya contaba para ese rol, en Londres, con Aniceto Padilla. La previsión de que, en caso de muerte o imposibilidad de Moreno, el contratista se entendiera con Padilla, no hace más que considerar una posibilidad concreta y común en la época: que el navío naufragara, u ocurriera alguna eventualidad que le impidiera actuar al enviado. Éste nunca había gozado de salud rozagante.

Un viaje transatlántico demoraba tres meses: no había posibilidad material de conspirar de ese modo

Además, el lapso que medió entre la renuncia de Mariano a la Junta y su designación como embajador (fines de diciembre de 1810), y su partida (mediados de enero) hacía imposible confabular a todos los miembros de la supuesta trama: Dumouriez y Padilla, en Londres, Saavedra y Funes, en Buenos Aires, y Curtis, cuya presencia se registra en la Capital, en febrero de 1811, cuando la Fame ya había partido. Un viaje transatlántico demoraba unos tres meses, por lo cual no había posibilidad material de conspirar de ese modo. En Londres no se sabía aún que Moreno había sido designado representante, cuando éste murió; y, salvo que los hipotéticos conspiradores fueran adivinos, nadie sabría cómo iría a reaccionar ante el contrato de provisión de armas, que estaba yendo –supuestamente- a desbaratar.

La oposición del Cabildo a la impresión del Contrato Social de Rousseau, fue una simple decisión, explicable porque los regidores veían las ideas de la Revolución Francesa lesivas al sentir religioso del pueblo. Por otro lado, la trama de amenazas y anuncios de pronta muerte se explican por el alto grado de agresividad y de conflicto político entre morenistas y saavedristas al que se había arribado entre 1810 y 1811. El mismo Saavedra contó que Moreno pretendía encarcelarlo y ajusticiarlo. Mariano, por su carácter, tenía muchos enemigos que no dudarían en amenazarlo, sabiéndolo alejado del gobierno. Amenazas cruzadas invocando la muerte de Moreno y Saavedra (los líderes de los dos bandos enfrentados) eran moneda habitual en la época.

El Capitán del Fame

Que el capitán de la Fame nunca haya retornado a Buenos Aires, no tiene por qué significar que fue parte de una conspiración. El Plata era por entonces un destino marginal en la navegación mundial. No teníamos puertos de gran movimiento, como los europeos, los de América del Norte, el Caribe, Australia, África o la India. Además, se trataba de un oficial sin lazos ni intereses en el Plata, como para que se prestase a participar en alguna conspiración local, en la cual no tenía arte ni parte alguna.

Ambos apuntaron siempre a una única e imprudente dosis de emético que le suministró el capitán

Ni Tomás Guido, ni Manuel Moreno acusaron a Saavedra, ni a nadie, de la muerte del prócer. Ni siquiera cuando aquel cayó en desgracia. Ambos apuntaron siempre a una única e imprudente dosis de emético que le suministró el capitán (y no una serie de aplicaciones como erróneamente dicen algunos, creyendo que se trató de un envenenamiento progresivo).

En la época no había tantos médicos; tampoco había muchas Facultades de Medicina en el mundo. No todos los barcos tenían médicos. De hecho, el Fame carecía de un facultativo a bordo. A falta de profesionales, el propio capitán disponía de un modesto botiquín, donde según su experiencia y su pobre saber o entender, aplicaba una u otra solución al pasaje que se enfermaba. Moreno siempre tuvo una salud endeble, y en ocasiones estuvo al borde de la muerte. Ante los síntomas de descompostura que refería, el capitán debió haber pensado que con un fuerte vomitivo, solucionaría sus malestares. Sin embargo, fue peor el remedio que la enfermedad, y el pobre agonizó durante tres días, hasta perecer, "a los 28º 07' Sur en la madrugada del 4 de Marzo de 1811", "en los 32 años 6 meses y un día de edad", como consignara su hermano.

Habían transcurrido 38 días de zarpar; y hacía bastante tiempo que la calma chicha había afectado al buque, que permanecía casi inmóvil, por falta de vientos. Por eso fue imposible que la fragata se dirigiera a otro destino, como pretendía Manuel Moreno. El ex secretario de la Primera Junta falleció casi enfrente de la Isla de Santa Catalina; hoy destino favorito de muchos argentinos, para vacacionar.

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