Jair Bolsonaro en la reunión anual conservadora estadounidense: “Mi misión no ha terminado”

El expresidente brasileño reaparece en la cita anual del Comité Político de Acción Conservadora, con el público a medio gas, y agradece el apoyo de Trump, estrella de la convención.

Internacionales 05/03/2023 Editor Editor
Bolsonaro

A veces, muy pocas veces, la derecha estadounidense emplea la palabra América para referirse al continente (América) y no al país (Estados Unidos), como cuando dicen “America First” o “Make America Great Again”. Una de esas raras ocasiones llegó este sábado con la presencia del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro en la jornada de cierre el Comité Político de Acción Conservadora (CPAC), reunión anual republicana que se ha celebrado desde el jueves en un gigantesco hotel y centro de convenciones en National Harbor (Maryland), al sur de Washington.

“En esta tierra me siento en Brasil, Estados Unidos es la tierra de la libertad, el progreso y el orden”, sentenció a modo de presentación Bolsonaro, que lleva más de dos meses viviendo en Orlando. Ahí llegó para evitarse el trago de imponer la banda presidencial y hacer el traspaso de poder a su sucesor y rival, Luiz Inácio Lula da Silva, que ganó las elecciones de noviembre. En Florida también vive lejos de las varias investigaciones abiertas contra él en Brasil; de todas ellas, la más importante, por su papel en el asalto por miles de sus partidarios al Parlamento, la Presidencia y el Supremo de Brasilia el pasado 8 de enero. Unas imágenes que en Washington refrescaron la memoria del ataque al Capitolio.

El público, que solo ocupaba la mitad de las butacas, lo recibió en pie. “No es fácil ser político si quieres ser fiel a ti mismo y a tus creencias. Por eso, agradezco a Dios por mi segunda vida y por mi primera legislatura. Pero siento que mi misión no ha terminado”, dijo en portugués, mientras caminaba de un lado a otro del escenario.

Presumió de sus orígenes humildes, de su currículo político, de logros durante su etapa presidencial y del apoyo del que siempre disfrutó de la estrella de la jornada, el expresidente estadounidense Donald Trump. Citó los evangelios y denunció el populismo, la corrupción y el comunismo. “En Brasil la propiedad privada está en peligro, y es uno de los pilares de la democracia”, advirtió. También recordó el apuñalamiento que sufrió en 2018, arremetió contra la “ideología de género”, abogó por leyes permisivas con las armas ―”El pueblo armado, jamás será esclavizado, y un país armado, nunca será subyugado”― y sacó pecho por su gestión de la pandemia: “Siempre defendí la libertad. No forcé a nadie a que se vacunara en Brasil”. Una afirmación que desató la mayor ovación (ciertamente fue menor cuando dijo que prefería “cualquier prensa a que no haya prensa en absoluto”). “Ellos decían: ‘ciencia, ciencia, ciencia’. Y yo: ‘libertad, libertad, libertad”.

Acompañó su presentación de imágenes de mítines multitudinarios de la campaña que perdió ante Lula. Aseguró que percibió mucho más apoyo en esas elecciones que en las de 2018, lo que le sirvió para deslizar la insidia de que hubo fraude electoral. “No entiendo por qué los números mostraron lo contrario”, añadió entre el regocijo del público. “Las libertades son como un gran amor; hay que cuidarlo cada día para no perderlo”, afirmó, antes de abogar por la liberalización total de las redes sociales.

Tras su intervención, siguió abierta la pregunta de cuando tiene intención de regresar a su país. A principios febrero dijo durante un acto en una iglesia evangélica que eso llegaría “en las próximas semanas”, término ciertamente impreciso. Sobre el escenario de la CPAC no dio más detalles sobre sus planes como turista en Estados Unidos. Tampoco habló del escándalo con el que se desayunó este sábado Brasil, gracias a una revelación de la prensa. Tres días antes del final de su presidencia, Bolsonaro hizo un último uso de sus privilegios para sacar de aduanas un collar de diamantes, unos pendientes y un reloj, valorados en tres millones de euros. El regalo, un obsequio de las autoridades saudíes, se lo trajo a la esposa del expresidente uno de sus ministros, al que le fueron requisados en el aeropuerto internacional de São Paulo al intentar introducirlas en Brasil sin declarar. “Estoy siendo acusado de un regalo que ni pedí ni recibí. No hay ninguna ilegalidad de mi parte”, ha dicho Bolsonaro a CNN Brasil, antes de su aparición en la CPAC.

Bolsonaro intervino mientras el público, que estuvo durante toda la mañana lejos de llenar las butacas del enorme auditorio, esperaba con ansiedad la llegada del cabeza de cartel, su amigo Donald Trump, pese a que tiene por costumbre dar siempre el mismo discurso. Su presencia obligó a cambiar las costumbres de los asistentes al congreso, que se vieron obligados a pasar, a diferencia de en días anteriores, por los arcos de seguridad de los servicios secretos.

Un par de horas antes, había sido el turno de Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente brasileño, que compartió panel con el actor y productor mexicano Eduardo Verástegui, activista contra el aborto y fundador del Movimiento Viva México. Lo moderaba Mercedes Schapp, codirectora del evento, que solía ser una reunión para debatir ideas conservadoras, pero que lleva años secuestrado por el trumpismo. La conversación se titulaba: La amenaza roja llega a América (el continente).

“El socialismo se está expandiendo como un fuego sin control. Estaba en las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y ahora está también en México, Chile o Colombia”, dijo Verástegui. Schapp pidió a Bolsonaro Jr. que definiera al presidente Lula da Silva: “Es uno de los comunistas más peligrosos del mundo, fundador del Foro de São Paulo [reunión de la izquierda latinoamericana]. Ahí se ven e intercambian de ideas”, respondió. Ambos coincidieron que muchas de esas ideas vienen de Estados Unidos, como la “promoción de la agenda woke” o el “marxismo cultural”.

No se puede decir que hubiera una gran expectación por la presencia de Bolsonaro padre en los pasillos de la CPAC, donde uno puede encontrarse con un buen muestrario de todo el espectro del trumpismo. Y eso que el expresidente brasileño, uno de los líderes más venerados en cadenas conservadoras como Fox News, que mandó a su estrella, Tucker Carlson, a Río de Janeiro a entrevistarlo durante la campaña, o por ideólogos MAGA, como Steve Bannon, jugaba en casa.Lo recordó en una conversación con este periódico el magnate de las almohadas Mike Lindell, una de las voces que más alto se escuchan en la ultraderecha estadounidense, ahora embarcado en una cruzada contra el “crimen electoral”. Del mismo modo que muchos de los asistentes a la CPAC siguen creyendo, pese a las pruebas en contra, que Trump ganó las elecciones de 2020, para ellos, Bolsonaro sigue el presidente legítimo de Brasil: “A él también le robaron, lo sabe, ¿verdad? Es un gran presidente. Necesita que su voz sea escuchada. Los estadounidenses tienen la obligación de hacerlo, para tomar nota. Mire lo que sucedió allí. En un abrir y cerrar de ojos puedes perder tu país en las garras de esas máquinas de votación electrónica”, añadió.

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