Francisco Ezequiel Riquelme, un preso que se encuentra en el penal federal de Ezeiza y es considerado por investigadores judiciales como el ladero del condenado capo narco Esteban Lindor Alvarado, fue imputado este miércoles por haber mandado a balear tres escuelas, dos comisarías, un presunto búnker y una cárcel de Rosario.

Según los fiscales Valeria Haurigot y Franco Carbone, todos los ataques a tiros ocurrieron entre abril y mayo, y estuvieron enmarcados en dos motivos: algunos para mandarle mensajes a través de carteles a Los Monos, y otros para que el Servicio Penitenciario aflojara las requisas y permitiera pasar algunos elementos al lugar donde estaba detenido.

La audiencia, prevista para las 9 en el Centro de Justicia Penal, tuvo una demora de una hora por planteos hechos por Riquelme. En el banquillo de los acusados también estuvieron Alexis David Álvarez, alias “Paisa”, el supuesto organizador de los atentados, y los presuntos gatilleros Eric Gabriel “Lombardo” Enrique y Kevin Leandro Sosa.

Los fiscales imputaron a los cuatro por las balaceras a las escuelas “Rosa Ziperovich”, ubicada en Sabín al 1100, y “José Mármol”, situada en Larrea al 300 bis. Los dos hechos ocurrieron el 8 de abril pasado, y en ambos casos se dejaron notas dirigidas a Julián Aguirre y Matías César, acusados en otra investigación provincial como presuntos cabecillas de la célula de Los Monos que opera en los barrios Industrial, Ludueña y Empalme Graneros.

Riquelme dio la orden, Álvarez se encargó de conseguir un vehículo, un arma y los dos partícipes, y Enrique y Sosa fueron los encargados de realizar los disparos, siempre según los indicios ventilados en la audiencia.

Los cuatro acusados también fueron sindicados como los responsables de un ataque a tiros que tuvo lugar el 21 de abril en una casa particular de Arévalo al 6.000, que aparentemente era utilizado como búnker por la célula de Los Monos. La mujer que vivía allí luego fue detenida e imputada.

La particularidad de la balacera en Arévalo al 6000 es que se conecta con un resonante asesinato cuya filmación se volvió viral. Es porque los disparos fueron realizados desde una Tiggo robada el 20 de abril –un día antes– que fue abandonada en Venezuela y Schweitzer luego de chocar contra un colectivo de la línea 110. Esa situación derivó en Kevin Sosa, quien había gatillado contra la casa y quien había colisionado el vehículo, contrajera una “deuda” por la pérdida del vehículo.

El dinero adeudado, por los indicios exhibidos este miércoles, fue saldado por Sosa al cometer por encargo el crimen de Juan Cruz Ferrari, un joven que el 23 de abril pasado recibió 18 tiros, agonizó 23 días en el Heca y murió. El homicidio fue noticia nacional, ya que los propios integrantes de la organización filmaron cómo Sosa acribillaba a la víctima ni bien se bajaba de su moto.

Un mes después, Riquelme ordenó una nueva seguidilla de balaceras, aunque por otra motivación. Como en ese momento él estaba alojado en el pabellón Nº 28 para presos de alto perfil de la cárcel de Piñero y las autoridades penitenciarias suspendieron por 60 días las visitas de su novia –que había intentado con un bulto entre sus prendas y no permitió que la requisaran–, el recluso encomendó balear instituciones públicas y dejar carteles con los nombres de las autoridades carcelarias a modo de venganza.

En esa nueva serie de atentados están incluidos el complejo educativo “Rosa Ziperovich”, que recibió disparos el 23 de mayo, la comisaría 16ª y la Oficina de Recepción de Detenidos, que fueron baleadas el 29 de mayo, y la seccional 20ª, que recibió varios tiros el 30 de mayo.

Después de los últimos hechos, Riquelme fue trasladado al penal de Ezeiza, donde curiosamente está alojado también Esteban Alvarado, con quien tiene vinculación, de acuerdo a investigadores judiciales.