Editorial Por: Editor 20/11/2022

Si todos fuéramos payasos

Este mundo sería más divertido y felices los que transitamos la vida sobre el mismo, sin más preocupaciones que las de alegrar la vida al prójimo y con ello alegrar la nuestra propia y la de los que nos rodean.

Imagínese llegar a un surtidor de nafta y que te reciba una payasita con la cara pintada y alegremente te pregunte "¿cuánto va a cargar?", le contestarías en tono de murga uruguaya “lléname el tanque” y cuanto te diga “son doceeee miillll”, busques en tu bolsillo los 120 billetes de 100 pesos y le digas cantando en falsete “aquí está….estos son…..los billetes que tenemos y que se van a ir para poder moveeernooooos, de casa al trabajo y del trabajo a casa, como dijo el geneeeraaaaaaaaaaaalllllllllll” y la payasita te despedirá con movimiento de limpia vidrios o saludo de reina de carrozas “hasta siempre general” con sonrisa de oreja a oreja.

Si los inspectores de Insaneamiento Ambiental llegaran a la Iglesia evangélica y en su rol de “payasos” llegaran cantando y riéndose: “Los denunciaron por alabar fuerte al señooooorrrrrrrrrrrrr y este lugar sagrado va a ser CLAUSURADOOOOOOOO porque si porque no, porque rataplán plan plan” y saldrían los pastores abandonando por un rato su ministerio y cantando en su defensa “Payasito, payasote, gran chiquito, tan grandote tan pelot…….no te hagas el loquito que aquí nadie grita, ni insulta, ni nada, estás loquito, guarda las fajitas y ándate a tu casita, rataplán plan plan”.

Todo cambiaría porque los de Insaneamiento se darían cuenta en un segundo que están metiendo el dedo en el ventilador y que a alguien le moleste que los fieles de una iglesia canten o invoquen al señor no debe ser motivo alguno ni siquiera para mover un “payasito” o “señor inspector” en el mundo real y desgraciado.

No puedo dejar de acordarme del pobre iraní cuyas condiciones de alojamiento en una Alcaidía de Concepción del Uruguay, seguramente viola las condiciones impuestas por los pactos internacionales de Derechos Humanos por la simple razón de que adoptó una identidad que no tenía pero con la cual no cometió ningún delito, siempre sonriente, como si fuera un “payaso” aunque no puede decir nada en castellano porque no sabe expresarse en nuestro idioma y al cual lo investigaron desde el FBI, la INTERPOL, la CIA, el Mossad y no sé cuántos organismos internacionales para descubrir que en donde nació había robado un sándwich para comer por lo cual tuvo que abandonar su país antes que le corten la mano. Si todos fuéramos “payasos” los magistrados amargados que analizaron su situación, dirían cantando:” iraní, iraní, condenado por robar un maní, a 15 mil kilómetros de aquí, sal de la jaula y vete volando a vivir tu vida como un pajarón, rataplán plan plan”.

Lo jodido de la cosa es cuando se invierten los papeles y los payasos adoptamos posees de circunspectos señores de la ley y el orden, en ese cometido hacemos más mal que bien y rataplan, plan plan…

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