Editorial Por: Editor 18/11/2022

Sin el peronismo no se puede

Ayer, fue el Día del Militante Peronista. Decía Jauretche que: "Militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo, sabe que decir lo que se piensa y hacer lo que se dice es el arte mayor de una noble práctica política".

El 17 de noviembre fue el segundo retorno del general Perón, de la resistencia peronista. Es un juego armónico entre la conducción de Perón y el pueblo peronista -así muy a la distancia- que intentaban la restauración de la democracia y la no proscripción del peronismo. Mucho le debe a esto la historia argentina.

Perón intentó retornar en el año '64 y en Brasil fue detenido por la Embajada Argentina, por el canciller y el gobierno del doctor Arturo Illia. Fue detenido y no pudo seguir a la Argentina, se llamó "Operativo retorno".

El retorno dos fue en el año '72, que fue una bravuconada de Lanusse, quien dijo en un discurso en el Club Ferrocarril de Concordia: "Que vuelva si le da el cuero", "No le da el cuero para volver". Una frase criolla que significa que no tiene agallas, que no tiene valor.

Perón volvió el 17 de noviembre. Estaba el Ejército prácticamente sitiando el Gran Buenos Aires y Ezeiza. La militancia rompió los cercos, cruzó el arroyo La Matanza. Había que viajar en forma casi clandestina porque no había colectivo; se subía a los colectivos disimuladamente, todos estaban en la misma, de ir a jugarse por Perón.

Ese día, en los monoblocks que hay en la zona de Ezeiza, todas construcciones que había hecho el peronismo, llovía. Cuando pasaron por ahí, la gente veía pasar esa marea humana, abrían las ventanas de los edificios y les daba todo lo que podían, incluso manteles de hule, para que se cubrieran de la lluvia. En silencio solidario para llegar a Perón. Esa gesta fue impresionante, por eso se declaró el Día de la Militancia.

En un grupo venía un sacerdote jesuita, un chico rubio con quien conversaban sobre lo que pasaría al día siguiente. Durmieron fuera de sus casas, era un estado conspirativo o de resistencia, tenían miedo de que los detuvieran. El sacerdote decía que él quería saber la conducta del pueblo, que tenía también prejuicios sobre Perón, pero en esa gesta del pueblo quería estar, ver y mirar. Él no era peronista de Perón, de alguna manera era peronista con el pueblo. Después, buscando Ezeiza, se volvió el Ejército y reprimió. En esos monoblocks, en donde se protegían de la lluvia y trataban de avanzar, venían los tanques. Entonces salió la militancia y coreaba: "Si lo tocan a Perón, habrá guerra y paredón", como diciendo que iban a ir al extremo mayor. En ese momento el sacerdote encabezó la consigna, lo transformó la militancia, porque fue de tener prejuicios a gritar en defensa de Perón, casi fundamentalista. Esto pasó un 17 de noviembre del año '72.

Ése es el día en que recuerda la historia que Rucci le abrió el paraguas y lo tomaron todos como en broma. Le hicieron una humorada a Rucci, como diciéndole chupamedias.

Sin embargo, hay dos personas que están contentas en la foto, uno es Perón y el otro es Rucci, todos los demás están con cara triste o preocupados.  Los únicos que estaban contentos sabiendo lo que estaban viviendo eran Rucci y Perón. Bajaron del avión, lo dejaron detenido a Perón en Ezeiza un día y al otro día le permitieron llegar a la calle Gaspar Campos, en la zona de San Isidro, que es donde el Partido Peronista le había conseguido un departamento. Ahí se instaló y ahí fue el pueblo completo. Prácticamente no lo dejaban dormir y permanente estaba abrazado por todo el pueblo.
Fueron 18 años de resistencia  peronista.

No hubo un solo gobierno correcto o bueno, que proyectara a la Argentina a otra cosa sin el peronismo. Sin el peronismo no se puede.

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