Editorial Por: Editor 12/06/2022

Ladrones de naderías

Cuando tenemos que dar la noticia de que a un joven lo detienen por robar dos limones, situación que causa hilaridad en todos, menos para el preso que además de soportar tener que estar encausado por tan agria situación resulta cargado por haber saltado un muro  para llevarse tan pobre botín nos enteramos de nuevos hechos parecidos en Cacolandia City.

En el primero un hombre aprovechando que el panadero se retira un momento del despacho para ingresar y llevarse un magro botín tres pancitos, pero es advertido por vecinos que lo toman a patadas y trompadas hasta que la Policía puede rescatarlo y conducirlo también detenido a una alcaidía que en lugar de tantos cacos va a estar sobrepoblada de famélicos que al parecer robar para comer.

No sabemos si el tercer caso es parecido, pero ocurrió estos días en donde un hombre intenta pasar una caja de supermercado con un salame dentro del calzoncillo y dos detergentes, habiendo sido observado por un hombre de seguridad que lo detiene después de pasar por la caja sin pagarlo y también va a dar con su humanidad a la Alcaidía.

Demasiados casos parecidos en una ciudad relativamente chica como Concordia nos hace ver que algo está pasando que no lo estamos advirtiendo con la seriedad que corresponde.

Como decimos que una golondrina no hace verano, tres, cuatro, cinco o diez casos semanales ya nos van advirtiendo que hay algo que aparte de la oportunidad que hace al ladrón puede existir que la necesidad haga robar a la gente.

Y, si así fuera, el problema de meter presos a los carentes, es más violatorio de los derechos humanos que el mismo hecho del pequeño hurto en el cual no ha existido violencia hacia las personas, sino el aprovechamiento de un descuido en que el ladrón pega el zarpazo y huye.

En el caso del linchamiento de estas personas la gente con ganas de descargarse de otros problemas puede pasarse de la raya y herir gravemente al ladrón o en el exceso, lastimarlo gravemente. La justicia no puede tomarse por cuenta propia y sin en un trámite sumario de castigar al ladrón sin saber siquiera por qué ha robado.

Y esto es importante porque si el ladrón ha robado por necesidad, por hambre o para dar de comer a sus hijos, debería carecer de una sanción penal, menos aún la propinada por ciudadanos vengadores. Claro que es difícil, rápidamente, saber si el ladrón no es un aprovechador o un tipo cagado de hambre, y aquí la duda no juega a favor del ladrón, la gente lo castiga y con fiereza.

El mensaje es que debemos tratar de reducir el número de necesitados, situación difícil en medio de esta altísima inflación, pero es la única posibilidad de que no sigan pasando estos lamentables casos. No tenemos la receta para ello y creo que nadie la tiene, si no, ya la hubieran puesto en práctica, aunque es difícil que quien tiene el Poder decida escuchar una propuesta y menos aún, que decidiera llevarla a la práctica, pero esto ya es harina de otro costal.

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