Editorial Por: Editor 12/05/2022

Gozar con el sufrimiento… ajeno

“El gringo” decía con sorna que había que mejorar el estado de las cárceles de Entre Ríos cuando algunos incrédulos le pedían que ampliara el por qué gastar plata en ese sector...

La respuesta era hilarante: “En la función pública cometemos entre diez y treinta violaciones a los deberes del funcionario público por día y como a la escuela no vamos a volver, es muy probable que nuestro destino esté en una cárcel, así que hay que ponerles aire acondicionado”.

Sin ir a ese extremo de la chanza campechana del “Gringo” Engelmann, pues sabía que no iba a pisar la cárcel, era más que cuidadoso en sus funciones como presidente de diputados, cargo que ejerció por nueve años, es cierto que salvo parches y transformando pabellones en unidades de propiedad horizontal tipo mini departamentos no se ha cumplido con lo prometido: “vamos a construir una cárcel modelo”, sencillamente porque no existen.

Las cárceles son lugares espantosos, tétricos, donde la angustia del “interno” crea una atmósfera de crueldad que se respira en el aire y que se vuelve insoportable cuando un lugar creado en la época de las invasiones inglesas subsiste como depósito inhumanos de seres, apiñados como sardinas, donde debían sobrevivir 80 hay 300 humanos, al borde de su condición y el bueno se vuelve malo porque quiere seguir viviendo, aunque haya sido reducido en su condición -es ser- pero en lugar de humano se convierte en bestia, no hay nadie que salga en libertad ,siendo un “modelo” de nada. Aunque es cierto que algunos que ya son jodidos, aprenden algo más de algunos “maestros” del robo, del asalto, del narcomenudeo y de algunas materias más de las malandanzas que se enseñan.

No crea por esto que en esa sucursal del infierno todos sus habitantes son culpables de algo, hay inocentes también porque la justicia no es una ciencia exacta, tiene errores y algunos gozan si logran enviar a un semejante a la cárcel. Son personas que sienten placer por el sufrimiento, ajeno por supuesto.

Este placer se hace claro y evidente cuando se siente que el otro ha hecho algo que amerita ese sufrimiento, es como la sonrisa del fiscal que consigue la condena de su imputado y esboza una sonrisa cuando observa la desgracia ajena, aun cuando quisiese ocultar su regocijo y al mismo tiempo, se activa el Estriado Ventral, una región de circuitos cerebrales ancestrales que codifican el placer.

El fiscal se midió con la defensa y si al reo le fue mal, percibe que aumenta su valía, entonces el sufrimiento ajeno produce sonrisas y dispara el placer.

Quizás anduviera equivocado el Quijote cuando decía: "Todos los vicios, Sancho, traen un no sé qué de deleite consigo, pero el de la envidia no trae sino disgustos, rencores y rabias”.

La cárcel de Gualeguaychú va a ser desactivada y según la idea de RR es la de ocupar un pedazo como “espacio de la memoria” y otro, para plaza pública, los reos van a ser distribuidos en otras cárceles. “El Potrero” que iba a ser una escuela Granja y terminó siendo cualquier cosa y la tétrica cárcel de Federal será el destino de los mutantes “internos”.

Los que sufrieron en esa cárcel, políticos o presos comunes, quisieran que no quede piedra sobre piedra, no quieren un monumento al sufrimiento y los mutantes deberían ser destinados a sobrevivir en ambientes de semilibertad vigilada como verdaderas cárceles granjas, tal vez sea posible en el 2050 o más allá. Hoy, ni pensarlo y si lo piensas, no lo digas, te tildarán de “loco”.

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