Los talibán decapitan a un intérprete de las tropas de EEUU

Sohail Pardis fue atacado mientras viajaba en su vehículo. Acto seguido los talibán lo sacaron del coche, tomaron un puñal y lo degollaron.

Internacionales 26/07/2021 Editor Editor
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Prometieron que no lo harían pero lo hicieron. Sohail Pardis, un joven de 32 años que había trabajado durante 16 meses de traductor para las tropas estadounidenses, viajaba de Kabul a la cercana provincia de Khost para recoger a su hermana y poder celebrar juntos la Fiesta del Sacrificio. El chico había recibido amenazas serias y acusaciones de "traidor" por su labor pretérita. Por eso, en el momento en que se topó en pleno desierto con un puesto de control improvisado con la bandera talibán, supo que no podía parar. Pisó el acelerador.

Cuentan los testigos a Cruz Roja que esos fueron los últimos momentos de Pardis. Los combatientes abrieron fuego contra el vehículo, dejando al intérprete malherido. Lo sacaron del coche, tomaron un puñal y lo degollaron. Aquel asesinato ha sembrado la inquietud entre los cientos de afganos que trabajaron para las tropas internacionales que se están replegando. Muchos han recibido amenazas similares a las de Pardis y temen por sus vidas y las de sus familias.

Cerca de 18.000 ex empleados de las fuerzas estadounidenses han solicitado una visa especial para viajar a EEUU junto con los suyos. Pero no todos pueden beneficiarse de la Operación Refugio Aliado, anunciada por el presidente Joe Biden el 14 de julio pasado, y que tiene por meta sacar de Afganistán y asentar en su país a miles de antiguos trabajadores en peligro. Personas como Pardis no tenían opción a tal vía porque habían perdido su trabajo tras una prueba de polígrafo, hecha por seguridad.

Según la cadena CNN, estos tests rutinarios corrían a cargo de una subcontrata, a fin de autorizar o no el acceso a las instalaciones militares de EEUU en Afganistán, y no se publicaban las razones del rechazo. Cientos de ex empleados despedidos por el polígrafo, y ahora sin opción a visa en EEUU, denuncian haber sido tratados injustamente y abandonados a merced de los talibán cuyos portavoces, pese a las pruebas, aseguran que no piensan tomar represalias contra quienes cooperaron con el 'enemigo'.

La noticia de la decapitación de Sohail Pardis coincide con la del asesinato de Nazar Mohammad. Lo conocían como Khasha Zwan y era un comediante localmente conocido. Según sus familiares, Mohammad fue arrestado por milicianos talibán en su domicilio de Kandahar y luego acribillado a tiros. Su asesinato recuerda a los que anteriormente sufrieron mujeres periodistas, trabajadores sanitarios y activistas. Los talibán se desentienden de toda acusación de estar detrás de tales crímenes.

En su lugar, un portavoz y miembro del equipo negociador de los talibán, Suhail Shaheen, acusa al gobierno de culparle de crímenes cometidos por ellos mismos para empañar la imagen de los extremistas. Así lo asegura en una entrevista para la agencia AP, en la que reconoce, sin embargo, que un tribunal militar propio está rindiendo cuentas con los mandos sobre el terreno que ignoran las órdenes de la jefatura. Es su forma de remarcar sus pretensiones institucionales.

Con la retirada de fuerzas internacionales completada en un 95%, los talibán no han dejado de avanzar, hasta tomar la mitad de distritos del país. Las fuerzas pro gobierno, muy descoordinadas y con la moral por los suelos, apenas están pudiendo lanzar con éxito contraofensivas. EEUU ha lanzado seis ataques aéreos durante las últimas semanas en apoyo de los afganos, principalmente con el objetivo de neutralizar el equipamiento militar avanzado que los talibán han arrebatado al ejército afgano. El Gobierno de Ashraf Ghani ha dado muestras de querer encomendar la defensa del territorio a señores de la guerra locales, lo que eleva las posibilidades de una fragmentación del país a medio plazo.

Fuentes militares norteamericanas creen que la estrategia talibán pasa por controlar tanto los puestos fronterizos con los países vecinos, una fuente de dividendos de las tasas arancelarias, como las vías que comunican los principales centros de población, lo que permitiría someterlos a cierto nivel de asedio. Pero los estrategas occidentales siguen creyendo que el ejército afgano tiene cierto margen para reaccionar. Por otra parte está la mesa de negociación de Doha, que sigue sin lograr resultados.

El último encuentro entre delegados de los talibán y del Gobierno acabó sin acuerdo alguno, aunque con promesas de querer seguir dialogando para alcanzar un entendimiento pacífico. "Quiero dejar claro que no creemos en el monopolio del poder, porque ningún gobierno que intentó monopolizar el poder en Afganistán en el pasado tuvo un gobierno exitoso", subraya Shaheen. Durante el gobierno talibán el país sufrió una pobreza rampante, múltiples violaciones de DDHH y la guerra persistió en zonas rurales.

Ahora, los talibán dan a entender que están dispuestos a compartir el poder e incluso prometen ofrecer derechos a las mujeres, aunque las draconianas normas reimpuestas en las zonas tomadas estas semanas dan a entender lo contrario. Su única condición, enfatizan, es que Ghani deje el poder. Los talibán tildan a su Ejecutivo de "títere de Occidente" y no lo reconocen. "No quieren reconciliación, sino rendición", dice de este Shaheen.

@diarioelsolconcordia

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