Mientras en “la Caldera del Diablo” (Tribunales) reina el “espíritu de cuerpo” cuando se trata de un profesional del derecho que ejerce entre sus filas no es igual cuando el “abo” pertenece al ámbito político.

Ya no existe ese “espíritu”, al contrario, se afilan picas para ensartar en ellas el cuerpo del supuesto “corrupto”.

No existe, como en el ejercicio de la profesión, esa mirada compasiva porque quien más, quien menos, alguna “macanilla” se han mandado y nadie quiere ser tapa de “EL SOL” entonces hay que acercar las manos en el fuego, pero no meterlas dentro, dicen los veteranos.

La gente común, asqueada, pide una pira, para encender un gran fuego que consuma en él, al afanoso acumular de monedas con el sufrimiento de hombres, mujeres y niños, sin piedad.

Desde el poder, se difunde la imagen de la enfermera que lleva sus dedos a los labios y dice "shhh".

Cambalache siglo XX, problemático y febril… (continuará)