Una realidad que abruma: El interminable ciclo del narcomenudeo

Los kioscos de droga constituyen la cara más visible e irritante del narcotráfico. La provincia de Entre Ríos muestra los resultados de la Ley de Narcomenudeo con abultadas cifras de allanamientos, detenidos y condenados. Concordia no escapa de la situación, que en 2019 fue la ciudad más violenta del país.

Sociedad 23/03/2022 Editor Editor
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En tres años y nueve meses, la provincia de Entre Ríos metió presas a 1.415 personas acusadas de vender drogas directamente a consumidores, actividad que se conoce como narcomenudeo. Desde mayo de 2018, el gobierno buscó dar respuesta a un hartazgo vecinal: “En mi barrio venden drogas a la vista de todos, todo el día”, era la queja más frecuente. Atacar el narcotráfico era una facultad exclusiva de la Justicia Federal, pero la Legislatura adhirió a la Ley nacional que habilita a las justicias provinciales a investigar y perseguir el último eslabón del mercado de drogas. El resultado en cifras de detenidos, droga incautada, vehículos y dinero decomisados pueden impactar, aunque el panorama en los territorios más afectados no ha cambiado demasiado: “Acá no se puede vivir más rodeados de narcos, hacen lo que quieren”, resume una vecina del barrio Puerto Viejo de Paraná que, como casi todos los consultados, pidió que no se publique su nombre.

En ese lugar hubo decenas de allanamientos y detenidos por venta de drogas en los últimos años, pero se cumple la regla no escrita de la Ley de narcomenudeo: “El narcomenudeo es muy fungible porque levantás un kiosco y te das cuenta que a los dos o tres días ya hay otro kiosco instalado porque están peleando siempre por el territorio dentro de los barrios, entonces, esperan que levanten a uno y ocupan otros”, dice la defensora pública Fernanda Álvarez, que asiste a detenidos en causas por venta de drogas.

Lo que anteriormente se podía observar del narcotráfico en Entre Ríos eran las mulas de la ruta nacional 14 (muchos misioneros, correntinos y paraguayos), camioneros con grandes cargamentos de marihuana con destino a Buenos Aires, varios narcos de relevancia regional y algún que otro vendedor al menudeo. A partir del accionar policial local emergió con mayor claridad la dinámica de los kioscos de droga y la realidad de sus regentes.

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Hay de todo, la verdad que sí”, dice la fiscal de Paraná Mercedes Nin, que instruye varias causas por narcomenudeo, y explica: “Hay organizaciones más estructuradas, con distintos estratos, y también hacemos procedimientos en pequeñas organizaciones o familiares que venden, situaciones de mucha más vulnerabilidad, gente que por ahí se inicia en el comercio de la droga por una cuestión de falta de trabajo y que por ahí lo ven como una salida, y venden pocas cantidades. Es distinto el estado de sospecha y el resultado de los allanamientos habitualmente en ese tipo de imputaciones. En cambio, tenemos algunas organizaciones que nosotros también las trabajamos, si bien es narcomenudeo, que ya te das cuenta por el tipo de organización o cuando uno ingresa a la vivienda y demás circunstancias, que ya tienen otro tipo de organización, de movimiento de dinero, de cantidad de droga que uno puede llegar a encontrar en el procedimiento”.

“El narcomenudeo es muy fungible porque levantás un kiosco y te das cuenta que a los dos o tres días ya hay otro kiosco instalado". Fernanda Álvarez

El subdirector de Toxicología, Alexis Rotundo, apunta: “La Ley apunta al kiosco o la boca de expendio, pero en algunos casos particulares nos hemos encontrado, al iniciar una investigación en un lugar determinado, vemos que es como una mini organización o una mini empresa familiar, donde no solo vende una persona, sino que colabora el entorno familiar, incluso algún vecino, una persona que hace delivery, o sea, hay una estructura que no solamente es una persona que vende, no es un narcotráfico, pero es un narcomenudeo organizado. Generalmente es el entorno familiar, hay veces que se agrupan dos o tres personas que no son del entorno familiar, pero la mayoría son familiares. En otros casos son adictos que a su vez colaboran para obtener la droga para poder drogarse”.

Un ejemplo de la realidad que existe detrás del narcomenudeo se conoció a fines de junio de 2018, cuando Toxicología (la dirección de la Policía provincial encargada de casos de drogas) allanó varias casas en el barrio San Martín de Paraná, más conocido como el Volcadero, por el sitio donde los camiones municipales vuelcan la basura que se recolecta en toda la ciudad. El resultado de esa investigación fue la detención de 13 personas, casi todos veinteañeros, cartoneros, desocupados, amas de casa y beneficiarios de planes sociales. Transaban cocaína y marihuana en la calle y la guardaban en sus viviendas de paredes y techos de chapas. En medio de la precariedad, tenían cierto nivel de organización: algunos fraccionaban la droga, otros la vendían en la calle y hasta tenían un chico que hacía de campana con dos cuchillos “por seguridad”, según describió la Fiscalía. Siete de ellos terminaron acordando penas en un juicio abreviado, en cuya audiencia quedaba claro que estaban muy lejos de ser llamados narcotraficantes.

“La Ley apunta a la boca de expendio, pero en algunos casos particulares nos hemos encontrado con una mini empresa familiar". Alexis Rotundo

Allanamiento en Concordia

CONCORDIA

Otras investigaciones permitieron desbaratar organizaciones que también actuaban en un contexto de marginalidad, pero con mayor poder y violencia en sus territorios, como la banda que cayó en noviembre de 2021 en Concordia que, además de vender cocaína, aterraba a los barrios El Sapito y José Hernández a balazos limpios para quedarse con casas o en la disputa con otros grupos, con varios chicos que hacían de sicarios a sueldo. También se puso fin a otros históricos del narcomenudeo con los hermanos Torres que durante 15 años vendieron drogas frente al Club Tigre de Gualeguaychú.

PEQUEÑAS LOCALIDADES

Y hubo casos que demostraron que la venta de droga no era un problema de los centros urbanos, sino que había llegado a localidades con puñados de habitantes: una familia cayó en Bovril (10.000 habitantes), donde el tema había llegado a ser slogan de campaña del intendente; un hombre fue detenido en Maciá (6.500 habitantes) con unos de marihuana; en Sauce de Luna (3.000 habitantes) otro hombre fue apresado en la Fiesta del Pan Casero con evidencias en sus bolsillos; y hasta en Ceibas (menos de 2.000 habitantes) hubo allanamientos y detenidos. “La droga está en todas partes”, dice al respecto Rotundo y agrega: “En estas ciudades pequeñas se tiene medianamente individualizados los focos de expendio tanto por el que está cargo de la jurisdicción o los vecinos. Para el trabajo nuestro es más complicado porque al ser una localidad de pocos habitantes es más fácil de ser detectados”.

HOSTILIDAD Y CARNE DE CAÑÓN

Luego de varias controversias, la Ley se aprobó y el gobierno la promocionó como el inicio del fin de la problemática. La publicidad gráfica callejera era una persona mostrando la palma de una mano y el mensaje “Basta”; en la televisiva aparecían varias personas con el mismo gesto y el lema: “Paremos a los que venden droga a nuestros hijos. Es una lucha de todos”.

El balance oficial, en palabras de la ministra de Gobierno Rosario Romero, fue que el Estado dio a la población y al narcotráfico “un claro mensaje de hostilidad a la circulación de estupefacientes. Porque la Justicia Federal sola luchando contra el narcotráfico no era suficiente, habida cuenta de la gran distribución poblacional que tenemos en la provincia de Entre Ríos”. Pero un Estado aplicando leyes penales ante esta problemática no pareciera ser en sí mismo una solución. Al menos a la vista de Fabricio que en su barrio de la zona norte de Paraná la venta de drogas sigue arrasando: “La trae el Cristian, la guardan en el almacén, por ahí todos los días a las 10, 11 de la noche pasan a buscarla y se van para el parque a venderla. Y en un taxi que le llevaban la merca al Ezequiel del barrio 1° de julio”. Y las consecuencias también están a su vista: “Manipulan a una gurisita, la traen para que arme los paquetitos, la dejaron embarazada, en su familia se drogan todos, la madre, el padre, los hermanos”.

Una de las voces que más reparos puso ante la implementación de la Ley de narcomenudeo en la provincia fue la del juez federal de Paraná, Leandro Ríos. En su exposición en el Senado provincial en noviembre de 2017 cuando se discutía el proyecto, advirtió: “Nos enfrentamos a un negocio ilícito con una rentabilidad increíble. En esa organización hay una franja muy vulnerable que es la carne de cañón: los kioscos en los que se vende droga. A partir de esos puntos de venta podemos llegar hasta la organización criminal, pero si eso se cauteriza rápida o alocadamente y sin preguntarse qué hay detrás de ese kiosco, lo que se hace es preservar al verdadero delincuente organizado, que es el narcotraficante. Es muy riesgoso llenar rápidamente las cárceles de gente que incluso es víctima del propio delito porque tiene problemas de adicciones muy fuerte”.

Pero la decisión política ya estaba tomada. 

Aquella cifra de 1.415 detenidos desde mayo de 2018 a febrero de 2022 se cuenta por investigaciones previas y allanamientos de la Dirección Toxicología, pero podría fácilmente duplicarse sumando aquellas personas que son apresadas con drogas en procedimientos callejeros, en requisas carcelarias o en allanamientos donde la Policía busca elementos robados o armas de fuego y casi siempre aparecen indicios de narcomenudeo: bochitas de marihuana y cocaína, balanzas, licuadoras, celulares con mensajes alusivos a alguna transa. De hecho, en ese periodo Toxicología tuvo 1.252 allanamientos por causas propias, y debió intervenir en 1.360 ocasiones donde otras áreas policiales encontraban drogas.

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Análisis solicitó estadísticas judiciales sobre las condenas por narcomenudeo, que al momento de publicar este informe no llegaron. Los datos publicados en la web del Poder Judicial corresponden a resoluciones de Juzgados de Garantías dictadas entre febrero de 2019 y diciembre de 2020. En ese periodo se iniciaron 211 causas por comercio de drogas, mientras que 142 fueron por el delito de “tenencia simple de estupefacientes”, que es una especie de atajo entre la venta de drogas y el consumo personal, que se usa cuando las pruebas no alcanzan para evidenciar ni una ni otra conducta. Además, se registraron 74 imputaciones por “suministro de estupefacientes para consumo personal”, que se trata de las causas derivadas de las requisas a las visitas en las cárceles, donde los agentes penitenciarios encuentran bochitas de cocaína o marihuana camufladas en alimentos o en elementos de aseo personal que familiares llevan a sus presos.

Por comercio de drogas en Argentina nadie puede ir a la cárcel menos de cuatro años, sin posibilidad de cumplir una pena en libertad condicional. Pero evidentemente el sistema no da para que todos los apresados en la provincia por narcomenudeo terminen en las unidades penales. Sea por esta razón o por la falta de pruebas contundentes al momento de llegar a juicio, en el mismo periodo de las 211 causas iniciadas por venta de drogas, hubo un total de 56 sentencias de condenas de prisión efectiva, es decir que la diferencia termina con condenas condicionales o con prisión domiciliaria.

La defensora oficial Álvarez asegura al respecto que ese delito tiene “la particularidad de que es una pena excesiva y depende de las condiciones subjetivas de las personas”. Por eso, detrás de los rimbombantes números de las intervenciones policiales y del mensaje de “hostilidad”, a la hora de los bifes la realidad se impone.

La fiscal Nin, por su parte, explica: “En realidad, nosotros tenemos las figuras que podemos aplicar y los mínimos legales. La mayoría de las condenas condicionales que nosotros hacemos es por la figura de tenencia simple de estupefacientes, que es el hallazgo casual de drogas. Es decir, cuando no tenemos este estado de sospecha previo que veníamos trabajando con la policía de observancia, que vemos que venden y demás, cuando no podemos acreditar comercio, esa es la figura residual que tenemos que nos habilita la condena condicional”.

Álvarez agrega: “Justamente la Sala 2 de la Cámara de Casación de Buenos Aires, Ángela Ledesma con su primer voto brillante, declaró la relatividad de los mínimos penales, porque cuatro años es desproporcional a la figura. En un sentido, dijo hay que analizar los casos concretos. De hecho, yo he tenido casos acá de tenencia con fines de comercialización, y teniendo en cuenta el caso concreto hemos arreglado con el fiscal por una tenencia simple, por ejemplo, con tres años condicional. Ese es un tema importante, de hecho, no se ha declarado la inconstitucionalidad nunca, acá por lo menos en el ámbito federal cuando todavía era competencia de la Justicia Federal no se ha declarado la inconstitucionalidad y obviamente altos funcionarios de la Fiscalía con quien yo me he comunicado, me han dicho que ellos no ven factible la inconstitucionalidad. Pero nosotros estamos estudiando para plantearlo, tenemos que esperar el caso”.

LOS KIOSCOS Y LOS GURISES

Mónica Olivera es una dirigente social, referente feminista y trabajadora por su barrio, el Lomas del Mirador 2, de la ciudad de Paraná. Este territorio de la zona este de la capital provincial supo ser uno de los focos de conflictos y violencia derivada del narcotráfico más calientes de Entre Ríos y ella lo sufrió en carne propia, con su hijo escapando entre las balas. Luchó para sacarlo y hoy ya no vive con esa preocupación en la cabeza, aunque ve que a su alrededor muchos chicos que consumen drogas y quedan a merced de algún transa de poca monta que los usa para su negocio.

La metodología del kiosco es como un microemprendimiento familiar. En época de pandemia crecieron, suponte que teníamos cinco o seis, de golpe hubo doce. Y después fue bajando, no sé si se debe a que algunos de los que venden consumen, entonces no les da, o tienen problemas entre ellos, ya empieza a haber algunas rispideces porque este es mi lugar, eso sigue pasando, pero por suerte hoy tenemos pocos”, cuenta Mónica sobre el panorama actual en su barrio.

Pero también observa el otro lado de la Ley que llevó a varios allanamientos en el Lomas: “Cuando salió el tema del narcomenudeo estábamos chochos, porque decíamos que está bueno, pero en realidad con el tiempo empezamos a ver que era para estigmatizar y encarcelar a los pibes más pobres, inclusive un pibe que se fuma un porro que podría hacerlo totalmente tranquilo, y llenar la cárcel de gurises pobres, porque el pibe que consume en las altas esferas no va a ir preso por fumarse un porro. Entonces me parecía que era criminalizar algunos gurises, también hay que verle esa parte”.

Lo que no ha cambiado, con o sin allanamientos y detenidos en el barrio, son las víctimas de este problema: “Los gurises son la variante de ajuste en todo este desastre que es la droga porque están ahí, y en la pandemia fue terrible porque no tenían la escuela, no tenían un club, no tenían nada, estaban en el barrio sueltos. Entonces yo creo que también ahí fue cuando proliferaron estos kiosquitos. Antes se escondían y ahora es como muy natural, o sea, vos ves los pibes fumando, drogánose, es como que se ha naturalizado. Ahora en febrero van a ser 29 años que vivo acá, imagínate si he visto nacer, crecer y morir gurises”, lamenta Mónica.

“La metodología del kiosco es como un microemprendimiento familiar". Mónica Olivera

REGULAR LA VIOLENCIA

El comisario Rotundo señala un aspecto positivo de la Ley de narcomenudeo: “Se vieron reducidos los conflictos barriales, sobre todo por el querer abarcar la zona para comercializar estupefacientes, así como los delitos de violencia, amenazas, coacciones y usurpaciones, eso ha disminuido un montón”. En Paraná esto efectivamente puede notarse en la reducción a la mitad de los homicidios respecto a años anteriores, donde la violencia en determinados sectores de la ciudad impulsada por el narcotráfico. Cada tanto surgen focos o bandas que viven a los tiros, pero quienes venden drogas también aprendieron el mensaje de que las balas afectan el negocio, porque promueven el reclamo de seguridad de los vecinos y la presencia policial.

Mónica entiende que los narcos aprendieron que la violencia desenfrenada que se vivió entre 2013 y 2015 en el Lomas del Mirador II, porque terminaron todos presos o muertos: “A ver, también hay que meterse en la mente de esta gente, si yo vendiera droga no quiero problemas a mi alrededor, no quiero líos, no quiero que la policía venga porque se robaron un foco o porque están peleando entre ellos por la esquina. Acá están bien delimitados y se respetan porque saben que la pelea los lleva a la destrucción, a ir presos, a que les desarticulen las bandas. Ya no hay esos llamados soldaditos, son como células, ya no es como antes, por suerte. Por lo menos en esta zona, no te puedo hablar de otras zonas que están mucho más organizadas”.

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CONCORDIA, LA CIUDAD MÁS VIOLENTA DEL PAÍS

Aunque este cambio no se percibió en Concordia, que en 2019 fue la ciudad más violenta del país: 29 asesinatos parecen pocos en relación al baño de sangre rosarino, pero para una ciudad de 150.000 habitantes implica una tasa de 17 muertes violentas cada 100.000 personas. Si bien aquel número bajó en los dos años siguientes, pareciera ser que esto se debió más a cuestiones de puntería o del trabajo médico en el hospital Masvernat. Las intervenciones policiales por balaceras crecieron y en varias investigaciones se observó que “el sicariato llegó para quedarse”, según sostuvo un investigador concordiense. En diciembre de 2020 dos motociclistas asesinaron a domicilio a un empresario tabacalero, y luego la modalidad criminal pasó a ser un empleo más. Así se observó en la mencionada causa que desbarató la banda de los barrios El Sapito y José Hernández. En una escucha telefónica, chicos, adolescentes y jóvenes hablan, además del quehacer del comercio de cocaína hablan del otro rubro:

-- Che, hay una moneda para balear a uno.

-- Y bueno, ¿cuánto hay? Qué grande, bien ahí.

-- ¿Cuándo vamos a hacer algo copado, boludo? Ya que andan con todos los fierros ahí ¿cuándo vamos a hacer algo copado? Hay que ir a buscar. Vamos a hacer un par de millones.

El fiscal que instruyó esa causa, Francisco Azcué, quedó azorado con las pruebas reunidas y tras la detención de 20 personas aseguró: “Se comenzó investigando primeramente una serie de ataques que cometía el brazo armado de esta organización, compuesto por jóvenes principalmente, algunos menores de edad, y esos ataques tenían un tinte de crimen organizado, mafioso por así decirlo: varias personas a bordo de motocicletas llegaban a las casas de otras personas y hacían descargas con armas de grueso calibre. Eran ataques bien dirigidos y con intención de darle muerte a las personas que atacaban. De hecho, a una persona la mataron, otras se salvaron gracias a los profesionales que intervinieron”.

“Donde ves los primeros indicios en los gurises es en la escuela, en el centro de salud, entonces hay estar alerta, porque si los agarrás a tiempo tenés ventaja". Mónica Olivera

“NADIE QUIERE QUE NOS MATEN”

Los que ejercen el narcomenudeo no son narcotraficantes, los narcotraficantes son los que ingresan grandes cantidades de drogas al país. El narcomenudeo va a seguir existiendo mientras el Estado, y cuando hablo del Estado hablo de todos los responsables, permita o no genere una valla infranqueable para evitar que siga entrando droga del extranjero por agua, tierra y cielo, como sabemos que entra droga de Paraguay o de Uruguay”, sostiene la defensora Álvarez.

El cambio que se ha experimentado en el barrio Lomas del Mirador II llegó por otro camino, recuerda Mónica: “Nosotros armamos en ese momento la Mesa Socio Educativa, que fue modelo en Paraná, que nucleaba a los centros de salud de la zona, la policía, las iglesias evangelista y católica, y bueno nosotros recién estábamos queriendo armar la asociación. Y trabajamos un montón, se ha hecho mucho. Porque donde vos ves los primeros indicios en los gurises es en la escuela, en el centro de salud, entonces estar alerta, porque si los agarrás a tiempo también tenés ventaja, si agarrás a un chico en la primera etapa del consumo problemático podés llegar a hacer algo. Lo que son las instituciones trabajando mancomunadamente es lo que debe ser”.

A la escuela del Lomas “hoy vienen chicos de barrios lindantes con los que había una guerra explícita, vienen chicos del barrio Municipal, de Hijos de María”, destaca la presidenta de la Asociación Mujeres Luchadoras Positivas, y agrega: “Nosotros hemos ido a las asunciones de las comisiones vecinales de los otros barrios, eso está bueno, hemos creado lazos, porque nadie quiere vivir entre los tiros, nadie quiere que nos maten a nuestros gurises”.

Fuente: Análisis Digital

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